Eugene, Oregón, E.E. U.U.
Lunes, 30 de marzo 2020
Hoy terminó Spring Break, hoy regreso a mi rutina. Mi pareja comenzó sus clases en línea hace media hora. A lo lejos, escucho un murmullo de voces que salen del estudio. R terminará el trimestre en línea. Mi oficina ahora es el comedor, le cedí mi puesto porque en realidad no me han llegado traducciones, y no necesito privacidad para buscar trabajo. Estoy tratando de buscar trabajo más estable. He recibido muchos rechazos, pero ahora también muchos correos que explican que, por la Covid-19, los procesos de contratación están congelados.
A esta hora había planeado ya estar lista para hacer ejercicio, luego me iba a bañar, responder unos correos y comenzar la búsqueda interminable de trabajo. Nada de lo descrito anteriormente ha pasado. La noticia de las personas haciendo cola para recibir los $300 dólares me ha causado dolor y rabia. Al ver las imágenes comencé a llorar y podía escuchar el mensaje de voz que nos envió Noelia al principio de la cuarentena obligatoria. Su voz estaba quebrantada, llena de miedo porque si su esposo no salía a vender frutas y verduras en el camión de su jefe, no sabía cómo le iba a dar de comer a sus hijxs. La realidad de Noelia no debe de ser muy diferente a la de todas las personas que salen en las imágenes de esta mañana.
No tengo trabajo remunerado estable, pero con lo que mi pareja gana y con lo que yo logro sacar cada mes nos alcanza para pagar la casa y la comida. Hoy leí que el Gobierno de EE. UU. iba a dar $1,200 a las personas que hicieron menos de $75,000 en el año 2019. Dicen que es para aliviar las cargas en el hogar y estimular la economía, pero, al igual que en El Salvador, no les llegará a todxs. Algunas de las personas más afectadas por los recortes y/o por exponerse más al virus en EEUU son también las que trabajan en el sector informal. En este caso lxs imigrantxs indocumentadxs; ellxs, aunque pagan renta, no recibirán este dinero.
Así de podrido está el mundo, así de podrido está el sistema. Mejor me levanto de esta silla e iré a jugar con mis gatos. Quizás más tarde me dan ganas de hacer ejercicio y bañarme. La rutina tendrá que esperarme, porque yo todavía no la he encontrado.
Fernanda
PD: Ayer por la noche me dije que iba a escribir sobre las cosas chivas que hice el domingo, pero la mañana me sorprendió. Retomo las palabras de Rebeca Lane: “quisiera tener cosas dulces que escribir, pero tengo que decidir y me decido por la rabia”.