Heidi, guatemalteca y de 37 años, lleva seis años haciendo trabajo remunerado del hogar en Madrid. Y opina lo contrario: disfruta más de su trabajo cuando siente cercanía con sus empleadores. «Los trato como si fueran mi familia. A los abuelitos les cantaba, me ponía a bailar con ellos, juego con los niños». La llena de satisfacción sentir que las familias la quieren.
A Heidi le tomó más de un año encontrar un trabajo y, hasta ahora, la mayoría de sus empleos han sido de jornadas cortas, salarios muy bajos y sin contratos. Conseguía trabajos por aquí y por allá: por temporadas limpió casas y restaurantes, cuidó a adultos mayores. Por un tiempo, en 2018, trabajó limpiando las escaleras y áreas comunes de edificios de apartamentos. Debía limpiar 12 edificios de entre 5 y 10 pisos en tan solo 6 horas; un promedio de un edificio entero en menos de media hora, todos los días, por 350 euros al mes. Terminaba al mediodía y, por la tarde, limpiaba casas. Estas jornadas le provocaban dolores de espalda que no la dejaban dormir.
Durante el confinamiento por la pandemia en 2020, siguió trabajando, pero limpiaba menos edificios porque los inquilinos no podían pagar la cuota. Tampoco pudo limpiar casas particulares por varios meses. Como esos trabajos eran informales, los empleadores no estaban obligados a pagarle nada. Además, su esposo tampoco podía trabajar y las ayudas estatales que le tocaban se tardaron en llegar. El primer mes de confinamiento, ella, su pareja y sus dos hijos, lo sortearon con apenas 150 euros (aproximadamente $160) para vivir.
En 2021 por fin encontró un trabajo bien remunerado, el mejor que ha tenido hasta ahora, dice. Debía recoger a tres niños del colegio, llevarlos a casa y pasar las tardes con ellos. Por media jornada diaria ganaba 600 euros mensuales. Pero Heidi decidió sacrificar ese ingreso y renunciar porque ese horario le impedía cuidar a sus propios hijos y había tenido que pagar a alguien más para que los recogiera del colegio: «¿Quién me los cuida a ellos? No tiene lógica trabajar yo de cuidar y pagar para que alguien cuide a mis hijos».