Ruth López, madre, docente, defensora de derechos humanos, abogada y notaria del Estado salvadoreño, aclara con firmeza su origen al señalar que nació en El Salvador y es hija de madre y padre salvadoreños. Este dato es relevante porque uno de los ataques más comunes en redes sociales es cuestionar su nacionalidad.
Con 46 años, vivió unos 26 fuera del país. Durante el conflicto armado, sus padres tomaron la decisión de mudarse a Nicaragua y, posteriormente, tras su separación, Ruth pasó 16 años en Cuba. Fue en este período que decidió estudiar Ciencias Jurídicas, a pesar de los cuestionamientos de su madre, quien sabía que, al regresar a El Salvador, esa elección académica sería todo un reto.
Aunque nunca se alejó por completo de El Salvador, en 2008, regresó El Salvador con sus hijos. El ajuste no resultó sencillo, no solo en la vida cotidiana, sino también en los ámbitos académicos y laborales. Ruth se esforzó por adaptarse al nuevo entorno. Esto no solo implicó ajustes en la rutina diaria, sino también en la necesidad de adquirir un profundo conocimiento del contexto salvadoreño. En este proceso, enfrentó cierta discriminación por no poseer todos los conocimientos locales, lo que la motivó a dedicar un mayor empeño al desarrollo de sus competencias en materia legal salvadoreña.
Con el tiempo, y tras especializarse en derecho electoral, Ruth López se ha convertido en una de las voces más destacadas en la materia. Se ha erigido como una fuente crucial para la divulgación de conocimiento sobre los derechos electorales, especialmente en el contexto electoral del 2023-2024. Esto la ha expuesto, sobre todo en redes sociales, a ataques de seguidores del oficialismo instaurado en El Salvador.
En esta entrevista, expone las motivaciones que la impulsan a difundir conocimiento; comparte su análisis sobre el futuro de El Salvador; y, resalta la importancia que otorga a los derechos electorales.
¿Cómo percibe la conexión entre el derecho electoral, derecho mercantil con la defensa de derechos humanos y cómo ha integrado esto a su profesión?
La defensa de derechos humanos, uno puede hacerla desde diferentes ámbitos. Cuando yo me gradué, mi primer amor fue el derecho mercantil. Me preguntan que cómo sigo siendo docente de derecho mercantil, cuando mi trabajo no tiene relación con eso. Siempre respondo que eso depende de la perspectiva con la que uno enseña el derecho. Lo mercantil o lo electoral no tiene por qué ser de élites; ni comerciales, ni políticas. Llegar a la defensa de derechos humanos no fue complejo para mí. De ninguna manera fue un tránsito difícil o forzado, porque al final todo lo que subyace al derecho es justamente los derechos humanos. Lo que pasa es que en nuestro país los derechos humanos han estado estigmatizados y muy asociados a temas de criminalidad. Pero la amplitud de los derechos humanos, de la defensa, de la igualdad, de la integridad, de la dignidad, de los derechos civiles y políticos, pero también de los sociales, económicos y culturales de la población son parte de lo que debe ser el ejercicio diario de cualquier profesional del derecho. Lamentablemente no es así para todos, pero sí lo es para mí.
¿Por qué decidió especializarse en derecho electoral?
Porque creo que la política es parte de la vida de todo ser humano y es lo que nos hace ser ciudadanos. El ámbito electoral siempre me gustó, desde que era estudiante, conocer, aprender sobre las campañas electorales. Me gradué en 1999, en Cuba, donde el derecho electoral no tiene un desarrollo como en otros países de América Latina. De hecho, es un derecho con una contracción mayor. Cuando regreso a El Salvador ya tenía experiencia en varios procesos de observación electoral en países de América Latina y eso me había obligado a estudiar. Empecé a estudiar las elecciones, los procesos electorales, los sistemas electorales y los sistemas políticos. Es decir, desde lo más simple hasta lo más complejo.
Cuando empiezo a trabajar en el Tribunal Supremo Electoral (TSE), tenía un enorme reto, porque, aunque tenía un conocimiento importante de base, lego en un momento de muchos cambios en el sistema electoral que se vino a partir del año 2009 por el resultado electoral 2010, por las sentencias.
Me tocó estudiar, ponerme al día con todo lo que mis colegas ya sabían. Yo tenía una perspectiva diferente del derecho constitucional, y un derecho constitucional que en El Salvador estaba sufriendo una transformación. El derecho constitucional empieza a adquirir una trascendencia justamente por lo que implica para el sistema electoral salvadoreño, con todas sus reformas. Yo ya venía estudiando el tema. Venía advirtiendo las reformas en el sistema. Y me había obligado a estudiar más. Ese tránsito, que lo vivimos todos, no me resultó tan difícil porque yo entraba en medio del proceso. Y eso me permitió ir especializándome.
Cuando salgo del TSE en el 2014, decidí que quería seguir estudiando la materia electoral. Y eso fue bien interesante, porque hay cosas que uno las estudia porque la vida se las pone enfrente. Y hay momentos en la vida en la que ya uno estudia porque quiere y porque puede. Ya era una decisión muy adulta, muy racionalizada, decir: esto quiero aprenderlo.
¿Cómo se relaciona el derecho electoral con los derechos humanos de la ciudadanía y con la garantía de la democracia?
Parte de los derechos humanos son precisamente los derechos civiles y políticos. El derecho electoral tiene como uno de sus centros el ejercicio de los derechos políticos y, por supuesto, también todos estos mecanismos de participación directa y de elecciones a través de los que se garantiza la participación, ya sea desde el sufragio activo, votando, o desde el sufragio pasivo, siendo electo. Están íntimamente relacionados, no es que no tengan una vinculación estrecha y directa. Y por supuesto, esto está muy relacionado con otro ámbito que siempre he amado: la docencia. Mi padre fue docente, desde su materia, y yo fui docente desde muy joven. Incluso siendo estudiante, era alumna ayudante, que era la figura que se utilizaba en la universidad. Siempre me gustó mucho enseñar, pero no solo enseñar a nivel académico, sino trabajar con la gente. Siempre me gustó mucho la relación con las personas en sus localidades y en esta promoción de los derechos de participación.
¿Cuál es la lectura que hacer del panorama político actual?
El Salvador está viviendo un proceso de contracción de derechos. Lo primero que debo decir es que nosotros nunca hemos vivido en una democracia plena; hemos vivido un proceso de construcción democrática. En estos momentos, vivimos en un proceso de regresión donde hay menos reconocimiento de derechos, hay persecución por el ejercicio de los derechos, hay menos garantías para el ejercicio de derechos e incluso el ejercicio de los derechos puede implicar riesgos. Creo que la situación será cada vez peor. Lo estamos viendo. No hay ninguna institución pública que garantice el derecho de la ciudadanía. Ni la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) que debería ser la institución primera institución llamada. O la misma Sala de lo Constitucional, como máximo intérprete de la Constitución y como instancia que debe asegurar un reconocimiento de un derecho humano fundamental vulnerado. No hay. Y esto ocurre porque hay una cooptación total del poder, del sistema de rendición de cuentas, del sistema de control. Y que además seguirá siendo así. Porque las instituciones han renunciado a su capacidad de control total. Donde hay un incumplimiento de deberes por parte de los funcionarios a todo nivel en la función pública. Entonces es un contexto muy difícil para ser ciudadano y ciudadana.
¿Qué la motivó a hacer divulgación de temas políticos, en especial de derecho electoral, en redes y ahora expandirlo a la plataforma de TikTok?
Uno de los principales problemas que tiene nuestro país es el desconocimiento de la gente de sus derechos y la forma de ejercerlos. Y bueno, antes se escribían libros, pero hoy hay que tratar de llegar a la gente de una manera distinta, mucho más simple, en menos tiempo. Es un reto de la comunicación. Y a veces quienes tenemos este tipo de carreras, como las ciencias jurídicas, la sociología, o la misma filosofía, complejizamos mucho nuestro lenguaje y nuestra forma de exponer. Entonces, decidí que había que hacerlo de una manera distinta. Y que a lo mejor no lo iba a lograr, pero que cualquiera que quisiera saber un poco más tenía un lugar donde encontrarlo. No es fácil porque requiere tiempo, diseño, reelaborar sobre lo que va a decir, cómo lo va a plantear. Pero creo que es una obligación de todo profesional. Lo veo como una obligación en la retribución que nosotros tenemos hacia la sociedad y de todo lo que la sociedad nos demanda. Los profesionales, a veces, somos muy egoístas, y eso pasa con distintos saberes, pero en el caso de las ciencias jurídicas, que es el que me atañe, podemos hacer más enseñándole a la gente. Claro, desde la perspectiva del poder, es mejor que la gente no sepa. Porque en la medida que la gente no sabe, ejerce menos sus derechos, exige, se moviliza menos. Es responsabilidad de nosotros y nosotras, que antes de ser licenciada y licenciado en Ciencias Jurídicas, somos ciudadanos. Esa condición del ejercicio de los derechos de ciudadanía es básica y, por lo tanto, yo me sentía en el compromiso de llevar el conocimiento que he adquirido a quien debe servirle, que en este caso es a la gente.
Usted opinó activamente durante el proceso electoral para las elecciones presidenciales y legislativas, llegando incluso a ser observadora en el escrutinio. ¿Cuál fue la motivación detrás de su participación? ¿Cree que más personas, especialmente jóvenes, podrían involucrarse en estos espacios?
Creo que es una obligación. No se vale que yo me quede con lo que sé. Creo que es una posición súper egoísta. Y ponerlo a disposición en la búsqueda del respeto del derecho de las personas es esencial. Cuando dije en público: » el partido que quiera que me hable y yo con gusto ahí estaré» (fue) porque estaba claro que tenía que acreditarme alguien. Y es una obligación para mí, desde mi perspectiva como ciudadana, como mujer, como docente, como madre porque uno tiene que dar el ejemplo. Si yo doy clases de esto, como me voy a quedar en mi casa viendo la televisión y documentando lo que veo. Definitivamente más personas se tendrían que involucrar y sobre todo gente joven. Tengo 46 años y todavía me quedan algunos años de trabajo, pero lo importante en esto sería, por ejemplo, que los estudiantes de Derecho Electoral se hubiesen podido involucrar, o que estudiantes de otras carreras, de comunicaciones, de periodismo, etcétera, desde su condición ciudadana. Porque para mí ese es el punto de la condición, no de sujeto como parte de una comunidad que vive, sino como persona con derecho y que por tanto también tiene deberes. Dentro de ese deber está el ejercicio de la ciudadanía.
¿Qué se necesita para activar a las personas a participar en política, teniendo en cuenta que la política no solo es partidaria?
Ha habido una estigmatización muy fuerte del ámbito político en El Salvador. Siempre se ha tratado de manera maliciosa y dañina de asociar el quehacer político con la política partidaria; y al final todos somos seres políticos porque todos recibimos servicios públicos, demandamos servicios públicos, somos sujetos de derechos, activamos instancias en esa demanda del derecho. Pero no somos conscientes de eso. Y por eso es que se producen todas las vulneraciones que se producen, y la ciudadanía simplemente las asume como normales. Eso tiene que ver con procesos formativos en casa y con procesos educativos. Pero como insisto, al gobierno nunca le interesa que la gente conozca sus derechos para que no los reclamen. En la medida que usted no sabe el derecho que tiene y cómo puede ejercerlo, en esa misma medida, el derecho no existe para usted. Porque te ahoga el desconocimiento.
¿Cómo maneja los comentarios de odio que recibe al estar en el ojo público?
Voy a confesarlo: tengo silenciadas las notificaciones. Entonces no las veo. Un día decidí, en la plataforma X que, si querían comentar algo, pues tenían que citar mi tuit. Porque eso permite que el que comente, diga lo que diga, también está exponiendo mi mensaje. Pero con toda la cantidad de ofensas, discurso de odio en cualquier ámbito de la vida, yo puedo poner algo sobre mis orquídeas y recibo comentarios de odio. Los tengo silenciados. En otras plataformas, uno puede poner filtros de palabras. Utilizo todo eso. En algunos casos los veo, cito post, hago capturas de pantalla. Porque creo tengo la obligación, como docente, de educar en todos los ámbitos. Porque más allá de que muchos los califican de troles también estudio los perfiles y, a veces, puedo advertir que son personas que tienen una forma de pensar diferente a mí y que se expresan de una manera soez, grosera. Tengo muchas experiencias de personas con las que he entablado una conversación a nivel de mensajes directos y terminan disculpándose. Esa separación artificial que a veces hacemos en las mismas redes sociales, y digo artificial, porque a veces simplemente son personas que tienen una mala información. Por ejemplo, a cada rato me dicen ‘usted es extranjera no tiene por qué opinar’, yo le contesto y le digo «infórmese bien, usted ha sido engañado una vez más».
En comparación con sus pares hombres, ¿ha notado alguna diferencia en el tipo de mensaje que recibe usted?
Sí, totalmente. En el caso de las mujeres y en mi caso particular, va muy enfocado al tema físico, a la distorsión de fotografías, caricaturas y referidos a la familia. Y también al quehacer como mujer. Es decir, me mandan a lavar platos, a cocinarle a mi marido. Y esos son comentarios que no se los hacen a ningún hombre. Es evidente como hay una línea muy misógina en los ataques.
Al ser parte de una organización que trabaja temas de transparencia, corrupción y derechos humanos, ¿cómo maneja esa dualidad de representar a una institución y mantener su voz activa y fuerte frente a la realidad del país?
En primer lugar, porque soy ciudadana. En segundo lugar, debo agradecer mucho a Cristosal y a la UCA también, porque la libertad de cátedra es parte del concepto universitario y un derecho también. En el caso de la organización, me han permitido mantener mis propios criterios. Además, en un tema en el cual la organización no tiene un trabajo de manera sistemática, como es el tema electoral. También hay un reconocimiento de base y es que los derechos civiles y políticos son parte de los derechos humanos. Por lo tanto, la defensa sobre el ejercicio de los derechos, esa defensa sobre la necesidad de un orden democrático donde funcione una rendición de cuentas, donde exista un Estado de Derecho, donde existan garantías para el ejercicio de los derechos de lo que tanto hablamos, como el tema de transparencia, como ese derecho de acceso a la información como derecho clave que me permite ejercer otros derechos, y por supuesto, el tema de la corrupción, que además afecta directamente los derechos de la ciudadanía, ha sido esencial. Entonces sí, ha sido un complemento importante y que también es parte de esa concepción amplia de los derechos y, por supuesto, de la apertura de la organización, a la que le estoy muy agradecida.
¿Cuál considera que puede ser la esperanza de El Salvador para enfrentar el contexto actual?
Dos cosas: uno enseñar donde el sistema educativo no está enseñando, donde el sistema educativo está restringiendo. Ahí las herramientas digitales se vuelven como más relevantes. Es importante no solo hacerlo de una manera distinta, sino qué es lo que enseñamos y cómo lo enseñamos. Y la otra es organizarse. El tema de la organización a nivel comunitario, a nivel de gremios, las mujeres tenemos un rol esencial en esta defensa de los derechos, de nuestros derechos y también de los derechos, cuando somos madres de nuestros hijos, de nuestras hijas especialmente. Así que creo que esos son los dos puntos relevantes: organizarse y enseñar.
¿Tiene algún mensaje para la ciudadanía, especialmente para las mujeres jóvenes y niñas del país?
En primer lugar, insistir. La vida en El Salvador y en América Latina ha estado marcada por mujeres y por lo tanto las mujeres no nos podemos permitir ni el silencio, ni dejar de luchar. Así que la organización, insisto, es necesaria. Desafortunadamente, también vivimos en un contexto de contracción de derechos, como les decía, pero nos toca remar y remar más duro.