Hace poco, tuve un desencuentro con una querida amiga de la universidad, hasta que pudimos aclarar las cosas, gracias a su asertividad. Comiendo juntas, frente a ella, me recorría un agradecimiento repentino, fruto de la conciencia de la importancia de ese momento. Nuestra amistad pudo perderse, pero ella eligió hablar conmigo y resolver el problema para que eso no sucediese. Fue el cariño el que predominó y no el conflicto. Una lección de vida, sin duda.
A mis 43 años, y como feminista, celebro algo que, precisamente, el feminismo me ha legado, cada vez más amigas y menos rivales, como diría la canción. La posibilidad de renunciar al refrán de que la peor enemiga de una mujer es otra mujer. Así nos enseñaron, a herir y competir, y así renunciamos, juntas, a dicho mandato.
El sentido de las cuerdas de la cineasta salvadoreña Marcela Zamora se trata de eso. De todas las posibilidades que se abren cuando las mujeres nos acompañamos y sostenemos en las buenas, las malas y las terribles. De cómo Brenda, Daniela y Karina se conocieron en las peores condiciones (en un centro de detención de menores) y cómo en la calle no hubiesen podido ser amigas (porque pertenecían a agrupaciones contrarias), pero cómo al final crece y germina la amistad entre estas jóvenes. A pesar de todos los pronósticos en su contra.
En medio, se entretejen sus historias de vida, singulares, pero parecidas a las de muchas niñas y mujeres de El Salvador y Latinoamérica: pobreza, abusos sexuales, violencia machista, intrafamiliar y de pareja, maternidades obligadas y pocas oportunidades para el arte o la educación. Fuerza y resiliencia.
Qué pasaría, ha dicho Marcela, si las y los jóvenes salvadoreños en vez de encontrar droga o amistades para delinquir, encontraran una academia de arte en su esquina. Esa es la hipótesis que da sentido a este recorrido sutil y respetuoso, cinematográficamente hablando, a través de la vida de estas mujeres que han logrado dejar atrás la violencia y ahora se presentan en salas llenas de un público que las aplaude por su talento artístico.
El documental transcurre lento, es detallista, demuestra que la directora convivió más de tres años con estas jóvenes y, de la mano de su mirada, logramos asistir a cómo la amistad nace en las condiciones menos problables y va creciendo de la mano de la música y la esperanza en un futuro más promisorio.
Conozco a Marcela desde los años noventa, pero más profundamente desde que filmó María en tierra de nadie y reconozco su evidente evolución estética y artística en este documental y su siempre compromiso con la historia de las mujeres con menos recursos económicos.
Si bien queda claro que muchos de los problemas que viven estas mujeres dependen del contexto sociohistórico y la opresión estructural económica y de género, también la pieza nos deja embelesados por la capacidad que tienen la música y el arte de transformar a las personas y a las sociedades.
Espero que El sentido de las cuerdas sea visto, disfrutado y pensado por muchas personas y que todos tengamos la oportunidad de sentarnos con nuestras amigas a comer, a crecer, mediadas por el amor y no por el conflicto. Porque la verdad, este documental da fe, y suscribo, que la amistad entre mujeres nos salva. A veces, hasta de una misma.
Documental, 75 min. El Salvador, México, 2022.
Dirección: Marcela Zamora Chamorro.
Producción: Ingrid Stalling
Kino Glaz
Fotografía: Neil Brandvold y Guillermo Argueta
Sonido directo: Keco Pocasangre
Edición Keila J. Estada
Registro para la proyección del 21 de marzo: https://forms.gle/fdrXLU9Wmj6Fb36q7