LGBTIQA+

Las drag queens que no quieren ser reinas de belleza

Ser drag queen es, en sí mismo, ir en contra de las normas tradicionales, pero aún hay espacio para la rebeldía incluso dentro de la misma escena del transformismo drag. Estas son cuatro drag queens salvadoreñas a las que no les importa solo la belleza y el entretenimiento, ellas irrumpen en la escena con un discurso político sobre la belleza y la represión en un país altamente conservador.

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Durante años, el transformismo drag se ha desarrollado bajo la narrativa de los concursos de belleza tradicionales. Emulan, muchas veces, los bien conocidos certámenes de Miss Universo y Miss Mundo. El objetivo trazado detrás de esta narrativa, que es competir en talento y belleza frente a otras participantes, es el discurso que un grupo de jóvenes de la escena del drag alternativo quieren romper en El Salvador.  

Ellas son La Galego, Midnight Delight, Misery y Alexa Evangelista, artistas que, sin estar organizadas o formar parte de un colectivo en específico, tienen una visión en común: sacar el arte drag de los bares. Y es que reconocen que en un país tan conservador como El Salvador, ser drag queen aún es visto como un tabú, como protagonista de un show que solo puede disfrutarse en la sombra de la noche y la intimidad de las discotecas LGBTIQ+, como una expresión artística «de segunda categoría».  

Pero para ellas ser drag queen, además de un arte, es un acto liberador. Las cuatro amigas recuerdan con entusiasmo y anhelo las primeras veces que usaron prendas de vestir femeninas y lo difícil que es aún para ellas hacerlo fuera de los escenarios, en la vida diaria, frente a un entorno social que discrimina a la diversidad. Es por esto que no les interesa únicamente ser bellas o parecerse a alguna famosa, ellas prefieren exponer un discurso sobre la religión, la binariedad del sexo y género e incluso sobre las políticas represivas del Estado salvadoreño.  

Fuera de sus personajes, les artistas se identifican como hombres o como personas no binarias, pero en realidad a ellas, ellos y elles no les importan los moldes, los pronombres personales y mucho menos las normas de la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Quieren experimentar con el cuerpo, expresar sus posturas políticas y desafiar al sistema que reduce nuestro campo de posibilidades y nos obligan a escoger entre dos maneras de vivir nuestra identidad de género: ser hombre o ser mujer. 



«El drag es totalmente político. Yo lo uso para romper con esos estándares de ‘sos una muñequita y tenés que verte hermosa», dice Misery luego de una sesión fotográfica con Alharaca, en la que tanto ella como sus compañeras reflexionaron sobre esta forma de arte, su discurso y su deseo de llegar a un público y un espacio diferente.  



Gabriela Galego


«Yo salí del closet como Gabriela Galego en noviembre del año pasado, 2021», dice la artista del drag, quien en su vida cotidiana es también actor de teatro. Gabriela había hecho transformismo anteriormente en España, pero reconoce que en ese momento se encontraba en un contexto totalmente diferente al de El Salvador, un país altamente religioso y machista. La Galego, como suele presentarse en bares, asegura que antes de 2021 no había encontrado ni el valor ni la comodidad para hacer drag en su país natal.  

Para ella, la primera vez que hizo drag en El Salvador fue como salir del closet por segunda ocasión, ya que años antes había salido del closet como un hombre gay.  



Reconoce que lo que le dio el valor para hacer drag en El Salvador, en un primer momento, fue el aspecto superficial de verse bonita. «Fue el hecho de colocarme atuendos de mujer y realmente descubrir que soy hermosísima. Entonces luego también dije, pero no puedo hacer eso. No quiero dejar eso tan superficial», dice y agrega, «puede ser que el drag comience a brindar un discurso y trascienda un poco más para llegar a determinados contextos sociales que queremos transformar».



La Galego cree que el drag en El Salvador es un arte emergente y esto, en alguna medida, hace que no haya madurez dentro de la comunidad y se generen divisiones o luchas de egos. Ella cree que hay que eliminar la segmentación y comenzar a unificar la escena para contribuir a la construcción de una sociedad más justa para la población LGBTIQ+.



Alexa Evangelista


Alexa Evangelista es, fuera de su personaje, un artista plástico de 24 años que se define a sí mismo como un chico queer. Su personaje, Alexa, es crítica y polémica. En 2021 se hizo viral al realizar una acción performática luego de finalizada la marcha del Orgullo LGBTIQ+. En el centro de San Salvador, punto de encuentro de los colectivos de la diversidad sexual, una mujer evangélica predicaba con un altoparlante su rechazo a la población diversa. Alexa comenzó a realizar una performance junto a la mujer y subió un video a redes sociales para hacer conciencia de la violencia religiosa que sufren las personas que no son cisgénero ni heterosexuales. A más de un año de esa experiencia, Alexa se ha dedicado a transformismo pero también a la crítica. Ese mismo año, durante las marchas del 15 de septiembre, día en que la población se pronunció contra el debilitamiento de la democracia en El Salvador, Alexa se transformó en militar para representar el contexto social, y como una crítica a la estrategia de militarización del Estado.    



En 2022, la artista continúa preocupada por la situación actual del país. Para esta sesión fotográfica con Alharaca creó un atuendo que hace referencia a la expropiación de la ruta de bus 42, que por orden del Ministerio de Transporte fueron entregadas para ser conducidas por miembros del Ejército salvadoreño. 



«Creo que las representantes que estamos en este momento [en el drag] estamos dando una escena muy diversa, muy conceptual, muy artística. No solo como el hecho de ser muy bonita, como muy pulida, sino que siempre va a haber un trasfondo que sea político, social, artístico, un trasfondo de nuestros personajes”, comentó Alexa. Paradójicamente, asegura que en su personaje de Alexa se ha sentido admirada y respaldada, pero las mayores violencias las ha vivido en su normalidad, siendo un hombre queer y viviendo así su día a día, un hombre que no encaja en la estética tradicional masculina.



Midnight Delight


Midnight Delight es monstruosa porque quiere serlo. «Yo hago un tipo de drag que se conoce como Trans-nimal, donde las proporciones y la figura humana se ven casi perdidas o quedan en un punto muy abstracto», afirma. Elle se define como una persona no binaria, estudiante de último año en diseño de moda, que ha encontrado su manera de expresar su fluidez de género en este arte.  

«Siempre me ha interesado cómo se puede comunicar y cómo se puede hablar con distintas personas a través de esa construcción de prendas, a través del diseño de la ropa», comentó.  



«Me ha permitido, con mis límites de género, tener más libertad en la forma en cómo puedo lucir, perder el miedo a ser feo», expresa. Elle siempre se ha sentido como en la periferia, alguien que no encaja y por esto es que la estética Trans-nimal le representa. Para elle el drag es político ya que no necesita de palabras para poder protestar, sino que con un look se puede decir mucho de lo que se desea cambiar de la cultura heteronormada en la que vive la población salvadoreña. 



Incluso en la misma población LGBTIQ, Midnight siempre se ha sentido como alguien fuera de lugar. Como persona no binaria un día puede expresarse de una manera más femenina y algunas veces más masculina, una fluidez en el género que muchas veces en rechazada incluso por personas de la diversidad.  



Misery


En su día a día, Misery es una persona no binaria con expresión masculina, en el escenario es una muñeca que causa temor. Asegura que su drag le sirve para sacar toda esa feminidad que muchas veces, por encajar en la heteronormatividad o por opresión social, no logra sacar en otros espacios. Pero Misery no busca una feminidad perfecta, busca una que cause incomodidad y hasta miedo. Tiene 28 años, está por graduarse de literatura para ser docente y la primera vez que hizo transformismo fue hace un año. Su encuentro con su personaje drag le hizo entrar en conflicto con lo que había aprendido sobre la Real Academia Española (RAE), institución que no reconoce oficialmente el uso del pronombre neutro «elle».  

«Yo estudié Licenciatura en Letras, esta carrera gira en torno a la RAE y si la RAE no lo admite no está permitido. Y yo tuve que pasar por un proceso de deconstrucción por bastante tiempo porque me negaba a aceptar el lenguaje inclusivo, lo veía innecesario», explicó. En ese momento su postura era que el lenguaje inclusivo estaba forzando a la población a utilizar el pronombre neutro sin la debida evaluación.  



Con su autodescubrimiento como persona no binaria, Misery enfrentó a sus propios maestros y a todo lo aprendido en varios años de estudio. «Te das cuenta que no podés poner palabras sobre las personas. Una persona es más importante que cualquier norma escrita por personas de hace un montón de tiempo, hombres, blancos y digámoslo así: privilegiados. El lenguaje cambia, el lenguaje evoluciona, la sociolingüística te plantea eso, que no existen normas realmente; si un grupo comprende lo que se está hablando, según la sociolingüística, es válido».



Misery, junto con otras drag queens, ha hecho esfuerzos por sacar el arte drag de los bares y llevarlos a otros espacios, como galerías de arte y otros eventos culturales. Cambiar la narrativa de los shows y que dejen de ser concursos para convertirse en otro tipo de expresiones es su más grande objetivo. Ahora buscan crear eventos en los que cada artista pueda expresarse sin ninguna limitante. «Cuando la gente piensa en un show drag, no tienen referencia de que es algo artístico, sino que es un show de segunda categoría, esa es la percepción de muchas personas», agrega y explica que cambiar esa narrativa es la lucha actual del drag alternativo.  

En este camino del transformismo, el apoyo de su madre ha sido clave: ella le confecciona sus vestidos y a sus eventos siempre le acompaña su pareja, quien le ayuda a colocarse la indumentaria para convertirse en Misery. 



Texto y fotografía: Mónica Campos  

Concepto y producción: Angélica Ramírez 

Edición: Mariana Belloso

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