No basta levantar tu plato

Lauri García Dueñas | 21/12/2022

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Las fiestas de diciembre conllevan muchas tradiciones, pero hay una que las familias salvadoreñas deberíamos dejar atrás: la imposición de todo el trabajo de preparación sobre las mujeres. En su columna de fin de año, Lauri García Dueñas increpa a los patriarcas y a los «golden boys» salvadoreños: ¿Hasta cuándo van a descansar mientras las mujeres de sus familias les sirven y agasajan?



Aparece diciembre en el calendario y ya estamos planeando dónde comeremos el 24 y el 31; empezamos a soñar con la famosa salsa navideña, con suerte, un pavo, una gallina india, o bien, unos buenos tamales. Tal vez, un lomito o una pierna con piña. Juntar el pisto para las manzanas y las uvas. 

En las familias salvadoreñas tradicionales y otras no tan tradicionales, quienes suelen encargarse de preparar los alimentos, decorar las casas y comprar los regalos son las mujeres. 

A pesar de que muchas familias sean disfuncionales, violentas, abusivas o todas las anteriores; intentarán sentarse juntos en armonía frente a la mesa. 

En tan importantes fechas y, como suele suceder, las atenciones se pueden ver multiplicadas hacia los patriarcas (abuelos y padres) o hacia los golden boys (hijos, sobrinos o nietos preferidos). Llenos de atenciones, si bien les va a las organizadoras, los agasajados levantarán sus platos y los pondrán en el lavatrastos al finalizar de comer, pero algunos, ni eso. Algunos tienen el privilegio atrevido de que les sirvan los tragos y las bocas.  

Y si levantan su plato, ¿será eso suficiente? ¿Durante cuántos años más el trabajo de la cocina, la limpieza y la decoración navideñas recaerá en los cuerpos y economías cansadas o devastadas de las mujeres de la familia? 

Además del problema de ahondamiento en el alcoholismo que se presenta en estas fechas y su consecuente peligro para las y los menores de edad que, por el relajamiento familiar, pueden caer en manos de los pedófilos; hay otros aspectos como la feminización del trabajo del hogar y los cuidados que estas fechas nos pueden servir para cuestionar. 

No, queridos patriarcas y golden boys, no podemos terminar el año subrayando sus privilegios, el hecho de su simple existencia privilegiada de hombres latinoamericanos no les exime de participar en toda la serie de trabajos que implica preparar una cena navideña o de fin de año. Así que no se aprovechen de su ventaja estructural, celebrar en familia debe ser, cada vez más, más equilibrado. Y no sólo simuladamente equilibrado sino realmente equilibrado.

Así que quedan exhortados a reservar parte equitativa de su presupuesto y aguinaldo para estos agasajos, participar en la carga mental de los preparativos, hacer listas, hacer compras, pedir las tallas de los estrenos de los niños, ir por ellos, ser parte de los comités decorativos, meterse a fondo en la cocina, no solo para preparar los alimentos y que les aplaudan, sino en la tarea más dura del día posterior que implica lavar, no solo su platito sino las decenas de ollas, bandejas, platos, pailas, cucharas, tenedores, etc. Se habrá de barrer, trapear, sacudir, ordenar, también cuidar a las y los niños, por nada del mundo se les vaya a ocurrir tocarlos sexualmente, ni aprovecharse de las adolescentes de la familia. Ni aportar comentarios fuera de tono sobre los cuerpos de las mujeres del clan. 

No, hombres, esta navidad y este fin de año, no basta con levantar su plato, no basta con «ayudar», se trata de ser corresponsables de manera equitativa de todo lo que hay detrás de que una familia se siente alrededor de una mesa. 

Feliz navidad y feliz 2023, con menos opresión de género para las mujeres y madres, con menos tasas de abuso infantil. Y por más hombres realmente corresponsables. 

Ocúpense, no sean ayudadores: 


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