Mujeres y hombres ¿pueden ser amigos?

Lorena Guzmán | 26/10/2021

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¿Puede haber amistad entre hombres y mujeres? Por supuesto. Pero la misma percepción de que esto no es posible refuerza roles de género que, a su vez, pueden dañar las amistades. Lorena Guzmán aborda en su texto la influencia que pueden tener los roles basados en desigualdad de género en la dinámica en los vínculos con el llamado «sexo opuesto».


Cuando veo películas o series donde los protagonistas son una pareja de amigos del «sexo opuesto», me siento casi expectante porque empiece la tensión romántica o sexual entre ellos y en la mayoría de los casos, eso es precisamente lo que pasa: luego de años de amistad, sucumben a un impulso romántico imbatible y resulta que este amigo o amiga era todo lo que estaban buscando en una pareja. Es una fórmula casi mágica, o parece serlo. 

Esta fórmula me recuerda mucho a las palabras de una ex pareja, que insistía mucho en querer convencerme de que yo no tenía que tener amistades con hombres, porque los hombres y las mujeres no pueden ser, en realidad, amigos. Precisamente en ese momento de mi vida, varias de mis amistades con hombres estaban en un momento de crisis, porque yo me sentía hastiada de estos vínculos o porque había una tensión incómoda en ellos que yo no quería abordar, pero que tampoco sabía ignorar. Aunque yo no creía en esa fórmula mágica, pasé muchas horas tratando de hacer sentido de ella y de que estuviera tan presente en la ficción y la realidad.

Más allá del claro intento de control en querer convencerme de no tener amistades con hombres, sí era verdad que en mi vida muchas de estas amistades se habían terminado por supuestas tensiones románticas no resueltas o porque la amistad, más que sentirse como un apoyo, se sentía como una enorme responsabilidad. Aunque no está mal que los vínculos impliquen responsabilidades, me molestaba sentir que era únicamente yo quien asumía esas responsabilidades.

Leí que, para algunos hombres, la apariencia de una mujer es un criterio para establecer amistad con ella. También que la esperanza de tener un acercamiento romántico en el futuro era un factor importante a la hora de establecer un vínculo de amistad. Por esto mismo, los hombres que están en relaciones de pareja parecen establecer menos amistades con mujeres.

Para mí, la conclusión no es que las mujeres y los hombres no podamos ser amigos, es que hay hombres (y a veces mujeres) que no saben ser solo amigos, por distintos motivos, como la percepción hegemónica de que el contacto entre sexos opuestos solo puede ir encaminado a construir una relación romántica o sexual y la influencia de los estereotipos basados en las desigualdades de género dentro de estos vínculos afectivos. 

Hemos ignorado mucho tiempo que los roles de género no solo condicionan nuestras relaciones amorosas, si no también las de amistad. A veces se expresa en expectativas románticas, según las cuales la amistad se convierte en un juego de conquista, en el que finalmente la mujer se interesa en su amigo. Es aquí donde nace la famosa “friendzone” o zona del amigo. El problema con estas expectativas es que muchas veces entran en conflicto con los deseos de las mujeres en los vínculos. Se les culpabiliza (por terceros o por su amigo) por no tener interés romántico o por “no apreciar” el esfuerzo de su amigo en conquistarla. Ver a las mujeres como conquista también es deshumanizante. 


Ilustración: Lorena Guzmán

Los roles de género también están presentes en las amistades en otro tipo de expectativas: las de cuidadoras. Recordemos que las mujeres también tendemos a ser consideradas como las responsables de ser cuidadoras, especialmente de los hombres dentro de estos vínculos. 

Es lo que se espera de nosotras: que nos encarguemos de las necesidades emocionales de los hombres y que asumamos la carga afectiva que viene dentro de la construcción y mantenimiento de cualquier vínculo afectivo. Una amiga siempre tiene que querer escuchar, abrazarte, comprender y estar ahí para brindar apoyo y sobre todo, no tenemos que esperar que esto sea recíproco, porque no es trabajo de hombres ocuparse de los sentimientos, ni de los suyos y mucho menos de los de las demás. 

He vivido -y no soy la única- dentro de muchos vínculos dinámicas en las que la relación gira en torno a atender las necesidades emocionales del hombre, quien llega incluso a reconocer su ineptitud para la afectividad y se niega a sobreponerse o cambiar, pero sigue demandando el cuidado y atención que como amiga, deberíamos de querer proveerles. 

Y hay muchas de nosotras que estamos cansadas de fungir como centro de rehabilitación o psicóloga gratuita.

Los amigos también pueden ejercer violencia de género. Adjudicándose la bandera de la confianza, hacen comentarios o tienen conductas sexualizantes o violentas que se justifican como bromas, pero que realmente no lo son. 

Vemos el rostro de una persona en la que confiamos y a veces por eso ignoramos que estas cosas son una forma de agresión. A veces la agresión va de la mano con el interés romántico y se evidencia cuando estos amigos intentan ejercer control sobre otras amistades con hombres o sobre nuestras parejas. También se puede manifestar en “disfrazar” la amistad como una relación romántica, con tal de alejar a otros hombres o a la pareja de su amiga.



Mientras no abordemos estos roles de género en nuestras amistades y los hombres no afronten estas ideas presentes en su manera de establecer vínculos con mujeres, nosotras vamos a estar expuestas a ser vistas sólo como un interés romántico o sexual, llegando incluso a ser víctimas de microviolencias. Según la psicóloga Brittane Turner, las mujeres también expresan ser conscientes de estos intereses sexuales o románticos de parte de sus amigos y les incomoda.

Después de varios años estoy más que convencida de que vivir bajo estos roles no es lo que yo quiero dentro de mis amistades. Quiero amistades en las que todas las necesidades afectivas sean tomadas en cuenta. Quiero vínculos en los que no se me sexualice, donde me sienta respetada y apreciada como persona, lejos de lo deshumanizante que es solo poder ser vista como psicóloga gratuita, o un objeto de deseo que tiene que ser controlado. 

Esta no es mi carta de renuncia a tener amistades con hombres, pero sí es una manera de darle nombre a todas estas situaciones que han ido condicionando mis amistades con ellos y que hasta cierto punto, ahora me impiden sentirme segura estableciendo este tipo de vínculos. 

Etiquetas:amor romántico

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