Tabúes y resiliencia sexual

Violeta Belhouchat | 13/04/2021

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A la sexualidad todavía la rodea un sinnúmero de tabúes. Pero incluso dentro de «lo que no se habla» hay temas todavía más difíciles de hablar. La sexóloga feminista Violeta Belhouchat, nombra en su columna algunos de los tabúes históricos en torno a la violencia sexual. Nos recuerda que las víctimas de violencia no solo se enfrentan a los obstáculos individuales, sino que también deben romper con el silencio impuesto por estas cosas tan difíciles de pronunciar.


Hablar de sexualidad es tabú. Hablar de menstruación, de ausencia de deseo sexual posparto —que puede durar meses—, de infecciones sexualmente transmisibles, de la dificultad para las personas con vulva por obtener un orgasmo durante un coito heterosexual y de dificultades sexuales en las parejas de todas las orientaciones sexuales y románticas son cinco tabúes bien identificados. 

No son los únicos, pero son nuestros “diablos conocidos” de la salud sexual. Lo que me ha impactado es comprender que también es tabú hablar de problemas sexuales entre las víctimas de violencias sexuales y los especialistas de la salud que las atienden: médicos, ginecólogas, matronas, urólogos, terapeutas, psiquiatras. 

Es sorprendente, porque las personas sobrevivientes de violencias sexuales en el mundo se cuentan por miles y miles. Me atrevo a decir que no hay ningún especialista de la salud que no haya tratado alguna vez pacientes (niñxs, adolescentes, hombres, mujeres, no binarixs) víctimas de excisión, mutilación sexual en hospital, incesto, violación, pedófila, violación conyugal, trata de personas y/o explotación sexual. 

Por no mencionar la ciberviolencia sexual: las amenazas de violación en línea, la difusión de imágenes pornográficas sin consentimiento, el ciber acoso LGBTQAI+fobo, la ciber difamación sexual, ciber coming out forzado —especialmente grave en algunos países como Irán, donde la homosexualidad todavía es delito y puede ser castigada con pena de muerte. 

Muchas agrupaciones de víctimas de violencia sexual denuncian y trabajan para conseguir el reconocimiento legal de estas formas de sufrimiento y obtener una reparación simbólica. Muchxs periodistas filman o transcriben testimonios. 

Para nadie es un secreto que, para sanar de un trauma sexual, hay que salir del silencio.  

Lo que parece estar menos identificado es que para eso hay que sobrepasar los obstáculos individuales: la vergüenza, la culpabilidad paradójica o invertida (cuando la víctima se siente culpable de su propia agresión) y la confusión provocada por falta de educación sexual, falta de información jurídica o amnesia traumática, por ejemplo. 

Hablar llorando, gimiendo, tartamudeando, suspirando, temblando de rabia, transpirando por estrés, con la boca seca, con náuseas de angustia o con la sensación de estar en un estado de muerte y anestesia es un combate, uno en el que se vence frase a frase. 

En realidad, cada víctima de violencia sexual debe enfrentar, además de estos obstáculos internos, el peso del silencio de los siguientes tabúes históricos: 


Los tabúes respecto a las violencias sexuales


La diversidad de la violencia sexual. Su presencia continua en los espacios públicos y privados, en los espacios destinados a la educación, el deporte y el cuidado de la salud. El número de hechos cotidianos.  

Las violencias sexuales pueden provocar erecciones del pene y del clítoris, y lubricación a causa de reacciones reflejas de glándulas (la próstata masculina, las glándulas de Bartolino, las glándulas uretrales o de Skene). Pueden provocar orgastos, reacciones de erección y espasmos acompañadas de reacciones emocionales negativas (asco, aversión, horror, sorpresa, miedo, tristeza, estupor). 


Los tabúes respecto a las víctimas de violencias sexuales


La edad de las víctimas: 8 de cada 10 son niñxs o menores de edad.  

Las experiencias psicológicas de amnesia traumática: olvido total o parcial de las violencias durante meses, años o décadas.  

Las experiencias psicológicas de conciencia: la gran mayoría no sabe que está sufriendo una violencia sexual y se da cuenta días, semanas, meses o años más tarde —en la adolescencia o al tener acceso a educación sexual o capacitación jurídica. 


Los tabúes respecto a los autores de violencias sexuales


La edad de lxs agresores (1 de cada 4 es menor de edad), su origen socio económico (de todos los estratos socio económicos), su nivel de estudios (desde analfabetxs hasta posdoctorado).

La diferencia que puede haber entre comportamiento sexual social (por ejemplo, heterosexual monógamo) y comportamiento sexual secreto (por ejemplo, predador pedocriminal), el estado de salud física (son personas sanas, enfermas o en situación de discapacidad).

El estado de salud mental (mayoritariamente son personas sanas integradas en la sociedad y que son plenamente conscientes de sus actos que toman medidas de seguridad para no ser descubiertos, algunos agresores son psicópatas violentos o sádicos o asociales). 

Mayoritariamente son personas con pene que se identifican como hombres heterosexuales.


Los tabúes respecto a los lazos interpersonales entre agresores y víctimas de violencias sexuales


Pueden ser parientes con o sin lazo sanguíneo; personal de salud y paciente; relaciones afectivas dentro o fuera del matrimonio; colegas, jefxs y subordinadxs; proxenetas y trabajadorxs sexuales; profesorxs y alumnxs; entrenadorxs deportivos y deportistas; vecinos; conocidos; amigos; exparejas; policías y detenidxs; diputados y asistentes parlamentarixs; líderes políticos y militantes; funcionarixs públicos y ciudadanas en busca de ayudas estatales; directores de teatro o cine y actrices… 


Los tabúes respecto a las relaciones entre agresores de violencias sexuales


Trabajan en redes humanas – digitales – económicas – de información, tienen contactos cotidianos personales y/o profesionales, pertenecen a la misma familia, pertenecen a círculos profesionales, se ayudan mutuamente a obtener cargos de poder económico político u otro, crean lazos interdependientes. 


Los tabúes respecto a las acciones realizadas por los agresores de violencias sexuales 


Se comunican con otros agresores sobre sus estrategias de dominación (psicológica, económica) y sus agresiones sexuales (las describen, las desarrollan para hacerlas más extremas); manipulan emocional y afectivamente; chantajean, amenazan directamente la integridad física de las víctimas o lo hacen indirectamente a través sus seres queridos (mascotas, hermanos, padres, amigos);, intimidan de manera verbal y no verbal, crean situaciones y pruebas materiales para extorsionar, amenazan la reputación y la dignidad de las víctimas o de sus seres queridos, amenazan la situación económica de la víctima y de las personas que dependen de ella (familiares u otros), amenazan la seguridad de la víctima y/o de su entorno (su casa, sus papeles de identidad, su comunidad), alquilar o pagar servicios o regalos o favores para las víctimas o personas de su entorno. 

Las violencias sexuales son todas las violencias que atacan la sexualidad de un ser humano en los aspectos biológicos y corporales, emocionales, afectivos, interpersonales, psicológicos, psíquicos, educativos, culturales, familiares, socio económicos, jurídicos.

Sin saberlo, cada víctima de violencia sexual, cuando esta frente a su terapeuta o médico, la dificultad a la que hace frente, antes de abrir la boca y contar lo que vivió, no es romper con su vergüenza, su culpabilidad de víctima o su confusión. Está haciendo frente a la ruptura de siglos de tabúes en torno a la sexualidad y a las violencias sexuales.

Si tú eres víctima, tu palabra cuenta. 

Decir tu verdad es tu resiliencia. 

Y más temprano que tarde, tu resiliencia individual será parte de nuestra resiliencia sexual colectiva. 

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