El agua que fluye en
“El Cerrito” en Quezaltepeque

Por Kellys Portillo

En los cantones San Francisco y Santa Rosa de Quezaltepeque, La Libertad, la extracción de material pétreo de «El Cerrito» amenaza la recarga de acuíferos que abastecen los pozos comunitarios de agua. La actividad ha deteriorado el entorno natural y ha disminuido los niveles de agua, afectando a más de 2 mil personas que dependen de este recurso.
En Quezaltepeque, La Libertad, vive un cerro que pasa desapercibido. Detrás de fábricas y comunidades se encuentra “El Cerrito”. Desde hace 55 años, al menos seis empresas privadas han extraído material pétreo, un material que proviene de la roca y se utiliza para fabricar bloques y adoquines para construcciones industriales. La extracción de este material representa una amenaza para el sistema de abastecimiento de agua que atiende a alrededor de 2 mil personas en los cantones San Francisco y Santa Rosa. Desde el 2002, esta actividad presenta afectaciones en las recargas de los acuíferos que alimentan los pozos de las comunidades, según indica el análisis hidrogeológico elaborado en 2023.  
Este mismo análisis indica que esta actividad ha deteriorado la vida de la biodiversidad que habita el cerro y también está degradando el componente hídrico que abastece a las comunidades aledañas. 
A partir de esto, habitantes y organizaciones ambientalistas han llevado su preocupación por este recurso natural hasta el Juzgado Ambiental: han denunciado a las empresas Saltex, Megablock y Grupo Precasa, conformado por Bloques de la Peña, De la Roca y Prefabricados, para detener la extracción de este material y evitar que el cerrito sea más deteriorado.  
Desde el 29 de agosto de 2023, “El Cerrito” mantiene medidas cautelares que suspenden las actividades de extracción del material. El Juzgado Ambiental de San Salvador dictó que se debían suspender la extracción. También solicitó al MARN que examinara el daño ambiental provocado por estas empresas, que revisara las concesiones otorgadas y que iniciara con los procesos administrativos sancionados en contra de los titulares que no poseen los permisos requeridos para extraer material.  
El futuro de este cerro permanece incierto. El proceso judicial continúa, mientras las comunidades y organizaciones esperan respuestas que garantices la protección a “El Cerrito” y su derecho humano al agua.  

El agua que llega a los pozos comunitarios

Por su naturaleza, los cerros actúan como reservorios de agua, pueden almacenarla a partir de la lluvia e infiltrarla en el suelo, recargando así los acuíferos subterráneos y alimentando manantiales y pozos de la zona, explica el físico hidrogeológico César Alvarado Batres.  
El análisis hidrogeológico realizado en el cantón San Francisco, elaborado por el Grupo de Investigación en Hidrogeología de la Universidad de El Salvador (UES) en el 2023, determinó que el daño al componente hídrico de la zona procede de un 50 % de la extracción del material pétreo. Asimismo, que el gradiente hidráulico, una línea invisible que indica la dirección y la fuerza con la que el agua fluye bajo la tierra, ha sufrido alteraciones y que influye directamente en la recarga potencial de los acuíferos, ya que estas extracciones están por debajo del nivel freático, es decir, donde comienza el agua en el suelo.  
En 2001, se perforó el primer pozo comunitario en el cantón San Francisco, aunque empezó a bombear hasta el 2002, seguido por otro en Santa Rosa en el 2006. En la zona, también hay al menos ocho pozos artesanales excavados, perforados y manantiales. Cada mes, habitantes del cantón San Francisco pagan $6.50 por un servicio de aproximadamente 4 horas al día. En cambio, en el cantón Santa Rosa, pagan $8 por un servicio que cae un día por medio.   
Norma Rodríguez vive en El Tránsito, una de las comunidades que depende del pozo comunitario del cantón San Francisco. Cuando ella tenía 24 años, estuvo presente cuando perforaron el primer pozo en el caserío “El Cerrito” en el 2001, pero este no suministró suficiente agua para las comunidades. Así que en el 2002 perforaron otro pozo, este se encuentra más cerca del cerro, en el caserío “Las Conchitas”. Este pozo, a diferencia del otro, tiene buen caudal de agua, según comentan algunas pobladoras de la zona. 
Norma recuerda que en 1998 se creó la primera ADESCO para reunirse con las personas de la comunidad y hablar sobre el proyecto de agua que beneficiaría a toda la comunidad. No contaban con servicio de agua potable. Traer agua hasta sus hogares implicaba caminar más de una hora todos los días desde sus casas hasta el tanque de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) “El Señor”, en la colonia San Judas. Asimismo, las avícolas instaladas en la zona les proporcionaron el vital líquido, extraído de sus pozos, por más de cinco años, aunque igual tenían que trasladarse con los cántaros en la cabeza. 
“Contar con este proyecto de agua ha sido una felicidad. Ya no caminamos hasta ese tanque, y aunque las granjas nos proporcionaron agua por un tiempo, no era como tener algo propio, algo nuestro”, menciona Norma.  

El agua que llega a los pozos comunitarios

Por su naturaleza, los cerros actúan como reservorios de agua, pueden almacenarla a partir de la lluvia e infiltrarla en el suelo, recargando así los acuíferos subterráneos y alimentando manantiales y pozos de la zona, explica el físico hidrogeológico César Alvarado Batres.  
El análisis hidrogeológico realizado en el cantón San Francisco, elaborado por el Grupo de Investigación en Hidrogeología de la Universidad de El Salvador (UES) en el 2023, determinó que el daño al componente hídrico de la zona procede de un 50 % de la extracción del material pétreo. Asimismo, que el gradiente hidráulico, una línea invisible que indica la dirección y la fuerza con la que el agua fluye bajo la tierra, ha sufrido alteraciones y que influye directamente en la recarga potencial de los acuíferos, ya que estas extracciones están por debajo del nivel freático, es decir, donde comienza el agua en el suelo.  
En 2001, se perforó el primer pozo comunitario en el cantón San Francisco, aunque empezó a bombear hasta el 2002, seguido por otro en Santa Rosa en el 2006. En la zona, también hay al menos ocho pozos artesanales excavados, perforados y manantiales. Cada mes, habitantes del cantón San Francisco pagan $6.50 por un servicio de aproximadamente 4 horas al día. En cambio, en el cantón Santa Rosa, pagan $8 por un servicio que cae un día por medio.   
Norma Rodríguez vive en El Tránsito, una de las comunidades que depende del pozo comunitario del cantón San Francisco. Cuando ella tenía 24 años, estuvo presente cuando perforaron el primer pozo en el caserío “El Cerrito” en el 2001, pero este no suministró suficiente agua para las comunidades. Así que en el 2002 perforaron otro pozo, este se encuentra más cerca del cerro, en el caserío “Las Conchitas”. Este pozo, a diferencia del otro, tiene buen caudal de agua, según comentan algunas pobladoras de la zona. 
Norma recuerda que en 1998 se creó la primera ADESCO para reunirse con las personas de la comunidad y hablar sobre el proyecto de agua que beneficiaría a toda la comunidad. No contaban con servicio de agua potable. Traer agua hasta sus hogares implicaba caminar más de una hora todos los días desde sus casas hasta el tanque de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) “El Señor”, en la colonia San Judas. Asimismo, las avícolas instaladas en la zona les proporcionaron el vital líquido, extraído de sus pozos, por más de cinco años, aunque igual tenían que trasladarse con los cántaros en la cabeza.  
“Contar con este proyecto de agua ha sido una felicidad. Ya no caminamos hasta ese tanque, y aunque las granjas nos proporcionaron agua por un tiempo, no era como tener algo propio, algo nuestro”, menciona Norma.  
Fotos: Kellys Portillo.  
Pero el esfuerzo de contar con un sistema de agua potable comunitario se encuentra en amenaza. Desde el 2002 hasta el 2023, los niveles de agua del pozo del cantón San Francisco han bajado alrededor de 3.33 metros, de acuerdo con el análisis hidrogeológico realizado en el 2023 por la Universidad de El Salvador.  
“Al extraer demasiado material pétreo se elimina todo tipo de vegetación, permitiendo una facilidad de erosión del suelo y como consecuencia la falta de infiltración del agua. Esto disminuye la recarga hídrica del acuífero de mucha importancia para las comunidades, ya que en esta zona se abastecen de agua para consumo diario y para las actividades del hogar”, explica el físico hidrólogo César Alvarado Batres.  
Este cerro mejora el potencial de recarga hídrico de la zona. “Al desaparecer este cerrito, existen menos posibilidades de infiltración por la erosión del suelo”, añade.   
La comunidad utiliza el agua extraída del pozo para diversas necesidades, incluyendo el consumo humano, la higiene y el saneamiento, las labores del hogar y de cuidados e incluso la agricultura y el cuidado del ganado. Fotos: Kellys Portillo. 
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