Julia Evelyn Martínez: «En mi catálogo de actuación no está ni callar ni negar algo que es cierto»

Mónica Campos | 14/03/2024

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Julia Evelyn Martínez destaca como una de las voces críticas más reconocidas a nivel nacional en contra del régimen de Nayib Bukele. Con una trayectoria de 40 años como investigadora y docente, se identifica como economista feminista. Asegura que su postura contra el presidente, a quien considera inconstitucional, y contra el deterioro de los derechos humanos durante su gestión, no tiene marcha atrás. En esta entrevista, reflexiona sobre su rol como analista política, los momentos más difíciles que ha enfrentado en su carrera y sus preocupaciones acerca del futuro de El Salvador. Según sus propias palabras, el país se encamina hacia una degradación social, moral, ética, política y cultural.

Julia Evelyn Martínez es economista feminista. Lo dice en voz alta, aunque estamos solas en un vestíbulo. Es enfática en cada palabra y reconoce que tiene una habilidad expresiva, aunque se queja de que en algunos programas televisivos no la invitan más porque, según le dijeron, “monopoliza” la conversación. “Ya hemos pasado mucho tiempo calladas”, justifica con una sonrisa.  

Martínez, de 64 años, se graduó como economista en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) en 1985; y, tiene un máster en Desarrollo Económico por la Universidad Autónoma de Honduras. Fue directora ejecutiva de la Asociación de Medianos y Pequeños Empresarios Salvadoreños (AMPES) e investigadora del Programa Académico de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo). También, trabajó para FUNDE y la oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en El Salvador.  

La carrera de Martínez adquirió notoriedad nacional durante su mandato como directora del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (Isdemu), desde junio de 2009 hasta diciembre de 2010. Para ella, este puesto representó el mayor desafío de su trayectoria profesional. Su tiempo en el cargo estuvo marcado por un evento particularmente significativo: después de 18 meses de labor, fue destituida por firmar un documento en Brasilia que comprometía a El Salvador a revisar la prohibición absoluta del aborto. 

Este episodio ocurrió durante la administración de Mauricio Funes y Vanda Pignato, quienes, a pesar de promover una visión proderechos de las mujeres, no estaban dispuestos a abordar abiertamente el tema del aborto, un asunto que divide a la población salvadoreña mayoritariamente religiosa. 

Catorce años después, Julia Evelyn reflexiona sobre cómo «la decencia se pone a prueba» en situaciones como las que ha enfrentado. Recuerda su salida de la Universidad Centroamericana, donde se vio obligada a renunciar después de confirmar a la prensa la participación de la institución en reuniones para crear una fórmula presidencial y vicepresidencial única que hiciera frente a la inconstitucional candidatura de Bukele. Martínez asegura que en su «catálogo de actuación» no está el callar ni el mentir. 

En esta entrevista, Julia Evelyn Martínez recorre los inicios de su carrera, desde sus primeros pasos hasta su descubrimiento del feminismo. También expresa su falta de esperanza frente al declive autoritario que experimenta El Salvador en la actual coyuntura. 

¿Cómo fue su primer encuentro con el feminismo?  

Antes de llegar al feminismo, tuve un primer encuentro con la desigualdad en el mundo laboral. Por 1990, entré a trabajar a un centro de investigaciones. Me contrataron y en ese momento nunca había sentido desigualdad o no me había dado cuenta de que existía. Incluso cuando escuchaba a algunas mujeres o personas hablando de la desigualdad entre hombres y mujeres, yo decía: «No, no sé cuál desigualdad. Mire yo donde he llegado», porque yo era la única mujer de ese grupo. Hasta que un día nos pagaron. Cuando firmé la planilla, comencé a ver los salarios de mis colegas masculinos y me di cuenta de que ganaba la mitad de lo que ganaban ellos, a pesar de tener la misma experiencia y nivel educativo. 

No dije nada, agarré mi cheque, pero sentí que era el cheque de la vergüenza. Fui a hablar con mi jefe. Era William Pleitez, el famoso economista. Le pregunté por qué me estaban pagando la mitad; y, me dio la explicación más absurda: ‘Acá hacemos la diferencia, porque como usted es mujer y su hogar está formado por el esposo, Aquiles Montoya, entonces Aquiles es el que sostiene el hogar. En cambio, los compañeros son los que sostienen su casa y usted no’. A diferencia, quizás de otras personas, no llegué teóricamente al feminismo, sino que lo sentí en carne propia: ahí empecé a ver el mundo de manera diferente. Después de la firma de los Acuerdos de paz, empecé a conocer a todas las feministas: Las Mélidas, Las Dignas, a Morena Herrera. Se me abrió otro mundo de relaciones entre mujeres, de complicidades entre mujeres. Entonces pensé: «Voy a intentar hacer mi aproximación al feminismo a través del análisis económico».  

¿Y cómo llega a nombrarse economista feminista? 

Empecé a hacer estudios sobre las mujeres en determinados ámbitos. Empecé a investigar sobre las mujeres de la microempresa, las sindicalistas, empecé a ver a mujeres como propietarias de tierra, cooperativistas. Empecé a ver estudios de género. Paralelamente a todos estos trabajos, siempre me mantuve vinculada a la universidad como profesora, eso me ayudaba también y me retroalimentaba. Luego pasé a otro escalón más, que son los análisis de género, de análisis económico con perspectiva de género, ya no solo cómo está la mujer, sino cómo está su condición, su posición con relación a los hombres, las relaciones de poder.  

Mi interés ya no se limitaba solo a mí misma. Comencé a realizar análisis de la microempresa desde una perspectiva de género, lo que implicaba utilizar datos desagregados. Tuve la suerte, como siempre en mi vida, de que me contrataran como directora ejecutiva de una asociación de medianos y pequeños empresarios, siendo la primera en ocupar este cargo. Esta posición me brindó acceso a datos sobre el acceso a financiamiento, así como la oportunidad de realizar entrevistas tanto a hombres como a mujeres. Además de cumplir con tareas administrativas y logísticas, aproveché este espacio para llevar a cabo investigaciones. 

Es su gestión frente al Isdemu usted fue despedida por firmar un documento a favor del aborto. ¿Qué argumentó el Gobierno de turno para justificarle su despido? 

Es el empleo más corto que he tenido y nunca me habían despedido. Porque me destituyen por haber firmado en Brasilia… Firmé el Consenso de Brasilia, en donde se decía que el Estado de El Salvador se comprometía a revisar la legislación sobre la prohibición total del aborto y sus efectos sobre la salud de las mujeres. Yo no sabía que había sido la primera directora del Isdemu que lo había firmado porque nunca lo firmaban.  

¿Y cuál fue el argumento del Gobierno de ese entonces? 

No hubo ningún argumento. Simplemente me dijeron que debí haber solicitado permiso al presidente y al canciller. 

Que en ese momento era Mauricio Funes…  

Y el canciller en ese momento era Hugo Martínez, quien me llamó muy enojado cuando ya había regresado. Todo surgió cuando El Diario de Hoy se dio cuenta del asunto. Pero el periódico se enteró porque la Fundación Sí a la Vida se lo dijo; ellos publicaron un extenso reportaje, con mi gran cara y la peor foto, lo recuerdo bien. Llegaron incluso a interpelarme en la Asamblea Legislativa, en la Comisión de la Mujer. Me sometieron a una interpelación. Pero al final, no me retracté. Desde ese momento, sabía que en diciembre de ese año me iban a destituir. 

En ese momento todos los partidos estaban en contra del aborto. 

Todos, incluyendo el FMLN. Ni siquiera las mujeres del FMLN me apoyaron, todos estaban en contra: la Iglesia, el Nuncio Apostólico, todos se pusieron en contra mía. 

Julia Evelyn Martínez, economista feminista, tiene 40 años de carrera como docente e investigadora enfocada en la economía de los cuidados y el análisis de género en el ámbito económico. Foto: Kellys Portillo.

Usted es reconocida por ser una voz importante en la crítica al Gobierno actual, ¿qué la motiva a mantenerse firme en su rol de analista frente a este declive democrático? 

La decencia. No importa si somos de derecha, izquierda, de extrema izquierda, pero tenemos un límite del cual no podemos caer y que nos lleva a posicionarnos en contra de la injusticia, contra la tiranía. En contra del fascismo, incluso, y es la decencia humana.  

Así como va la sociedad salvadoreña, con tanta represión, mentira, manipulación ideológica, religiosa y todo lo demás, si las personas que todavía mantenemos el sentido de la decencia no hacemos nada y nos quedamos calladas, seremos cómplices de la degradación social, moral, ética, política, cultural hacia donde se dirige nuestro país. 

¿Qué opina sobre las declaraciones de Bukele y sus prohibiciones sobre lo que él y los antiderechos llaman «ideología de género» en el sistema educativo? 

Bukele es una persona que se mueve como una veleta donde lo lleva el viento. En su ignorancia, volatilidad ideológica e indecente piensa: ‘Esto me va a restar popularidad nacional e internacional’. Ya sabemos que la ideología de género es una forma despectiva de referirse a lo que es la teoría de género, el análisis de género y el objetivo de la igualdad de género.  

¿Cree que las mujeres en la academia siguen siendo limitadas de alguna manera o invisibilizadas?  

En la Escuela de Economía de la UCA, la mayoría son mujeres. Durante los últimos años, la mayor parte de las economistas, docentes e investigadoras son mujeres jóvenes con ideas innovadoras sobre economía, género y ecofeminismo. Son mujeres valiosas que hacen oír su voz con claridad. Pero, durante casi tres décadas, no ha habido ninguna mujer a cargo del departamento. [Lilian Vega fue jefa del Departamento de Economía de la UCA de enero de 2003 a junio de 2014]. Siempre son los hombres los que ocupan la jefatura y terminan siendo los voceros. A pesar de los intentos de algunos economistas masculinos por invisibilizarlas, en el departamento de la UCA estas tentativas son fallidas. Las economistas de la UCA, que fueron estudiantes y ahora son profesoras e investigadoras, no permiten que las invisibilicen. Ellas brillan por sí mismas. 

En el camino hacia posicionarse como economista feminista, ¿cuál ha sido su mayor reto?  

Fue cuando acepté el reto de ser directora ejecutiva del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer. Recibí advertencias desde todos los ámbitos posibles para que no lo aceptara, ya que se decía que la señora Vanda Pignato era una mujer que no aceptaba sombra. Se la comparaba con el síndrome de la abeja reina, un fenómeno que ocurre en los partidos políticos donde se busca que la líder sobresalga por encima de todos y esté rodeada de hombres. Sin embargo, cuando surge una nueva líder, la abeja reina siente amenaza y la elimina. Esto se conoce como el síndrome de la abeja reina. Entonces, alguien me advirtió que ella tenía este síndrome y que terminaría aguijoneándome, que me dañaría. Bueno, yo acepté y miré… 

Siempre he tratado de vacunarme contra el síndrome de la abeja reina. Me gusta ver a otras mujeres, especialmente a las jóvenes que están irrumpiendo en la escena. Son ellas las que están cambiando las cosas. Incluso le digo a algunas feministas viejitas como yo que ya nos deberíamos de ir haciendo a un lado. Si es que ellas (las jóvenes) son capaces de incendiar este país y lo van a cambiar, pero hay unas (feministas adultas) que no quieren, ahí están en sus feudos.   

¿Cómo afrontó su salida de la UCA y qué viene después para su carrera?  

Lo de la UCA fue una prueba de mi decencia. En lo ideológico y político no tengo ninguna diferencia con la universidad. Hay momentos en que uno está en encrucijadas, porque habían decidido callar y negar. El negar o callar no era opción mía. En mi catálogo de actuación no está ni callar ni negar algo que es cierto. Hay decisiones que no tienen retorno. Yo, por ejemplo, con mi postura de oposición hacia la dictadura de Bukele, hacia el régimen y todo el retroceso democrático y retroceso en derechos humanos que está experimentando el país. Yo sé que es mi postura, esa no tiene regreso. No me lo tomen a mal, pero yo ya estoy muerta. Que me pueden encarcelar, que me pueden disparar… Yo todo eso ya lo tengo totalmente calculado, hasta una maletita por si algún día me vienen a traer por acá ya tengo todo listo para irme. 

¿Y qué le da esperanza en los momentos difíciles?  

Nada. Soy atea desde que estaba en la doctrina para hacer la primera comunión. Recuerdo una vez en la misa, cuando estaban contando la historia del Génesis, levanté la mano y pregunté: «Si Adán y Eva fueron los primeros y solo tuvieron hijos varones, y Caín se fue por el mundo, ¿de dónde salió la esposa de Caín?». Mi mamá me jaló las trenzas… Lo único que me mantiene es el deseo de vivir. Soy sobreviviente de dos tipos de cáncer y siento que estoy viviendo en tiempo extra, un bono que me dieron, porque sinceramente pensé que ya estaría muerta. 

¿Qué mensaje les daría a las economistas jóvenes que están interesadas en la economía feminista? 

Que estudien mucho, que estudien las diversas corrientes de la economía feminista. Y que sigan la corriente de economía feminista que más se adapte a sus proyectos de vida, a su forma de ver el mundo y al lugar que quieren ocupar en el mundo. La economía feminista no es un dogma. Hay diversas corrientes que se entrelazan con otros feminismos, que se entrelazan con otras luchas de liberación. Como por ejemplo el antirracismo y el anticolonialismo. Entonces que estudien todo eso y luego decidan el proyecto de vida que quieren y el lugar que ocuparán en el mundo que van a vivir.  

*Fe de erratas: Julia Evelyn Martínez aclaró, posterior a la publicación de esta entrevista, que cuando mencionó que durante casi tres décadas no ha habido ninguna mujer a cargo del Departamento de Economía de la UCA, en realidad se refería a los últimos tres periodos de esta jefatura, es decir de 2014 a la fecha.

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