Spoiler: maternidad

Lauri García Dueñas | 11/11/2022

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La escritora Lauri García Dueñas llegó a la maternidad sin información importante y con una idea endulcorada de cómo sería ejercerla. Dirige esta columna a una mujer que se encuentra ante el dilema de decidir ser madre, para que tome esa decisión sabiendo lo difícil y hermoso que es.


Conocí a A en un evento internacional, ella tiene 39 años y me dijo que planeaba congelar sus óvulos y parir a su primer hijo a los 45, pues ahorita tiene muchos proyectos que no quiere interrumpir. Con cara de plop, le pregunté por qué deseaba tener un hijo; creo que el deseo sostenido es lo único que nos salva a las mujeres y personas en la capacidad de gestar en la catástrofe de la maternidad; y me dijo que porque quería llenar a un ser humano de mucho amor. Tragué en seco. 

Otra amiga me dijo alguna vez que quería tener un hijo para que la cuidara cuando ella fuera adulta mayor. Las razones para tener hijos son muy disímiles y válidas, pero,  muchas veces, en lo que queda de mi conservadurismo cultural, me cuesta entender algunas. 

Tuve la tentación de no decirle absolutamente nada a A. porque he aprendido que no hay que darle consejos no solicitados a las mujeres y/o madres, pero pudo más mi preocupación porque la maternidad posmoderna en el necrocapitalismo con opresión estructural de género no golpeara, una vez más, a una idealista utópica como la que yo fui alguna vez. 

Yo llegué a la maternidad sin información importante y queriéndome apegar a una idea edulcorada de esta, pero, luego, la realidad me golpeó de una manera brutal. 

Por ello, le dije a A, de la mejor manera que encontré, que no es solo soplar y hacer botellas, que un cuerpo de 45 años en un primer parto puede estar en peligro de muerte y traer consecuencias irreversibles para el bebé. Que quizás una no se termina de autorrealizarse nunca pero que, si desea parir un hijo, habría que hacerlo ahora y luego seguir con los proyectos. 

También le expliqué que aunque actualmente tenga una pareja, más de la mitad de hombres no continúan al lado de la mujer o hijxs luego de los partos. Y, sobre todo, le dije que la maternidad es, dolorosamente, la cuasi supresión de la esfera individual al servicio de la vida de otro ser humano y que una es invadida y demandada de una forma tremebunda por las criaturas, lo que no es nada cómodo y, además de la depresión postparto, llegan, de golpe, todos los traumas no trabajados de la infancia propia. 

No es tan simple como querer “llenar de amor a un ser humano” cuando llevas días, meses y años sin dormir bien o darte una ducha decente. Y tienes que recordar el día de las vacunas, poner antibióticos en los ojos cuando duerme, cortar uñas y tantas e innumerables cosas que lxs niñxs necesitan. 

Las madres no deberíamos vivir en un estado de sobrecarga permanente pero muchas tenemos que afrontarlo, sobre todo si el genitor nos abusó y tuvimos que separarnos. También depende mucho de la red de apoyo para los cuidados que puede hacer la diferencia entre seguir cuerda o enloquecer. 

Además, se necesita mucha paciencia y mucha fuerza sobrehumanas para la crianza. Casi ninguna mente humana sale indemne de las exigencias, los gritos y berridos de bebés e infantes. Una tiene ganas de salir huyendo. Algunxs lo hacen. Platicar conmigo de los bemoles de la maternidad es un anticonceptivo seguro, comentaba otra amiga. 

La maternidad es la consecuencia de un deseo del que no se vuelve nunca. No se puede devolver a los nacidos al polvo cósmico. Ni regalarlos a las monjitas (aunque den ganas). Hay que mantenerlos, educarlos, intentar que abracen la cultura y acompañarlos a convertirse en seres lo más plenos posibles en tiempos aciagos. 

El cuerpo de algunas madres entra muchas veces en un burn out permanente bastante dañino para la salud física, mental y sexual. Pues la mayoría de los cuerpos de los genitores suelen tener un salvoconducto para evitar las tareas de cuidado, ya sea por ausencia o violencia. Al “salvarse” de ciertas tareas, la mujer se hunde más en ellas. 

Para OXFAM, cuando un ser humano procrea, aparecen problemas como la desersión escolar, el estancamiento profesional, la falta de tiempo libre y el poco o nulo tiempo para la participación política. En mi opinión, procrear y quedar imposibilitada de realizar los trabajos que antes hacías te envía directamente a estados de mayor precariedad o a merced del genitor de los hijos, ergo, muchas veces, la maternidad es un pasaje directo a recibir violencia sistémica, psicológica, verbal, económica y hasta física de manera normalizada y hasta alentada o justificada: “quien te manda a tener hijos”, “para qué los parió”, te impelan, como si ser madre debiera ser sinónimo de sacrificio o “aguantar” lo que sea (nos ha hecho demasiado daño la cultura judeocristiana).  

Con la maternidad, se ven truncadas muchas de las “metas” que el sistema te exige supuestamente para que seas feliz. Y tienes que hacer malabares excesivos y accidentados entre tu vida personal, social y profesional.

Lastimosamente, he llegado a la triste conclusión de que lo que se necesita para tener hijos son condiciones materiales que la mayoría de mujeres no tenemos, tal vez las tienen las mujeres de clase alta o clase media alta, pero eso no las hace inmunes a la violencia estructural o de pareja. 

Entonces, ¿solo las mujeres jóvenes de la clase alta tienen derecho a procrear? Por supuesto que no. El necrocapitalismo está llevando a cada vez más mujeres que quieren tener hijos a no tenerlos, porque temen que no podrán con la carga económica, un temor fundamentado dada las nuevas formas de explotación (disfrazadas de trabajo freelancer, remoto o emprendedurismo) y precarización (chicas, vengo del futuro). 

Por lo que, ante los dilemas de si procrear o no que tiene A, y cualquier persona en edad reproductiva, la respuesta serían políticas públicas y servicios de salud que favorezcan una maternidad y crianza plenas, sociedades y familias dispuestas a hacer crianzas colectivas o, al menos, a no violentar a las mujeres que paren y crían y corresponsabilidad y compromiso real de los genitores. No más normalización y complicidad con las paternidades ausentes. 

En una utopía mayor, quisiera que el deseo o no de tener hijxs sea lo que lleve a las mujeres a parir y criar, no el miedo económico a no tener las condiciones para. Como repetimos las feministas, la maternidad será deseada o no será. Sin embargo, las condiciones económicas, ambientales y sociales actuales son lo menos propicias para ser madres. 

A, la maternidad no es fácil ni es el siguiente paso para realizarte, no tienes que ser madre pero, si eliges serlo, sabiendo lo difícil y hermoso que es, cuenta conmigo para acompañarte en este camino sinuoso donde no estarás sola. Aquí está tu manada. 

Etiquetas:maternidades

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