Eugene, Oregón, E.E. U.U.
Llevo semanas sin escribir. Luego de tener semanas cargadas con videollamadas y consumir noticias de alrededor del mundo sobre el COVID-19, ya no tenía ganas de ponerle más energías a esta pandemia. Tuve que descansar para darme reset y poder tener un balance que no me lleve a saturarme de nuevo. Durante el tiempo que estuve ausente de “Cartas de coronavirus” caí en la moda de hacer pan, hice budín y mil postres más, guardé la ropa de invierno, traté de crecer cebollines y leí.
En Eugene, aunque existe la orden de quedarse en casa (stay at home order, en inglés), podemos salir a caminar, puesto que se reconoce como esencial para mantener la salud mental. No salgo todos los días porque desde mi perspectiva creo que es irresponsable hacerlo. Solo salgo dos o tres veces por semana a respirar un poco y ver qué ha traído la primavera. La caminata de este día me trasladó a mis recuerdos de algún 25 de diciembre de mi infancia. Las calles estaban solas, los carros parqueados afuera de sus casas, apenas se escuchaba ruido, el cielo estaba despejado y no hacía ni frío ni calor. Durante esa hora de paseo me sentí cerca de casa (El Salvador), la nostalgia me trasportó en el tiempo y de lugar. Fue un momento muy bonito que me llenó de amor y tranquilidad. Me imagino que esto no hubiera sido posible si las personas no respetaran la orden de quedarse en casa.
Mi aplicación del clima dice que el sábado hará 28°C y habrá sol en Eugene. Un día perfecto para ir al parque, hacer picnic y tomarse unas cervecitas con lxs amigxs si no estuviéramos viviendo una pandemia. Me pregunto si las personas nos quedaremos en casa el sábado o tiraremos a la basura el mes y medio en casa por hacer un picnic y ver a lxs amigxs.
Fernanda