La música como terapia: El Dr. Roberto Trejo alivia la ansiedad y depresión en pacientes salvadoreños

Vilma Laínez | 12/10/2023

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El Dr. Roberto Trejo, psiquiatra y especialista en síntomas conductuales en patologías neurológicas, ha utilizado la música como terapia para aliviar la ansiedad y depresión en pacientes salvadoreños. Según el Dr. Trejo, las consultas por ansiedad y depresión han aumentado en El Salvador, y algunos casos están relacionados con el ambiente sociopolítico que vive el país, como los miedos y el estrés postraumático.

La Encuesta Nacional de Salud Mental 2022, publicada en marzo de 2023, indica que la depresión y la ansiedad son los principales problemas de salud mental que se registran en El Salvador en todos los rangos de edades. El consumo de tabaco y sustancias psicoactivas, también es un problema. 

En esta entrevista, el psiquiatra Roberto Trejo asegura que el ambiente político, social y económico que se vive en el país son algunas de las principales causas que están desatando síntomas de estrés y ansiosos depresivos. Advierte que con el actual régimen de excepción podrían empeorarse. 

En este contexto, Trejo ha utilizado la música como terapia en hospitales del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, aprovechando su experiencia con el violín para llevar conciertos a los pacientes a quienes, según él, se les redujo los niveles de ansiedad y depresión. 

En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, profundizamos en las opciones que ofrece esta terapia y en la situación actual de salud mental del país. Para mejorar la atención de la salud mental en El Salvador, Trejo recomienda la música y el arteterapia, en general, así como asegurar una buena salud física y mejorar los ambientes sociales, laborales y de grupo. Para reducir el estigma asociado a los trastornos mentales y promover la conciencia sobre la importancia de la salud mental en la sociedad salvadoreña, Trejo sugiere estudiar el fenómeno, hablar desde el testimonio y promocionar la salud mental desde la educación básica. 

En 2021, como parte de su especialización como doctor en psiquiatría en la Universidad de El Salvador desarrollo la tesis: “Musicoterapia en la mejora de ansiedad y depresión en pacientes de la Unidad de Cuidados Intermedios del Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social”. 



¿Qué es la musicoterapia? 


Es la utilización de la música con un fin terapéutico, sobre todo dentro del ámbito de la salud y enfermedad. 


¿Qué le motivó a investigar este tema? 


En Comasagua, hice mi servicio social. Ahí, realicé mi primera tesis con cuatro pacientes. Les ponía música y luego les medía la presión arterial. Eran muy pocos pacientes para sacar algo concluyente, pero a la mayoría la presión arterial se les redujo. Luego, estando en la residencia de psiquiatría sucedía lo mismo: tenía turnos, llevaba el violín y empecé a tocar para pacientes. A medida que iba avanzando en la carrera dije: «Ya me cansé de tocar, voy a poner música».  

Llevaba la tablet, la hoja de recolección de datos, compré unos auriculares y pedía permiso a los compañeros de la Unidad de Cuidados Intermedios. Cuando los pacientes estaban sin hacer nada, llegaba, les ponía los auriculares y elegía una pieza en especial, que son Las cuatro estaciones de Vivaldi, porque así es la técnica. Esta música tiene la característica de que tiene como un poema. Al final, medía la ansiedad, depresión y el dolor. La ansiedad en ese momento disminuyó sin necesidad de medicamentos.  


¿Por qué las experiencias musicales pueden ser terapéuticas? 


Una teoría de por qué es terapéutico no existe, pero sí llega a estimular ciertas áreas cerebrales. Hay cierta tesis, o incluso teorías, de que la música de alguna forma se sincroniza con ciertas ondas, incluyendo las relacionadas con el ciclo de variación de la presión arterial y los latidos cardíacos, lo que posiblemente contribuye a sus propiedades terapéuticas. 


¿Qué música es recomendable para este tipo de terapia? 


De preferencia instrumental. Puede ser música clásica, de la nueva era, cualquiera que no contenga letra. A veces sucede que hay muchos pacientes que escuchan música instrumental sin letra, pero la melodía es una versión clásica de los Beatles. Entonces, recomiendo explorar la música habida y por haber. De lo que sí estoy en contra es encerrarse en un solo tipo. Es ampliarse.  


¿En qué casos psiquiátricos es recomendado aplicar la musicoterapia? 


Se puede aplicar en todo, pero depende mucho también qué caso, en Psiquiatría. En casos de esquizofrenia, se puede utilizar la musicoterapia, pero un poquito más activa, no tanto de escuchar, sino de utilizar herramientas, por ejemplo percusión, tambores. Eso se realiza en otros países, es bastante benéfico. En pacientes con demencia, que entran a psiquiatría, poner música conocida puede elevar o mejorar el estado de ánimo. En la ansiedad y depresión, está más que claro que escuchar puede funcionar. 


¿En el caso de El Salvador, solo usted aplica este tipo de terapias? 


En el mismo hospital, tuve varios relatos de doctores que le ponían música a pacientes, lo que sucede es que no se tiene registro riguroso por la academia. Me atrevo a decir que en Latinoamérica es algo nuevo porque ahorita somos dos investigadores que nos dedicamos a ciencia, neurociencias y música. En Colombia, el doctor Orejuela (Dr.Juan Manuel Orejuela) y yo.  


El lunes 2 de octubre, un estudiante universitario de periodismo murió por suicidio. De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud Mental, realizada en el 2022, indican que la depresión y la ansiedad son los principales problemas encontrados. También señala que el el 2.2% de los adultos de 18 a 59 años presenta un riesgo moderado-alto de ideación suicida. A partir de esta información y de su experiencia como psiquiatra, ¿cómo describiría la situación actual de la salud mental en El Salvador?   


Más allá de que hayan aumentado los casos o de que haya una epidemia de ansiedad o de depresión, más bien se está hablando más del tema. La ansiedad y la depresión es algo que necesita dos componentes: uno muy intrínseco, es decir, de la persona, la genética puede llegar a dictaminar que soy más propenso a deprimirme. La segunda variable o segunda intervención es el ambiente. El ambiente es crucial para determinar, tal vez no de forma absoluta, pero sí de gran peso, de cómo una persona puede llegar a sentir depresión, con ansiedad: si estoy expuesto a un estímulo constante de violencia, de paranoia, de algo donde no puedo descansar, muy probablemente voy a desarrollar muchos síntomas ansiosos depresivos. Ejemplo claro a nivel mundial, la pandemia desató ansiedad, depresión, aunque quizás haya gente que ningún familiar falleció, no tuvo nada, pero la información que llegaba era de muerte, variación, mutación, a parte de eso, no poder salir. 

También en la situación actual, política, económica, social llega a generar cierta propensión al estrés, casi que en todos los estratos sociales.  


¿El régimen de excepción podría ser uno de esos ambientes? 


Me he topado con las dos situaciones: atendiendo pacientes que han sido directamente afectados por la captura, por la experiencia de estar recluido casi un año, muchos de ellos con medicamentos de base que por un año los suspendieron y regresan. He visto varios trastornos de estrés postraumático. Tengo un caso de un paciente recolector de basura, en donde se llevaron a las dos hijas y de entrada es quien ha quedado a cargo de las cinco nietas. Eso ha agravado la situación mental de él.  Por otro lado, me he topado con personas que se sienten más seguras en comunidades, en transporte público o en deambular, pero no es que esto haya generado que vayan a salir más o que su salud mental esté mejor. 


La situación del hombre al que le han capturado a sus dos hijas, y que ahora se enfrenta a la responsabilidad de criar a sus cinco nietas, es especialmente impactante. ¿Puede hablarnos sobre el impacto en su salud mental? 


Aumento o descontrol de la presión arterial, el insomnio, dificultad para poder estar tranquilo en un día que no tiene que trabajar. De hecho trabaja doble o triple para poder mantener a las nietas. 


¿Ha atendido más casos similares al de este señor? 


Sí, son casos de pacientes, unos que han estado recluidos, que la primera expresión es no quisieran regresar.  


¿Qué es lo que cuentan?  


Sobre todo la experiencia. El inicio de cómo de repente un día estaban en su casa y al día siguiente ya estaban sin libertad, ya estaban en un lugar que no conocían. No me han expresado tanto cómo eran las condiciones adentro, porque en ese momento están como en estado de shock, de retomar el tratamiento. Familiares, sobre todo mamás de muchachos que de repente desaparecen, los buscan y están capturados. 


¿Desde cuándo empezó a atender este tipo de casos? 


Desde marzo de este año, porque fue en marzo que regresé al país. 


¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta el país en este ámbito?   


Son trastornos de ansiedad y depresión por problemáticas familiares, sobre todo en la dinámica familiar: problemas de pareja, a veces hasta cierto punto violencia intrafamiliar, ataque de ansiedad o de pánico, sobre todo en adolescentes. Gente de 18 para arriba que he empezado a ver que inician con sensaciones que no saben qué son. Un 10 % o 20 % también es alcoholismo. El alcoholismo siempre está presente en las consultas, igual el consumo de cannabis. 


Usted ya mencionó que a nivel internacional la salud mental se vio afectada por el confinamiento causado por la pandemia. En el caso de El Salvador, ¿cómo afectó? 


Mucha gente refiere que durante la pandemia la pasó mal, pero a estas alturas ya no es algo categórico, que culpen a la pandemia de. Sin embargo se ha llegado a demostrar que hay síndrome de COVID a largo plazo. Pacientes que tuvieron COVID quedaron con trastornos de ansiedad y de depresión.


¿Cómo se compara la situación de la salud mental en El Salvador con la de otros países de la región? ¿Qué se puede aprender de las experiencias de otros países?   


Desconozco los programas de salud mental en otros países, pero por lo menos acá en el país sí me atrevería a decir que el problema de salud mental cada vez se va estructurando más, hay propuestas nuevas, hay inserción por lo menos dentro del gremio, inserción de psiquiatras, psicólogos y así en otras áreas que antes no había. Hay programas de salud mental que ahorita no tienen los recursos que quisiéramos, pero sí me atrevo a decir que por lo menos en la población que consulta sí es abastecida tanto en servicios como en tratamiento farmacológico y no farmacológico.  


¿Qué recursos son los que no tienen ustedes?  


Psiquiatras y psicólogos. No sabría explicar el fenómeno, pero como que no hay mucho interés en estudiar Psiquiatría o Psicología. Lo que a veces falta en sí son especialistas, gente que estudie, que se dedique a esto.  


¿Qué recomendaciones daría para mejorar la atención de la salud mental en El Salvador? 


Lo que decía hace un momento era la música. El arteterapia en general: pintar, escribir, declamar. Lo segundo es tratar de asegurar una buena salud física. Es primordial. Es bastante influyente en la salud mental. La estimulación repetitiva, el desafío a algún reto. Si nos vamos a un peldaño más, los ambientes sociales, en el trabajo, en una empresa. En el clima laboral: capacitar, impulsar redes de salud mental, mejorar la comunicación, mejorar un poco el ambiente de trabajo en rutinas o días o espacios de terapia, de grupo, de gente en específico, sobre todo trabajadores.  


¿Qué se puede hacer para reducir el estigma asociado a los trastornos mentales y promover la conciencia sobre la importancia de la salud mental en la sociedad salvadoreña?  


Para reducir el estigma, como en cualquier otra situación a lo largo de la historia, es estudiar el fenómeno. La depresión, la ansiedad no son algo que una persona quiera o que la persona no está haciendo su mayor esfuerzo o que es falta de voluntad, es algo real, algo tangible, que cada vez se vuelve más observable. La otra es, las personas que están en algún tratamiento [pueden] hablar desde su testimonio, desde su realidad; no específicamente compartir el diagnóstico del tratamiento. Si tiene un amigo, una amiga o un jefe, comentarle realmente qué es lo que sucede en su salud mental. Otra, es promocionar la salud mental. Charlas dentro de la educación básica que va desde preescolar, escolar y todo. 

A veces no es necesariamente una educación de psicólogos, sino ir enseñando por ejemplo, en niños a saber reconocer las emociones. Si un niño se siente triste, pero no sabe qué es tristeza, no sabe ponerle un nombre a eso que está sintiendo. Me he topado con adultos que no llegan a lograr expresar qué es lo que están sintiendo, si es enojo, si es tristeza, si es miedo. El no poder expresar qué es lo que siente se dificulta un poco más.  

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