Una sexóloga feminista a tu servicio

Violeta Belhouchat | 10/10/2020

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La sexóloga feminista francochilena Violeta Belhouchat tendrá un espacio en Alharaca para compartir información y contestar preguntas sobre sexualidad. Esta columna es su carta de presentación.

¡Mucho gusto! ¡Encantada! Mi nombre es Violeta Belhouchat y aquí estoy para ayudarte. Estoy feliz de estar aquí y de encontrarte a través de estas líneas. Lo que más quiero es escucharte y saber cuáles son las preguntas que te haces respecto a tu sexualidad. Quiero conocer tus inquietudes y esos pensamientos o dudas que dan vueltas en tu cabeza o que te quitan el sueño. Tal vez es un detalle que te obsesiona, o tal vez tienes secretos que nunca le has dicho a nadie y que hacen de tu vida sexual un tormento o un motivo de angustia constante.

Quizás no lo sabes, pero a menudo la sexualidad, en vez de ser una fuente de placer y de goce, es una fuente de ansiedad y preocupaciones. Y eso no sólo por el embarazo no deseado (o deseado), las infecciones sexualmente transmisibles o las enfermedades del aparato genital. En realidad, muchas personas adolescentes y adultas no tienen con quién hablar de sexualidad y se sienten muy mal en su vida afectiva e íntima. En este estado de insatisfacción, pueden sentirse atrapadas o inmovilizadas personas de todas las edades, condiciones y situaciones: personas delgadas o en sobrepeso, personas adineradas o precarias, personas en pareja o solteras, con hijos y nietos o sin hijos, personas con éxito profesional o sin trabajo. Los momentos de dificultades sexuales las viven en todo el mundo hombres, mujeres o personas no binarias.

Y, tengo que decirlo: las series de televisión no ayudan mucho. Al contrario, acomplejan un montón porque las relaciones románticas y también los encuentros eróticos parecen perfectos. Te aseguro que los cuerpos perfectos, los rostros maquillados al levantarse y la sensualidad después de una larga jornada no es el pan de cada día para la mayoría de la gente. Y eso en todo el mundo: también en París, Nueva York, Venecia, en la playa de arena blanca en Tahití y en todos esos lugares maravillosos que sirven de telón de fondo a películas de amores tórridos.

Las películas son películas. Y los actores y las actrices son personas cuyo trabajo es controlar su voz, su cuerpo y sus emociones, rodeados por un equipo de vestuario y de maquillaje. Soñar con relaciones idílicas y con una vida trepidante de sexualidad explosiva es bueno, pero en dosis pequeñas. Como el azúcar. Construir relaciones afectivas y sexuales saludables con el cuerpo que tienes es mejor. Es más saludable, más concreto y real. Y no creas que te estoy diciendo que tener relaciones sexuales es obligatorio. Para nada. Ser coherente contigo mismo o contigo misma es lo esencial. Hay personas que se llaman a sí mismas asexuales. Es su derecho. Lo importante es vivir en acuerdo con tus deseos, no seguir las obligaciones de nadie, y vivir tu sexualidad sin dañar a nadie.

Me gusta decir que la vida sexual es como la cocina. Antes de pasar a la mesa, hay que imaginar lo que quieres comer. Luego ir a buscar lo que necesitas. Y dar tiempo, energía, atención y dedicación a lo que haces para producir momentos deliciosos.

No te creas que el banquete llega a tu mesa haciendo clic con los dedos como la publicidad del perfume One million de Paco Rabanne. Ese es el centro del asunto. Vivimos en una época sumergida en imágenes continuas de publicidad, de series televisivas, de películas, de redes sociales, de sex toys y de pornografía.

Adolescentes y adultos viven más pendientes de esas imágenes invasivas que conscientes de sus cuerpos, emociones, afectos, deseos y aspiraciones profundas. El problema es que para vivir un momento de sexo de ensueño hay que estar con los pies bien arraigados en la tierra, hay que saber respirar relajadamente, hay que darse tiempo. Y sobre todo apagar el teléfono, la computadora y la televisión. Hay que comer sano y sentirse bien físicamente, hay que querer el propio cuerpo tal como es, hay que estar dispuesta a hablarse y escucharse mutuamente y a vivir un momento único.

Y en todo esto te preguntarás qué me llevó a ser sexóloga. Pues, fue descubrir que en el mundo 1 mujer de cada 3, y 1 hombre de cada 6 es víctima de algún tipo de violencia sexual. Y que 200 millones de mujeres, es decir 1 mujer de cada 17,5, sufrió una mutilación sexual. Descubrí que esa parte de la vida nos puede llevar flotando al séptimo cielo o transformarse en un tobogán al infierno. Salir de ahí cuesta trabajo. 

Pero personas que no han vivido situaciones traumáticas graves como el incesto, la agresión sexual, la violación conyugal, el acoso, el asalto sexual de un pedocriminal, el chantaje u otros traumas sexuales, también pueden necesitar ayuda. Tener un encuentro sexual es vivir una experiencia íntima. Y en la intimidad de cada cual puede llevar heridas e inseguridades que afectan de distinta manera la expresión sensual y sexual, afectiva o emocional.

Siendo sexóloga me siento capaz de ayudar a mucha gente y eso me hace feliz. Me divierte explicar y enseñar.  Y siempre hay oídos atentos al momento de describir la anatomía genital, los procesos de excitación sexual, las fases de un orgasmo… La lista de temas sexuales es larga.

Por eso y para estar al servicio de tus necesidades de información, con el equipo de Alharaca te proponemos 4 encuentros regulares en espacios distintos: un DICCIONARIO SEXUAL compartido en la página web, Instagram y Facebook, un WEBMINARIO o CONVERSATORIO de 1 hora hecho para tu participación directa a través de la plataforma Zoom, por supuesto un INSTAGRAM LIVE para hablarte SinVergüenzas donde quiera que estés y esta columna ideada para que pensemos sin tapujos en nuestra sexualidad humana. La de verdad, no la de las películas.

Y así como en las relaciones sexuales la base es el consentimiento, en esos 4 espacios la base es una regla de oro: fomentar la salud sexual y los derechos sexuales de cada una y cada uno

Por eso mi firma es “Violeta Belhouchat, sexóloga feminista.” 

¡Hasta pronto! Y que el placer no sea sólo mío.

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