Eugene, Oregón, Estados Unidos
Sábado, 28 de marzo 2020
Esta semana lloré viendo videos de mi abuelita de 99 años que está en El Salvador (la extraño), y lloré porque quisiera estar cerca de mi mamá y papá para ayudarles, y así darles un descanso de las labores de cuido y del hogar. Al menos no tienen que preocuparse por el dinero: tienen el privilegio de tener trabajos estables.
Hoy, sábado, no quiero pensar en el aumento de casos de COVID-19 en Estados Unidos (479 en el estado de Oregón y 118,365 en todo el país), ni en como este aumento afligirá aún más a mi mamá que pasa preocupada por sus hijxs. Tampoco quiero pensar en la militarización de El Salvador, ni en como Noemí y Daniel que viven en un rincón perdido de San Ramón, donde ni llega agua, harán para obtener esos $300 que el gobierno ha ofrecido; ni en cómo esas pinches cadenas de información falsa les crean miedo. Hoy quiero tomar un respiro de esto, y no enfocarme en el número de días que nos quedan viviendo con miedo y ansiedad por esta pandemia que afecta de una forma más jodida a una parte de la sociedad.
Este día ignoré a mi útero, ya que él ignoró que yo no quería sentir más dolor. Me tomé mi café con calma y me bañé cantando a la Gloria Trevi. Tomé los consejos de la Trevi: decidí soltarme el cabello (hacerme una media cola), vestirme de reina (ponerme un pantalón, no de pijama), no ponerme tacones (los zapatos están prohibidos adentro de mi casa) y pintarme los labios. Hoy me siento bella. Tomaré un descanso de esta locura, y disfrutaré la video llamada con mis primxs, y más tarde haré una siesta con mis labios pintados sin sentir remordimiento por no ser “productiva”.
Fernanda
P.D: Yo tengo el privilegio de tomar un descanso, y reconozco que no todxs lo pueden hacer. Espero que esta pandemia nos haga reflexionar sobre las desigualdades del sistema económico actual, y que exista un cambio. Se vale soñar, se vale soñar, porque tengo el privilegio de tener el tiempo de pensar en esto y no en como haré para alimentar a toda mi familia.