Un espacio seguro para luchar contra la violencia online hacia las mujeres

12/08/2019

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Los espacios seguros y anónimos donde las mujeres puedan hablar sobre sus experiencias con la violencia online son necesarios para compartir testimonios, intercambiar ideas, sanar y desarrollar resiliencia. Por Luisa Ortiz Pérez

Este artículo es el segundo de una serie sobre periodismo y género a cargo de Chicas Poderosas, una comunidad global que promueve el liderazgo femenino y genera recursos para darle forma al futuro del oficio.

Después de escribir un editorial sobre su experiencia con el acoso sexual, la periodista del New York Times Kim Barker contó que un comentarista la calificó de “gorda” y “poco atractiva” y le dijo que “nadie querría violarla”.

Dos grandes generalizaciones tienden a acompañar las discusiones sobre violencia de género online contra periodistas, freelancers y mujeres que trabajan en el ecosistema de los medios de comunicación.

Una es causal: la violencia estaría relacionada con el trabajo que realizan las mujeres, los temas que cubren y su éxito y, por lo tanto, no hay nada que podamos hacer al respecto. La otra es experiencial: todos en la industria de los medios experimentan alguna forma de violencia y las mujeres necesitan desarrollar una piel más dura o mantenerse alejadas de temas polémicos, roles de liderazgo y emprendimientos.

Es hora de que arrojemos algo de luz sobre lo inútiles y poco productivas que son ambas generalizaciones.

Comprendiendo la violencia de género online

La violencia online contra las mujeres es definida por Naciones Unidas como “cualquier acto de violencia contra las mujeres por motivos de género cometido, asistido o agravado en parte o totalmente por el uso de las TIC, como teléfonos móviles y teléfonos inteligentes, Internet, plataformas de redes sociales o correo electrónico, contra una mujer porque es mujer, o que afecte a las mujeres de manera desproporcionada”.

En 2018, trabajé junto a Estrella Soria para estudiar de qué manera las mujeres lidian con la violencia de género online en América Latina. Nuestros hallazgos, que se encuentran en la publicación Hacks de Vida, se centraron en los efectos de la violencia de género en la comunidad periodística y, en particular, en las vidas de mujeres reporteras, editoras, directoras y propietarias de medios.

Notamos que las generalizaciones causales y experienciales deshumanizan el problema al ubicarlo como parte de un debate político o de salud pública. Estas generalizaciones ignoran el daño personal de la violencia online y su efecto en los individuos, ya que casi todas las periodistas que entrevistamos para la publicación dijeron haber experimentado algún tipo de acoso online que se centró en su persona, género o sexualidad.

“No eran críticas hacia mi trabajo; en realidad era la destrucción de mi persona”, dijo la editora digital de una publicación alemana a Masullo Chen en su estudio “Mujeres periodistas y hostigamiento online”, publicado por el Center for Media Engagement.

Otra investigadora, Michelle Ferrier, escribió el informe “Ataques y acoso” acerca de la violencia contra periodistas y freelancers. “La mayoría de las encuestadas dicen que en los últimos cinco años han visto un aumento en todo tipo de amenazas, tanto físicas como online”.

La cultura de las redacciones y la sociedad en general enseñan a las mujeres periodistas que la violencia y el acoso son parte del oficio. Además, puede ser difícil para las mujeres reconocer el hostigamiento, ya que muchas se han vuelto insensibles al dolor como resultado de informar sobre el sufrimiento de los demás, y el trauma producido por el acoso online no tiene un efecto físico directo.

“Nunca la vi agotada” dijo una periodista latinoamericana entrevistada para Hacks de Vida, sobre una colega que estaba sufriendo ese tipo de acoso. “Tiene más de 50 años, pero ya había incorporado en su cotidiano lo que le estaba pasando a ella y a las demás compañeras. Había normalizado los incidentes (…) Con ella el trabajo fue reconocer lo que identificaba como violencia y lo que no tenía reconocido. Me impactó la naturalización. Como si su cuerpo se prestara a no reconocer”.

Denunciando el acoso

No hemos estudiado la reacción social resultado de compartir públicamente que una persona está siendo acosada online. Lo que sí hemos observado en la mayoría de los casos, sin embargo, es la pérdida de credibilidad de la mujer después de hablar sobre su situación de acoso, así como su posterior o simultánea re-victimización.

Para una mujer, su medio o el equipo en el que trabaja reconocer la violencia online puede ser altamente sensible. Cambia todo en su vida si decide hacer públicos los nombres y los detalles de su experiencia. Puede tener un efecto importante en su salud mental –incluso retraumatizarla–, y cambia la forma en que ve su profesión.

“Me manda una alerta mi Facebook que dice que alguien entró en mi perfil desde otra ciudad. Me ha pasado como tres o cuatro veces”, contó una periodista latinoamericana entrevistada para Hacks de Vida. “Lo registro en mi bitácora de incidencia y hago una captura o dejo el mensaje en una carpeta de Gmail porque Gmail me avisa que trataron de cambiar la contraseña. Cuando me dice eso cambio todas las contraseñas: la de Twitter, la de Facebook, la del correo electrónico”.

La dificultad para reconocer el acoso online y la naturaleza compleja de informar el tema a las autoridades pertinentes muestra que la voluntad política y las estrategias de recursos humanos no son suficientes para combatir el problema. Lo que se requiere es un cambio cultural en la redacción, una protección efectiva y un sistema de apoyo para quienes enfrentan la violencia online.

Explorando soluciones

Si bien muchas plataformas tecnológicas han ofrecido algún tipo de apoyo, muy pocas periodistas o editoras confían en la tecnología para abordar la violencia online.

“En América Central nunca soñaríamos en pedirle ayuda a Facebook, Twitter, YouTube o Pornhub por un caso de acoso online”, dijo una defensora de los derechos de las mujeres de la región. “Realmente dudamos de que puedan ser de alguna ayuda en cualquier caso de acoso”.

La forma en la que se ofrece apoyo digital es contraproducente, inútil o revictimizante. La creencia de que la violencia se puede deshacer con un solo clic en el botón “denunciar” de una plataforma de redes sociales es engañosa y poco realista, como se reveló ampliamente al hablar con expertos online sobre violencia de género para Hacks de Vida.

No existe una solución mágica o estándar para aplicar a todos los casos de hostigamiento online contra mujeres periodistas. A pesar de las similitudes en las tácticas, cada perpetrador es único, como lo es cada víctima. Las periodistas sometidas a situaciones de acoso no necesitan una única solución, sino un entrenamiento basado en soluciones y en la toma de decisiones, así como un espacio para poder compartir sus experiencias y trabajarlas.

Descubrimos que los espacios seguros y anónimos donde las mujeres puedan hablar sobre sus experiencias con la violencia online son tan necesarios como inexistentes en la esfera digital. Cuando las mujeres se reúnen en un espacio seguro, pueden compartir testimonios, intercambiar ideas, sanar y desarrollar resiliencia.

Vita Activa

La convicción de que la comunidad y el apoyo empático son clave para desentrañar las complejidades de la violencia online es lo que llevó a la creación de Vita Activa.

Vita Activa funciona como una línea de ayuda y un laboratorio de soluciones para mujeres periodistas, activistas y defensoras de los derechos de las mujeres que se enfrentan a la violencia online y quieren cambiar las formas de lidiar con los ataques y los perpetradores. Detrás de la línea hay personas capacitadas en primeros auxilios psicológicos, resolución de conflictos y pensamiento estratégico, que trabajan con periodistas que han sufrido hostigamiento y crean soluciones adaptadas a sus respectivos casos.

La lucha contra la violencia online contra las mujeres periodistas no terminará pronto. Según el Informe de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres, “el rápido desarrollo de la tecnología y los espacios digitales, incluso a través de la inteligencia artificial, dará lugar inevitablemente a nuevas manifestaciones de la violencia online contra las mujeres. […] A medida que los espacios digitales se transforman y se desarrollan, también lo debe hacer la aplicación e implementación de las normas de derechos humanos en esas áreas”.

El poder de la violencia puede ser desmantelado si cada periodista está equipada con las herramientas que necesita para enfrentarla y con un círculo unido de aliados que la acompañen en la lucha.

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