Consteladas: Las creadoras de arte del último siglo en El Salvador

Mónica Campos | 24/07/2023

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Consteladas, un proyecto de la historiadora Elena Salamanca, recorre la historia olvidada de las mujeres en el arte de El Salvador, Centroamérica y México. El proyecto fue lanzado en marzo de 2023. La autora identificó y articuló las redes entre las salvadoreñas que estuvieron presentes en diferentes disciplinas del arte durante más de un siglo.

La historia del arte salvadoreño suele centrarse en la obra de los hombres durante los primeros 60 años del siglo XX. Elena Salamanca busca debatir el mito de la ausencia de las mujeres artistas en su investigación Consteladas, donde recuerda que existieron y formaban redes entre ellas, tanto en el país como fuera de sus fronteras.  

La investigación de Salamanca fue presentada en marzo pasado, con el apoyo de la Unión Europea. Se trata de un sitio web enmarcado en el concepto de «humanidades digitales» que, en palabras de la autora, es un proyecto que combina las ciencias sociales con el lenguaje de programación para crear una página que contiene archivos, escritos, fotografías y mapas interactivos sobre quiénes fueron estas mujeres y qué lugares geográficos y temporales habitaron en el siglo pasado.  

Si bien el proyecto recoge el trabajo de mujeres salvadoreñas, a lo largo de la investigación la autora fue tejiendo redes e incluyendo a artistas de toda Centroamérica y México, lo que convierte a Consteladas.com en un proyecto regional.  

Como parte de los resultados de la investigación, Salamanca también relizó, con apoyo del Centro Cultural de España, una curaduría de artistas relacionadas con la migración que quedó plasmada en una exposición llamada CONS-TELAR. Ahí se expusieron autoras poco visibilizadas como creadoras, como es el caso de Consuelo Suncín de Saint Exupery, conocida por ser esposa del autor de El Principito, y Maribel Arrieta, conocida por su participación en el certamen de Miss Universo de 1955. Los estereotipos de género y la concepción machista del rol de las mujeres en la sociedad salvadoreña de principios del siglo XX marcarían la historia de las mujeres en el arte, esto es parte de lo que Consteladas.com busca desenmarañar.  


¿Por qué es importante Consteladas? 


Es el primer proyecto en humanidades digitales que se hace en El Salvador, o sobre El Salvador, y su vinculación con Centroamérica. Y siento que estoy llegando un poco tarde a las humanidades digitales. Pero a la vez creo que es un buen tiempo para plantear un proyecto de investigación regional. He leído mucho archivo que también tiene memoria, verdad y recursos visuales y que bueno, está combinando los lenguajes de programación con metodologías de investigación histórica. Por eso creo que es importante, desde la perspectiva científica de las ciencias sociales. Sobre todo, me parece importante como una reivindicación para las mujeres del campo de la cultura visual en el país y sus vinculaciones con Centroamérica. Lo noté en la exposición CONS-TELAR, del Centro Cultural de España, que es uno de los tantos resultados de la investigación de Consteladas. Ver a las artistas, a las hijas de las artistas y a las artistas jóvenes verse en su lugar, en su espacio dentro del mundo del arte, ha sido fundamental. Hay mujeres que han estado construyendo espacios seguros para el arte en el país, que han estado enseñando arte también a todos esos artistas y que al fin ven también que es importante escribir su historia dentro de las narrativas patriarcales en las pocas obras que se han escrito sobre historia del arte en El Salvador. Y he estado revisando también las de Centroamérica y creo que en Honduras y en Costa Rica, pero especialmente en Honduras, es que se han hecho esfuerzos para introducir la perspectiva de género en la historia del arte. No es el caso de El Salvador y a mí me gusta introducir la perspectiva de género, pero también la historia social del arte, o sea, entender las prácticas y otras dinámicas que tienen que ver con la creación de arte y con la consolidación de espacios y no hacer una historia del arte básica que solo está pensando qué estilos y que maestros tuvieron las mujeres.  

Entonces, bueno, una historia del arte con perspectiva social y de género en el que las mujeres son agentes, ya no son subalternas. De cierto modo esto va a llegar a ser un archivo. Es un proyecto de muchas etapas. Solo se ha cumplido una, que es la del sitio de humanidades digitales y la otra etapa es la exposición. Entonces se ha cumplido parte de la exposición porque solo se presentó un hallazgo. Este es un proyecto para muchos años de mi vida y que se va enriqueciendo con la memoria y la colaboración de las mujeres artistas vivas aún en sus descendientes. 


¿Cómo nació la idea de estudiar a las mujeres en el arte salvadoreño? 


El proyecto surgió porque Eloísa y Mónica, del Centro Cultural de España, me invitaron a fines de 2020 a asistir a la exposición de marzo de 2021, que la curara. Y Eloísa en una llamada me dijo: podrías hacer tal vez algunas comparaciones históricas entre las artistas. Y entonces yo me quedé pensando y dije no, para qué voy a hacer comparaciones históricas, mejor vamos a decir quiénes son las mujeres que estuvieron creando arte durante un siglo. Darles visibilidad a estas mujeres, acostumbradas al mito de las tres artistas del siglo 20 que son Ana Julia Álvarez y Julia Díaz y Rosa Mena Valenzuela. La verdad, básicamente la historiografía escrita de los 80 y los 90 te cuentan eso, a excepción del libro de Ricardo Lindo, que se llama “La pintura en El Salvador”, que a partir de la memoria introduce otras mujeres, algunas de ellas contemporáneas, como Licry Bicard y Negra Álvarez, contemporáneas suyas y otras como Luz de Salgado que también la rescata Jorge Palomo en la Cronología del Arte Salvadoreño Esas mujeres que habían pasado como anónimas desde principios de siglo. Entonces yo quería establecer más o menos eso y al estar haciendo la investigación decidí introducir el concepto de cultura visual porque me permitía encontrar otro lenguaje que durante mucho tiempo se ha considerado como artesanía y no como arte, y han sido los bordados y la alfarería. Entonces eso me permitió introducir a Dominga Herrera, que es una mujer pionera en la creación de las miniaturas de Ilobasco, que desarrolló entre los años 1930 y 1940. Me permitió también introducir cómo esta alfarería ha sido interpretada. Y ahora es parte de la cultura visual en Ilobasco. Esas miniaturas son piezas que ya tenía el Museo de Arte Popular. Y también ver cómo otros artistas como Dalia Chévez, activa actualmente, que es nacida en los ochentas, también utilizaba este recurso de la miniatura de Ilobasco para crear piezas. Entonces por eso nos abrimos el campo de cultura visual. Porque si me hubiera quedado yo en el concepto de artes visuales, sólo hubiera podido exponer pintura, grabado, dibujo, fotografía y video. Pero para mí era importante encontrar estos otros lenguajes que son arte y que tienen potencia histórica y política y se pudieron introducir. Entonces, uno de los principales hallazgos de mi investigación es que en el siglo XX habían estado muchas mujeres activas en la cultura visual, primero como artistas y segundo como gestoras. Luego de eso tuve un acercamiento con la Unión Europea y recibí un fondo de investigación con el cual pude desarrollar las metodologías de investigación para crear Consteladas. 


¿Qué mitos desmonta esta investigación? 


Para mí lo más importante era demostrar que las mujeres no estuvieron aisladas y no estuvieron solas, que tenían redes de colaboración, que tenían amigas y que esas mismas amigas estaban en el campo cultural, ya sea como escritoras, como críticas, como gestoras, no únicamente como pintoras. Y lo otro es que las redes eran transnacionales. Ya cuando entré a hacer Consteladas ya era un proyecto regional porque yo ya había identificado las redes de mujeres en Centroamérica y México, y para mí es bien importante introducir las relaciones con México desde una perspectiva regional. Tiene un carácter regional y transnacional, por supuesto hay otras redes formadas en Europa, etcétera, pero creo que quizá lo importante es demostrar que no estuvieron aislados en El Salvador y tampoco estuvieron aisladas en Centroamérica. El otro mito que para mí era importante, es que la estrella solitaria no existe. Lo que es la constelación es que es lo que se forma la red que se forma con varias estrellas, demostrando que no solo había habido tres pintoras en el siglo XX, pero que eso es lo fundamental, o por lo menos la figura que plantea la historiografía tradicional eran tres pintoras la primera mitad del siglo XX, cuando la primera mitad del siglo XX había como 25 o más mujeres activas en el campo de la cultura visual.  
 


Figuras como Consuelo Suncín y Maribel Arrieta han sido representadas en los medios de comunicación como «musas» de artistas hombres o mujeres bellas, en el caso de Arrieta se destaca su parecido con Marilyn Monroe y su participación en Miss Universo de 1955, y Consuelo se conoce como esposa del autor de El Principito. ¿Cómo creés que ha afectado este tipo de representaciones su visibilidad como creadoras? 


Cuando empecé a trabajar a las mujeres, a registrarlas, identificarlas, lo que me di cuenta es que no aparecían en la historiografía, ni a veces incluso en las exposiciones del Marte, algunas, porque habían sido subalternas de los hombres. Y habían sido subalternas ya fuera como discípulas, asistentes, esposas, hijas, hermanas y musas. Eso era lo primero, era romper esta idea de subalternidad de las mujeres artistas en relación a los hombres.  

Otro de los hallazgos también de Consteladas es que las mujeres migraron bastante. Las redes son transnacionales y las mujeres están dispersas en la globalidad. Y he notado, y eso es algo que a mí incluso contemporáneamente me pasa, que una vez salís de El Salvador no existís para el Salvador, no estás en la historiografía. Bueno, Maribel en los 1950 comienza a estudiar pintura y desaparece del campo nacional como artista. Ya no está ahí y entonces en las monografías, en las tesis ya no va apareciendo. Eso es lo que ocurre: salir del Estado nacional las expulsa de la historia del Estado nacional y eso es importante evidenciarlo, porque eso son mecanismos misóginos de la construcción de la historia nacional.  


Pero ¿por qué sucede esto? ¿Sucede eso solo con las mujeres? Porque Carlos Cañas y Toño Salazar también estudiaron afuera. Sin embargo, ellos son súper venerados, ¿verdad? En toda esta institución del arte.  


Eso sucede porque las escrituras de las historias son patriarcales. Griselda Pollock también dice en varios ensayos que la historia del arte ha sido sistemáticamente machista. O sea, eso no ocurre solo en El Salvador, sino cuando ves todos estos movimientos desde los años 1970 de las mujeres que están intentando exponer, antologar, investigar mujeres artistas, porque esto solo investigan artistas, yo también investigo gestoras, que para mí son importantes, pero digamos cuando pasa eso, las mujeres están orbitando por eso y por lo que se llama constelaciones, porque no están orbitando al planeta masculino, ellas están creando constelaciones propias. Cuando las mujeres están orbitando son súper olvidadas. Entonces para mí el precepto, y esto es muy comprobable, es que la historia en Centroamérica es una historia patriarcal y la historia del arte también en esa construcción androcéntrica. Por eso, como vos me decís, Carlos Cañas y Antonio Salazar son importantes a partir de sus emigraciones, porque esas emigraciones les crean una trayectoria cosmopolita. En cambio, las mujeres salen y son olvidadas, porque muchas salen y ni siquiera eran ciudadanas. Consuelo tampoco es ciudadana cuando emigra, entonces están fuera de esta idea de la nación. Las mujeres tenemos dentro de la nación pocos años, desde la Constitución del 1950, en el caso salvadoreño. Lo que pasa es que vos ya naciste con todos tus derechos: poder votar, sos ciudadana, tenés pasaporte, tenés documento de identidad. Entonces estas mujeres nacían y no tenía nada más que partida de nacimiento. No eran parte del Estado nación. Es difícil poder verlo así cuando nosotros ya hemos nacido como ciudadanas. 

Sobre Consuelo y Maribel, como ellas tuvieron una relación, digamos, con esta idea de belleza patriarcal, Maribel fue primera finalista de Miss Universo y Consuelo fue la musa de Antoine de Saint Exupery, sus biografías han quedado diluidas a partir de estereotipos de género. Han quedado diluidas porque eran bellas y cuando en realidad ella es unas mujeres super intelectuales, súper bien formadas y en el caso de Maribel Arrieta, nos comentan sus hermanos que son quienes tienen la obra aquí, que ella también fue enfermera y apoyó a las personas enfermas de cáncer los últimos años de su vida. 


¿Cuál es tu visión a futuro de este proyecto? 


Lo que quisiera es que estos dos proyectos, tanto la exposición como el sitio de humanidades digitales, sean detonantes para las memorias de otras mujeres que no alcancé a incluir porque no las conozco. Yo quisiera que esto detonara memorias y que familiares que recuerdan que sus abuelos, sus tías, estudiaron con Valero Lecha o con Rosa Mena Valenzuela, o que se fueron del país a estudiar a México con Guatemala, porque Carlos Mérida por ejemplo, era docente, pero también en Guatemala estuvo en equipos, que quienes tienen estas historias familiares se acerquen, que me escriban, mi correo es esalamanca@colmex.mx. Yo quiero que se sigan tejiendo otras constelaciones con otras estrellas, siguiendo la metáfora astronómica. Son estas otras mujeres que están olvidadas.  

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