Soluciones comunitarias

Las panaderas que se empoderan en comunidad

En el municipio de Chalchuapa, Santa Ana, cinco mujeres intentan romper con la violencia económica desde una panadería comunitaria. Este grupo de emprendedoras del cantón Las Tablas se organizó en 2014 para impulsar una iniciativa que les permitiera tener autonomía.

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Marta de Jesús Ramos, Delmi Zúñiga, Marta de Los Ángeles Hernández, Loyda Nohemy Lima y Reyna Chávez son cinco mujeres que han encontrado en una pequeña panadería el medio para obtener sus propios ingresos y ganar autonomía. Con el dinero que obtienen a través de la venta de pan, ayudan a sus hijxs con los estudios y ahorran para invertir en sus propias necesidades.  

Realizan el trabajo colectivo en la panadería tres días a la semana. El resto lo dedican a sus propias iniciativas económicas, como el cuidado de pollos de granja y el cultivo en la tierra. También hacen comida en colectivo para generar ingresos extras. Su trabajo es reconocido en la localidad, las buscan para hacer comida cuando hay actividades. Las mujeres también han participado en ferias de economías solidarias en San Salvador, algo que no solían hacer antes porque sus parejas no les permitían salir de sus casas para quedarse fuera por una noche. 



La panadería comunitaria ha permitido que estas cinco mujeres logren autonomía económica y personal. Fotos: Kellys Portillo


Ahora, se reúnen en la casa de Marta de Jesús Ramos, donde está la panadería. Allí elaboran las diferentes variedades de pan que salen a vender cerca de un ingenio de azúcar ubicado a más de un kilómetro de la comunidad. Las ganancias son divididas cada seis meses. Su sueño es contar con un comedor comunitario que les permita elevar sus ingresos y generar fuentes de trabajo para otras mujeres. 

Esta panadería es el resultado de la formación que tuvieron en 2014 en temas de economía solidaria, paternidad compartida y defensa de sus derechos. Aseguran que esta formación que fue gestionada a través de la Confederación de Federaciones de la Reforma Agraria (CONFRAS) les ha ayudado a defender sus derechos como mujeres que habitan en zonas rurales. 


Marta de Jesús Ramos Lima 



Tiene 39 años de edad. En su casa ha asignado un espacio para montar la panadería que lleva como nombre Yirel. Marta asegura que esta es la primera vez que trabaja para generar sus propios ingresos. La iniciativa económica también la ha fortalecido como mujer. 

«Antes solo hacíamos lo de la casa, no éramos independientes. Gracias a Dios, de lo poco que aprendemos, nos ha beneficiado mucho», cuenta. 

Compartir con sus vecinas, amigas y compañeras es lo que más le gusta de este trabajo colectivo. 

«Me siento bien que mis compañeras estén aquí, porque siento que el mayor tiempo la pasamos juntas y aparte de eso trabajamos, y nos divertimos mucho».  

Marta es la presidenta del Comité de Mujeres Emprendedoras del Cantón Las Tablas. 


Delmi Zúñiga 



39 años de edad. Madre de dos hijos.

Para Delmi, la independencia económica como mujeres es la parte fundamental que ha aprendido de este proyecto. «Cuando uno quiere puede comprar lo que quiere o invertirlo en algo», dice con mucha firmeza.

Cuando inició el proyecto, fueron 20 mujeres las que se capacitaron, pero en el camino, muchas de ellas se fueron quedando porque creyeron que la panadería no iba a tener los resultados esperados. Delmi era parte de otro grupo de mujeres, a quienes también se les benefició con un horno y de otras herramientas para hacer pan. 

«Yo fui la única que quedé de ellas. Como ya no siguieron, entonces, yo dije, voy a intentarlo con el grupo de abajo y si me gusta, me quedo… La cosa es intentarlo. Si a uno le gusta, se queda». 


Marta de Los Ángeles Hernández 



Tiene 44 años de edad.   

El cuidado de sus hijos e hijas impedía que Marta saliera de su casa a trabajar. Siempre fue su ex pareja la que llevaba el dinero a su hogar.  Cuando le ofrecieron participar en la formación sobre sus derechos y en la creación de una iniciativa económica local, no lo dudó en participar. Marta creyó que era la oportunidad para generar sus propios recursos y de paso, crecer como persona y conocer a otras mujeres.  

«Nosotras aquí hacemos panadería. Allí hay masa salada, masa dulce; y comidas. En el tiempo que hay suficientes hojas hacemos tamales para vender, hacemos platillos típicos», afirma.

Marta ha aprendido hacer todo tipo de pan. Es una mujer alegre. Es madre soltera de cinco hijxs, con quienes también ha aprendido a compartir los trabajos del hogar. Ellxs también le ayudan a cuidar la casa para que ella tenga tiempo para su propio emprendimiento. Generar ingresos desde su propia comunidad es lo que también le motiva de este esfuerzo en colectivo: «Nuestra meta es poder tener un local, para vender pan, café, alimentos, y poder aprender a hacer nuevos productos».


Loyda Nohemy Lima 



Tiene 37 años de edad. Es madre de dos hijos. 

Loyda asegura que antes de meterse a este proyecto solo se dedicaba a cuidar a su familia y hacer las tareas de su casa. Fueron pocas las veces que trabajó en la corta de café y caña de azúcar. Trabajar junto a sus amigas – vecinas, le ha permitido no solo ganar un poco de dinero, sino ser más independiente y tener un espacio de encuentro. Loyda es una mujer optimista que ve en este trabajo colectivo una forma de romper con la violencia económica. 

«Nosotros trabajamos en colectivo. Las cinco mujeres nos dividimos el trabajo. Yo hago una cosa y la otra, hace otra y así… Yo he aprendido hacer de todo: quesadillas, pan de torta, empanada de leche, pastelito de piña, lo que es la masa hojaldre y pan de fruta».


Reyna Chavez 


Tiene 31 años de edad 

Reyna es la más joven del grupo de mujeres. Asegura que gracias a esta iniciativa ha potenciado sus conocimientos en la defensa de los derechos de las mujeres. Antes, también trabajaba en la recolección de café. 

Su sueño también es hacer crecer la panadería y así, mejorar sus propios ingresos económicos. 

Ella es hija de uno los socios de la Cooperativa Hacienda Las Tablas. Esta cooperativa es un lugar estratégico para que las mujeres hagan realidad sus sueños de emprendimiento, sostiene Reyna. 

“La verdad que ese ha sido nuestro sueño desde que iniciamos, como a esta cooperativa la visitan mucho y es muy conocida, entonces, ese ha sido nuestro sueño, el de tener un local y atender a todas las personas que vienen de otro lado” 


Por más mujeres empoderadas


En el cantón Las Tablas viven alrededor de 296 personas, según un censo comunitario de este lugar.

Julia Pérez, técnica agrícola de la Confederación de Federaciones de la Reforma Agraria (CONFRAS), aseguró que el Comité de Mujeres Emprendedoras de la Cooperativa Las Tablas surgió desde el deseo de las mujeres por incidir en el cambio en sus propias familias, precisamente en el de sus hijxs. Desde CONFRAS se les propuso procesos de formación y la creación de iniciativas económicas locales. «Ha costado, por lo menos en esta zona, las mujeres son muy tímidas, ha costado mucho que ellas salgan, que participen, que hablen con otras personas. Eran mujeres que no salían de las casas,» afirma Julia.

Estas mujeres también se han abierto a proyectos por sí solas y CONFRAS solo les estará acompañando por un año más, debido al liderazgo y posicionamiento que han logrado. En el cantón las Tablas, por ejemplo, uno de los hombres líderes ya propuso el tema de género en la Cooperativa de café y caña y las mujeres se encaminan a gestionar una área de terreno para expandir su trabajo. El esposo de una de las mujeres aprovecha su trabajo como guardabosque para promocionar los productos de las mujeres emprendedoras.

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