El otro día al ir al retrete pensé en lo perdido
podría parecer una analogía fácil o vulgar de lo que el cuerpo desecha cada mañana o cada vez que tiene la oportunidad
mi idea trashumante no se refería a los fluidos, la temperatura o el olor de este cuerpo que se arranca, de manera rabiosa, canas, cada vez que puede, porque además del tiempo, del dolor, hay que ver el pelo de una encanecido
es insoportable
para mí
ver mi hermoso pelo negro manchado de tiempo, de dolor, de canas.
El otro día al ir al retrete pensé, más bien, exactamente en todo lo que en los últimos meses he perdido,
pues ni siquiera ha transcurrido un año desde que mi vida se partió como las siete capas de mi vientre cada vez que sacaron de mí a uno de mis dos hijos
lo disuelto al firmar documentos innombrables de procesos innombrables que aún no tengo posibilidad ni siquiera de empezar a verbalizar.
Sentí una punzada al agacharme
parecida a una de las cientos de punzadas que he sentido al agacharme en los cinco años de ser madre de dos cachorros humanos.
Por qué tengo que ver tu cara al otro lado de mis ojos, maldije
en esta frente donde las imágenes me persiguen
por qué, lamenté
no quiero ver tu cara al otro lado de mis ojos
después de que me maltrataste la mente para que me dieran unas ganas locas de matarme
tampoco quiero ver la cara de ninguno de mis familiares espurios
que me dejaron sola y calumniaron en el momento que más necesité compasión humana
ayuda
para retornar a mi país luego de 15 años y dos hijos.
Las vacas mugen y paren
las mujeres también
y es en ese preciso momento en que la sangre ha inundado todo
y la leche está mezclada con la caca
y los fluidos, ahora sí los fluidos
cuando en la vulnerabilidad irredenta de la carne
a algunas personas les da por herirte
de maneras casi fatales
por suerte no
por suerte los papeles innombrables el abogado la abogada los pasaportes el avión las amigas el novio
la capacidad de agacharse y ganar dinero para comprar leche de vaca para el bebé
y no ser siempre la vaca rabiosa porque sus dientes muerden
los dientes del bebé me muerden
y yo quiero al bebé pero no quiero que los dientes del bebé me muerdan
y quiero a mis hijos pero no siempre quiero ser siempre madre
no las 24 horas
no los siete días de la semana
ni los 365 días del año.
Quiero tiempo para mí
para pensar en lo perdido
no solo en el retrete
quiero tiempo para pensar en mi vida
en mi vida que,
aunque los demás parezcan no entender,
es la vida de una mujer
no solo de una madre
o una vaca.