Diario de un tiempo distópico
Barcelona, España
Jueves, 26 de marzo de 2020
He comenzado a preservar el jengibre y las zanahorias en botes de vidrio con agua, para que se mantengan frescos durante más tiempo. Quiero hacer encurtidos, también. Estoy volviendo a la cocina, después de muchos años.
Titular funesto en La Vanguardia: “Unos 50 vecinos de La Línea de la Concepción apedrean un convoy de ancianos enfermos por coronavirus”. Estas personas se oponían a que 28 ancianos enfermos de Covid-19 fueran reubicados en una residencia de esa ciudad. L.P., mi amiga panameña, me dice: “Estoy impactada con esta noticia. No podemos dejar ir a nuestrxs abuelxs, son quienes han levantado nuestros países”. Le cuento que en el supermercado percibí el miedo en las miradas de un par de ancianos, a lo que ella responde: “Coño, cómo no van a tener miedo, si además de una enfermedad, tienes a una sociedad que te trata de esa manera. Aquí en América Latina es tan diferente. Para mí, los abuelos, los ancianos, son lo más sagrado que puede haber, personas que merecen respeto. Si no fuera algo que se publicó en un periódico, me costaría creer que es verdad. Qué tristeza”.
Tania