Recorrido 3: Episodio 1 — Una muerte anunciada

Jimena Aguilar | 01/07/2022

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En el primer episodio, Jimena Aguilar, la narradora y directora del proyecto, reflexiona sobre el significado de Romero en la historia del país como un ejercicio para enmarcar el relato de su padre, Joaquín Aguilar, quien asistió al funeral. Su historia familiar se entrelaza con la de Julia, quien relata cómo su madre y su abuela sobrevivieron ese día.


Escuchá el episodio 1



Este episodio es parte del proyecto «Ciudad Perdida: el funeral de monseño Romero«, que fue diseñado originalmente como un recorrido en audio geolocalizado. Es decir, son audios que están pensados para que los escuchés en lugares específicos que están conectados a los eventos que narran.

Para hacerlo lo más accesible posible también lo estamos publicando como mapa virtual, como un podcast, y sus respectivas transcripciones.

Por ello, a veces los audios te darán indicaciones hacia dónde debes dirigir tu mirada. En esos momentos, si no estás en el centro histórico de San Salvador, observa las fotografías en el mapa, recuerda visitas pasadas o imagínate el lugar. Te recomendamos utilizar audífonos y buscar un lugar con pocos ruidos.


Leé la transcripción del episodio



Narradora: Por iniciativa propia, en bachillerato elegí hacer un proyecto escolar sobre la guerra y leí el Informe de la Comisión de la Verdad. Así, sin guía alguna, me enfrenté a la historia del país, esa historia que marcó la vida de mi familia y de tantas más. El documento hablaba sobre el asesinato de Monseñor Romero así: “este crimen polarizó aún más a la sociedad salvadoreña y se convirtió en hito que simboliza el mayor irrespeto por los derechos humanos y preludio de la guerra abierta entre gobierno y guerrillas”.

La primera vez que leí esas líneas habían pasado al menos 27 años desde su asesinato y el crimen seguía en la impunidad.

Ahora han pasado 42 y el crimen sigue en la impunidad.


Ana Ruth Aragon: Mi nombre es Anna Ruth Aragón.

Joaquin Aguilar: Mi nombre es Joaquín Antonio Aguilar Merino

Francisco Altschul: Mi nombre es Francisco Altschul.

Julia Aguilar: Mi nombre es Julia Aguilar y soy hija de Xenia Iris Pereira Machuca y quiero mencionar también que soy nieta de Eladio Machuca, que también estuvo ahí.


Escucho sus historias y retumban en mi mente. Los lugares, los relatos ajenos y mis propios recuerdos se doblan y desdoblan como fantasmas que no descansan hasta encontrar un lugar en el presente.

Julia y yo compartimos el mismo apellido, Aguilar. No somos parientes, pero nuestras historias familiares se cruzaron en esta plaza en el centro de San Salvador el 30 de marzo de 1980 cuando ninguna de las dos había nacido.


Julia Aguilar: Mi madre se llama Xenia Iris Pereira Machuca y mi abuela se llamaba Eladio Machuca y ambas estuvieron en el funeral de Monseñor Romero en la plaza Gerardo Barrios en 1980.


Y este es mi padre, quien también asistió al funeral.


Joaquin Aguilar: Mi nombre es Joaquín Antonio Aguilar Merino, tengo 77 años. En esa época tenía la edad de 35 años.


Tenía solo 3 años más de los que yo tengo ahora y al igual que muchas personas más, se organizó.


Joaquin Aguilar: Estaba en dos organizaciones, una era el Partido Comunista de El Salvador en verdad y este, y era fundador del Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos del Salvador. Era muy importante porque estábamos en un período de violencia y de injusticias y creímos que los profesionales y los técnicos no podíamos estar ajenos a esta situación.


En noviembre de ese año, mi papá y mi mamá tuvieron que huir del país. Reconstruir estos retazos, coleccionarlos y pulirlos ha sido un esfuerzo de años. No soy la única que sigue los trazos del pasado.


Julia Aguilar: Esta parte me cuesta un poco. Yo nací en el 82 y soy de la generación a la que mucha gente nombra como los hijos e hijas de la guerra. La historia de mi familia está marcada totalmente, no solo por el lado de mi mamá, sino también por el lado de mi papá, de cómo llegué al mundo yo, fue a partir de eso, entonces, pero yo he ido construyendo mi historia personal a pedacitos, armando un rompecabezas.


El 24 de marzo de 1980 la mamá de Julia regresó de la escuela y sintonizó la radio.


Julia Aguilar: Y entonces empezó a sonar esta música que daba la señal de que había muerto alguien. Entonces dice que fue un momento súper impactante para todo el mundo porque nadie pensaba en la casa, que mi abuelita incluso se negaba a creer que iban a asesinar a Monseñor Romero, pese a que estaban asesinando al resto de sacerdotes. Entonces cuando escucharon la música, todo el mundo se paralizó porque sin que lo dijeran ya sabían que es lo que había sucedido.


Sabían que a quien habían matado era Monseñor.


Julia Aguilar: Ellas sabían que la sabían qué es lo que él había dicho en su homilía del día anterior.


Muchas personas también temieron por la vida de Monseñor cuando escucharon esa homilía.


Francisco Altschul: Cuando tanto dijo la famosa frase, ¿verdad?, “yo les pido, les ordeno en nombre de Dios, que cese la represión”. Ahí, pese a monseñor, lo van a matar. Y así fue. Y me imagino que mucha gente, de haber tenido la misma, la misma percepción.


Este es Francisco Altschul, amigo de mi papá y mi padrino. Ambos eran parte del Movimiento Independiente de profesionales y técnicos de El Salvador MIPTES. Ambos vinieron el 30 de marzo a esta plaza.


Francisco Altschul: Me integré a un contingente de compañeros del MIPDES, del movimiento y marchamos hacia la plaza.


“En nombre de Dios, pues, y el nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión”. —Monseñor Óscar Arnulfo Romero, 23 de marzo de 1980.


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