23.03 – Benditos los picks ups de frutas, verduras, mariscos y lácteos

Metzi Rosales Martel | 23/03/2020

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Otra vez me desperté preocupada por la comida. Ya desistí de la idea de ir al supermercado, la opción será comprar en línea. Tengo miedo de salir y no poder regresar hasta en 30 días. Claro, esa elección no es libre para todas las personas en nuestro país. Malditos privilegios.

Ilustración por Natalia Franco

San Salvador, El Salvador

Lunes, 23 de marzo de 2020

Pst, pst, holas,

Otra vez me desperté preocupada por la comida. Ya desistí de la idea de ir al supermercado, la opción será comprar en línea. Tengo miedo de salir y no poder regresar hasta en 30 días. Claro, esa elección no es libre para todas las personas en nuestro país. Malditos privilegios.

Hoy me dormí a las 3:00 a.m. Pasé leyendo y no sentí el tiempo. Me despertó el golpe de un martillo. El vecino estaba arreglando -o jodiendo- el techo de su cochera… hizo un gran desvergue. Me he preguntado en qué consiste su teletrabajo, ya que la cuarentena lo tiene reparando las goteras de su cochera…

Estaba pensando en comprar en línea, cuando escuché el megáfono de “la looonja, caaamaaarooones”. Mi hipotálamo se emocionó. Aluciné. Es como cuando estás enamorada y esa persona aparece sin previo aviso. Pude comprar algunas frutas y verduras, queso, un galón de leche (no sé qué putas haré con tanta, se vence el 31 de marzo), lonjita y camarones. Los plátanos que traía ya estaban encargados. Y ya venía desabastecido de güisquiles. Pregunté en la tienda, obvio que por WhatsApp, si tenían: solo había uno y a $0.50 centavos. Así de caros están en menos de un mes… El señor del pick up y su ayudanta me dieron su número de teléfono para que haga mi encargo para el próximo lunes.

Gracias a estas personas podemos seguir llevando nuestra vida durante la cuarentena. Sin embargo, ellas solo sobreviven. Este contingente suma 750 mil 637, es decir el 42.49 % (Digestyc, 2019)[1]. No compro frutas ni verduras en los supermercados. Sospecho que son pagadas a un precio pírrico a quienes las producen.

Salí sin mascarilla. Mi vecino – el martillador y taladrador – y su esposa también. Me percaté de que otros dos vecinos trabajan en instituciones del gobierno. Ellos sí portaban sus mascarillas y guantes. Al igual que las dos personas proveedoras de alimentos. Uno estaba bien serio, como molesto, quizá por nuestra falta de mascarillas. Nos saludamos, pero guardamos el distanciamiento social. Como soy mala para el tema del espacio y las medidas, no sé si estábamos a suficiente distancia. Me costó no acercarme a las frutas y verduras. Me gusta contemplar su forma, color y textura. Quisiera haberlas tocado y olido. Así que cuando entré con mis compras, las olí, lavé y sequé. Tuve un flashback a mi lejana infancia, cuando pasaba horas y horas lavándolas y secándolas. Me tardaba mucho con tal de que mi mamá no me pusiera a hacer otra cosa, jajajaja. Estos días me han hecho recordar mucho pasajes bonitos de mi infancia. Intento llenarme de buenos momentos. En mi vida adulta, agradezco que ella me enseñara a hacer todo. Así aprendés a ser independiente y a hacer casi todo en tu casa. También sé clavar, al martillo le tengo miedo o respeto.

Hoy también hice limpieza. El tiempo que ya no pierdo en manejar de un lugar a otro, lo quiero invertir en tener limpio mi hogar/sitio de trabajo. Además, necesito olvidar que estoy encerrada y matar el tiempo.

Hace más de una semana que no veo a la señora donde compro frutas y verduras. Ella me despierta ternura. La extraño. Siempre me imagino cómo es su vida, pero me da pena hacerle preguntas. No quiero ser invasiva. Después de la cuarentena, le llevaré un postre. O algo rico que yo haya cocinado.

Por cierto, no compré langostas. Ni las venden. No somos tan fancy en esta residencial. O eso creo yo.

Abrazos perrunos, felino y humano,

Metzi 

[1] La Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2018 incluye en el empleo informal a los asalariados y trabajadores familiares ocupados en establecimientos de menos de cinco trabajadores, así como a trabajadores por cuenta propia y patronos de empresas con menos de cinco empleados en ocupaciones que no son profesionales, técnicas, gerenciales o administrativos.

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