Exrefugiados de Santa Marta celebran el retorno lejos de casa

Vilma Laínez | 18/01/2022

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El fin de la guerra no ocurrió de un día a otro. Para algunas comunidades fue un proceso de años, antes y después del 16 de enero de 1992. Tampoco se limitó a las fronteras de El Salvador. En la ciudad de Herndon, Virginia, Estados Unidos, la paz también encontró su camino con los migrantes de Santa Marta. Esta comunidad lleva 15 años celebrando en Estados Unidos haber regresado a Santa Marta —un cantón de Victoria, en el departamento de Cabañas en El Salvador — de los campamentos de refugiados de Honduras. La guerra les marcó estén donde estén. En Herndon, Virginia, así celebraron haber regresado después del fin de la guerra.

Por Vilma Laínez

Edición: Jimena Aguilar

Ilustración: Alejandro Sol


Foto: Comité Inmigrantes con Santa Marta 

Es sábado 9 de octubre de 2021. No es un día cualquiera para los migrantes de Santa Marta que viven en el estado de Virginia, en Estados Unidos. La cancha Los Dulles de la ciudad de Herndon se empieza a llenar desde las 8 de la mañana para dar inicio a uno de los eventos más esperados del año: el torneo relámpago que se desarrolla en el marco de las fiestas de Regreso a Casa. Los primeros en llegar fueron los organizadores, quienes también son parte del Comité de Inmigrantes con Santa Marta. Fredy Torres, uno de los organizadores, aseguró que esta fiesta es prácticamente la única que los reúne una vez al año. «El motivo de esta fiesta es para convivir como santamarteños en comunidad. Es el único día al año que nos reunimos fuera de casa en la zona de Herndon. Aquí hay personas que vienen de todos los Estados», comentó. 

Santa Marta es una de las más de 20 comunidades repobladas de El Salvador. A causa de la guerra, sus habitantes tuvieron que huir hacia Honduras en la guinda del 18 de marzo de 1981 debido a una redada a manos del Ejército salvadoreño el 17 y 18 de marzo, que perpetró una masacre de personas campesinas. 

Esta también es mi historia.  

Al igual que muchas de estas personas migrantes, también nací en los campamentos de ex refugiados y ex refugiadas en Honduras, específicamente en Mesa Grande de San Marcos Ocotepeque. Regresé a El Salvador en el tercer retorno de pobladores, el 29 de octubre de 1989, en plena guerra civil. 

El pasado octubre viajé a Herndon, Virginia y participé en las fiestas del 34 aniversario de Regreso a Casa en Virginia para compartir con amistades de adolescencia, vecinxs, familiares y ex compañeros y excompañeras de estudios que viven en este lugar. Así celebramos el regreso a casa. 


La historia


En Santa Marta se realizaron cuatro retornos de ex refugiadxs que estuvieron en Honduras. El primero de esos retornos se realizó el 10 de octubre de 1987. Es el regreso de estos primeros pobladores lo que se celebra a lo grande, porque fueron quienes abrieron brecha, en plena guerra, en una comunidad deshabitada, marcada por el dolor y los recuerdos de la masacre.  

Fredy Torres fue uno de los niños que nació en Los Hernández, uno de los campamentos de exrefugiadxs. Regresó de 10 años a El Salvador en el cuarto retorno, en 1992, después de la Firma de los Acuerdos de Paz. «Yo he vivido en tres lugares. He vivido 22 años en este país (Estados Unidos), viví seis o siete en Santa Marta y 10 años en Honduras. Yo tengo nacionalidad hondureña, porque antes del 85, todo niño que nacía de padres salvadoreños, el gobierno de Honduras le otorgaba automáticamente la nacionalidad», relató. 


Fredy Torres fue el encargado del sonido durante la fiestas en Herndon, donde deleitó con la música alusiva a la historia de Santa Marta. Foto: Comité Inmigrantes con Santa Marta. 

Francisco Ramírez, otro de los organizadores en Herndon, aseguró que esta fiesta de Regreso a Casa marca a cualquier persona que se va de la comunidad y es por eso, que desde hace 15 años decidieron celebrarla para sentirse cerca de sus familiares en El Salvador y para seguir preservando la historia. «A pesar de que estamos lejos, queríamos también celebrar este día. El propósito de hacerlo es convivir, recordar la fecha», dijo. Encontrarse una vez al año les hace sentir que ser comunidad es más que territorio geográfico. «Nuestro orgullo como santamarteños es impecable y no podemos jamás renunciar a esas personas mayores que enfrentaron ese reto de regresar en una plena guerra», agregó. 


Francisco durante su discurso en las fiestas, donde habla de la importancia de la fecha. Foto: Vilma Laínez. 

Francisco es uno de los más activos. Su vivienda sirve de encuentro para organizar cada detalle de las fiestas. Los representantes de los equipos de fútbol se reúnen en ella para preparar el torneo relámpago que se realiza durante el día principal. Discuten el aporte económico que dará cada equipo, el premio que se dará, las reglas de juego y hasta la elección de un subcomité que administrará los fondos del torneo.  

Esta actividad deportiva es uno los principales eventos que se realizan en el marco de las fiestas de Regreso a Casa. Cada partido dura entre 15 a 20 minutos. Uno de los jugadores, Óscar Otero, aseguró que este torneo es la oportunidad para que jueguen todas las personas que no suelen participar en otro tipo de torneos. «Este día se le da el chance a todos, sean ruines o buenos. Juegan jugadores que nunca han jugado», dijo. 

Esta vez, el torneo se desarrolló en la cancha Los Dulles. Francisco es uno de los primeros en llegar y encargarse de la logística del lugar. Otras personas integrantes del Comité Inmigrantes con Santa Marta lo apoyan, entre ellas, Fredy Torres.  

Francisco está alegre por la participación de la gente: la cancha luce abarrotada de migrantes. Pero también está preocupado porque teme que las nuevas generaciones olviden de dónde vienen y las historias que marcaron a sus padres y madres. Durante el torneo y ante decenas de personas que han llegado a disfrutar a la cancha, toma el micrófono y empieza a contar sobre la historia de guerra y persecución que vivió Santa Marta en los años ochenta, pero sobre todo, del regreso a sus tierras de origen. «Yo sé que podemos tener diferencias, ya sean religiosas o políticas, pero la realidad de Santa Marta y las comunidades que regresamos, que estuvimos refugiados, es única. Creo que nadie debe  avergonzarse de eso. Tenemos que sentirnos orgullosos», declaró a todo pulmón Francisco. Sus palabras fueron seguidas con canciones alusivas a la historia de Santa Marta y al país. 

Celebrar las fiestas de regreso a casa es un logro para las personas que migraron de Santa Marta y que llevan más de 20 años viviendo en Estados Unidos. La mayoría está de forma irregular, aunque algunos ya han logrado obtener documentos de residencia y ciudadanía. La condición de migrantes indocumentados les imposibilita visitar a sus familias en El Salvador. La fiesta es una de las principales excusas para reencontrarse con sus seres queridos. 

Francisco es de los primeros migrantes de la comunidad que llegó a Virginia. Migró en febrero de 1992, un mes después de la firma de Los Acuerdos de Paz. La guerra lo marcó, ya que varios de sus familiares fueron asesinados. En el aniversario del Regreso a Casa aprovecha para hablar de ese acontecimiento: «Como santamarteños decidimos regresar en plena guerra, en 1987, eso fue histórico, aunque algunos lo nieguen. Pero es una realidad, que nuestro país, por pequeño que sea, ha sido un ejemplo, y nuestra comunidad, mucho más».  

Está satisfecho con la respuesta positiva de la población a este evento. Sin embargo, dice que algunos migrantes lo critican por promover la defensa de la historia y por cuestionar el rumbo que lleva El Salvador con el actual gobierno. 


La fiesta


Foto cortesía del Comité Inmigrantes con Santa Marta. 

Esta es la casa de Francisco. Este siempre es el escenario de encuentros de los migrantes para organizar el aniversario de Retorno a Casa. Esta vez, 14 equipos de hombres se reúnen previo a la fiesta para organizar el torneo de fútbol. Francisco los acompaña y toma nota de los acuerdos a los que se llegan para garantizar que todo sea transparente. Aseguró que esta actividad no es para hacer dinero. El fondo que se administra son los aportes que pone cada equipo para el premio que se le da al campeón. Esta vez, participaron 10 equipos de Santa Marta: cada uno representó a su colonia de origen, y los cuatro restantes representaron a migrantes de otras comunidades repobladas de otras partes de El Salvador que también radican en el Estado de Virginia. 



Algunos jugadores viajaron de otros Estados para disfrutar en comunidad. Ese fue el caso de Diego Leiva, quien viajó desde Santa Cruz, al norte de California, para encontrarse con la historia y con sus amigos. «Es una oportunidad para ver gente que llevo años de no ver y para recordar viejos tiempos», indicó.  

Diego lleva más de 20 años viviendo en Estados Unidos. El día que llegó a este país cumplió 18 años. En este periodo tuvo una hija y perdió a uno de sus parientes más cercanos. En 2018, su hermano Miguel fue asesinado en Virginia por un ciudadano estadounidense. «Esa será una de las tristezas de este país, regresar sin mi hermano vivo», sostuvo Diego. 


Las mujeres también jugaron durante las fiestas del 34 aniversario de Regreso a Casa. Esta vez jugaron solo dos equipos femeninos. Santa Marta versus San Felipe. Yo jugué junto a las chicas del equipo de Santa Marta, a la par de Guadalupe Escobar, antigua compañera del equipo Las Halconas, el primer equipo de fútbol femenino de Santa Marta. 

Guadalupe sigue activa, es quien dirige el equipo de mujeres en Herndon. «Para mí es algo simbólico, y jugar en una fecha como esta es apasionante», detalló. Guadalupe es de las jugadoras que más promueve este deporte entre mujeres en Virginia. Ve el fútbol como un espacio de recreación y convivencia entre las chicas. En Santa Marta, Cabañas, me enfrentaba con Guadalupe en los torneos locales que la comunidad realiza para estas fiestas. Guadalupe representaba al equipo de la colonia El Campo y yo a la colonia Las Brisas del caserío Valle Nuevo. 


Entre las otras comunidades repobladas que participaron de las fiestas, sobre todo, en la actividades deportivas fueron representantes de Huisisilapa, La Libertad; Las Minas, Chalatenango; el Papaturro y la comunidad Zacamil de Cuscatlán; y el caserío de San Felipe, Cabañas. 

David Gómez es de la comunidad Zacamil. Viajó desde Bostón para unirse a las fiestas. Un viaje paralelo al que hacía a Santa Marta cuando estaba en El Salvador. «Participar en la conmemoración de los 34 años de repoblación de Santa Marta es un honor y una emoción grande. Significativo también, tomando en cuenta que se hace en Estados Unidos, especialmente en Herndon, Sterling, una comunidad amplia de Santa Marta. Es grato ver como se recuerda la memoria histórica, que trasciende las fronteras», comentó David. 



Las hijas y los hijos de las personas migrantes tuvieron su espacio de diversión, reventaron piñatas y pudieron pintarse las caras con diseños coloridos. Para el grupo organizador, la participación de la niñez es fundamental en esta fiesta, ya que confían en que estas generaciones sigan replicando en el futuro la conmemoración que marcó a sus padres, madres, abuelos y abuela. Fredy Torres indicó que el espacio sirve para acercarlos precisamente a esa historia. «Dentro de 10 años estos niños van a ser adolescentes y dentro de 20 van a ser personas adultos y ellos van a seguir el legado que llevamos nosotros y por eso es que le damos prioridad a los niños», sostuvo. 


El campeón del torneo


Foto: Vilma Laínez

El torneo relámpago terminó pasadas las seis de la tarde. Fueron más de 10 horas de juego. Mientras se desarrollaban los partidos, la población también pudo degustar platillos típicos salvadoreños. Pupusas, tamales, pasteles, fueron parte del deleite que prepararon mujeres migrantes. 

Los equipos que jugaron la final fueron el equipo de la colonia El Campo y el caserío San Felipe, ambos de Santa Marta. El equipo del caserío San Felipe fue el campeón del torneo de los 34 años de regreso a casa. El premio fue de 200 dólares y un uniforme deportivo alusivo a la fiesta. Según Francisco Ramírez, el premio para el ganador del torneo masculino salió del mismo aporte de cada equipo, mientras que una compañía de un migrante patrocinó el premio para el partido de las mujeres. 


La fiesta bailable 


Las fiestas de Regreso a Casa finalizaron con el baile de discoteca. Acompañé a varias de mis amigas a esta fiesta para atestiguar el ambiente que se vive fuera de Santa Marta para esta fecha.  

Una de las asistentes al baile fue Amalia Méndez, quien lleva 16 años viviendo en Estados Unidos junto a sus tres hijxs. «Esta fiesta, de cierta forma, nos conecta con la misma comunidad, porque allá (Santa Marta) está mi familia y mejores recuerdos», dijo. 

Las chicas y los chicos lucieron trajes atractivos, dignos para la noche. El ambiente fue de alegría. Bailamos, tomamos, nos reímos y disfrutamos en comunidad.  


Etiquetas:Santa Marta

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