Antonia, o Toñita como le dicen sus compatriotas salvadoreñas, se define a sí misma como comerciante, trabajadora, una mujer hermosa, madre y, sobre todo, feminista. «Y no feminista recién llegada. Soy feminista desde hace más de veinte años».
Tampoco es recién llegada en España, donde vive y trabaja como cuidadora desde 2016. Comenta que el trabajo es pesado, pero no como en su pueblo. En El Salvador, hacía y vendía tamales. Tomaba el primer bus desde San Isidro, su municipio, hasta el mercado La Tiendona en la capital. Después, preparaba el producto en su casa, se subía un guacal con 300 o 400 tamales a la cabeza y salía a vender. “Yo amo mi trabajo, pero no iba a querer que mis hijas se estuvieran levantando a las tres de la mañana como me levantaba yo”, dice. Tenía como meta que sus tres hijas tuvieran una carrera universitaria.
Y a la par del emprendedurismo llevaba el activismo. Fue integrante del club de empoderamiento de mujeres de Voces Vitales y formó parte de la Asociación de Desarrollo Económico Social (ADES) de Santa Marta para posicionarse en contra de la minería. Cuenta que la minera canadiense Pacific Rim le compraba refrigerios y usaba su imagen para realzar la labor social con las mujeres emprendedoras de la zona.
Pero cuando la empresa minera entró en juicio contra el Estado salvadoreño, se envió a un consultor a San Isidro para evaluar la labor de proyección social y Antonia vio su oportunidad para exponer la verdad. «Ellos me han utilizado. Si me ponen una balanza del medio ambiente y el negocio, yo me quedo con el medio ambiente (…) y ellos, a mí, me salen debiendo porque han utilizado mi imagen sin cintura económica», cuenta.
Justamente fue su situación económica la que la llevó a decidir migrar. El negocio de tamales no iba muy bien y la educación superior de sus hijas debía pagarse. Cuando emigró, se llevó su espíritu de lucha consigo. A los 8 días de haber llegado a España se inscribió a un taller de geriatría. Se lo recomendó una amiga que sabía que a Antonia le gusta aprender y asistir a capacitaciones. A los 7 meses se organizó en «La voz de salvadoreños en España», donde la invitaron a otras actividades y asociaciones feministas. Cuando no participa en una, lo hace en otra. También forma parte de la Plataforma Grupo Turín y Las brujas migrantes.