
Diario de un tiempo distópico
Barcelona, España
Lunes, 30 de marzo de 2020
Es casi medianoche en Barcelona. Hace frío. Hoy llovió casi todo el día.
La situación en El Salvador es de una tremenda fragilidad. La gente que trabaja en la economía informal (7 de cada 10 personas) o que tiene una precaria situación económica, se aglomeró para recibir los $300 prometidos por el gobierno para hacer frente a la cuarentena, pero finalmente muchos de ellos no los recibieron. Hay frustración, rabia, hambre. A eso se le suma el riesgo de que ese centenar de personas abarrotadas haya propagado el virus. Tenemos una pobreza estructural que arrastramos desde hace décadas y eso complica el panorama exponencialmente. Según datos oficiales, hoy hay treinta personas contagiadas, cinco en estado grave.
En Barcelona, los migrantes manteros muestran su solidaridad confeccionando trajes médicos. En su taller de costura producen batas y mascarillas para los hospitales catalanes. Es una gran lección de empatía y solidaridad desde un colectivo que suele sufrir racismo, discriminación y exclusión. Además, el Sindicato Mantero ha creado un banco de alimentos para apoyar a sus compañerxs. De hecho, se están tejiendo redes solidarias desde diversos colectivos que trabajan a niveles de barrios.
En la parcela donde vivimos (tres parejas, incluidos nosotros) ha surgido espontáneamente una tradición: los sábados y domingos intercambiamos y compartimos comida y bebidas. Aprovechamos para charlar y liberar nuestras preocupaciones. Quisiera abrazar a mis vecinas, K. y Dia. y agradecerles su generosidad y acompañamiento, su humor e inteligencia, pero tendré que esperar.
En la ciudad de Nueva York, cada 17 minutos muere una persona por el coronavirus.
Tania