Opinión

El cuarto-nido

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Hola, mamá. ¿Estás bien? Pregunto, en lo que cabe, a tus ochenta y siete. Sí,
mamá, ya sé. Ya casi te vas, mamá. En pos de un andar rápido, con un corazón de ritmo fuerte y uniforme. Por hoy, tus memorias se te escapan, las enmiendas, las inventas. Nos cuentas de las enfermedades a las que sobreviviste de niña, pero no sabes qué cenaste ayer. Viéndote tan frágil, se me hace ilusión la fuerza del cuerpo rollizo y petiso que tenías hace pocos años.

Ahora te falta hasta el coraje que tuviste para sacar a Ana de la casa, la que luego te llevó a juicio por haberla corrido del trabajo con cuatro o cinco meses de embarazo.

A vos, tu filosofía de “pensá mal y acertarás” te llevó a creer que el padre del bebé por nacer fuera papá. Nada que ver. Con mis once años, azorada, contemplaba a Ana recortarse el flequillo, maquillarse con cuido los labios, las mejillas y el contorno de los ojos, ceñirse su falda de lona deshilada, arriba de la media pierna. Y allá iba, feliz para sus clases de sexto grado en la escuela nocturna. Allí conoció al tipo que la embarazó.

Guapo, decía ella, con el cabello hasta los hombros, movido siempre por su andar largo, bamboleante y casi en puntas. La tenía loca su forma de vestir; pantalones acampanados de corduroy, camisa verde de poliéster y zapatillas deportivas. Trabajaba como vendedor de baterías para automóviles.

Ana recibió su dinero en el juicio y vos la paz de no verla más. Y decidiste que tus hijas ya teníamos edad para asumir el lavadero y la cocina, que no había por qué llevar la tentación a la casa.

Nunca supiste que volví a encontrar a Ana camino a mi escuela, que me llevó al cuarto de alquiler que le había puesto el tipo, con una cocineta de mesa y una cama como único mobiliario. El cuarto era parte de una casa que debió ser el casco de una finca, la edificación estaba en medio de una arboleda nutrida y fresca.

Era una pequeña selva, un sitio agradable para que el niño naciera allí.
Seguí visitando a Ana cuando el bebé nació, un muchachito con la piel del color del pan tostado, risueño, gorjeante, demasiado grande para la pequeña estatura de su madre. No te conté que un día de la madre, como hoy, robé un par de sábanas de tu casa, y también cereales, azúcar y algunas pelotas de jabón. Y fui contenta, a llevar todo, para el cuarto-nido.

Pero ese día todo estaba oscuro, el cielo, la habitación, la cara de Ana. El tipo se había ausentado de casa varios días y, con él, la leche del bebé. Su pecho no era suficiente para saciarle el hambre. Tampoco tenía con quién dejar al crío para volver a buscar trabajo. Llevada por la ignorancia y la desesperación le había completado la dieta con la primera leche que encontró a precio bajo, leche de magnesio. Había enterrado al bebé una semana atrás… Me quedé largo rato sentada en la cama junto a Ana, paralizada por aquella forma tan estúpida de morir que parecía un chiste pésimo.

No volví a ver a Ana. Cambió el barrio, cambiamos nosotras. La pequeña selva y la casa del cuarto-nido fueron tumbadas al año siguiente para construir un complejo residencial. Hasta hoy, no sé dónde empezó la calamidad que tumbó también al niño. Vos querías defender tu casa de una de tantas quitamaridos que hay en el mundo. Ana quería saber de amores.

Debo correr a otros quehaceres, mamá. Ya sabés, ahora todo es urgente y de prisa. No hay tiempo para duelos. Te escribiré otro día. Cuidá de vos, por favor. Usá el bastón, no vayás a caerte. Y no te olvidés de tomar tus pastillas para la presión.

Hasta pronto, mamá. Yo te bendigo.





Claudia Denisse Navas Rodríguez. (San Salvador, 1963). Psicóloga, con maestría en Comunicaciones. Desde su experiencia laboral, ha desarrollado ensayos sobre la realidad de vida de comunidades empobrecidas. En su trabajo literario centra sus esfuerzos en el cuento corto y la narrativa de historias familiares. Es miembro del Colectivo Taller Literario Palabra y Obra. Cuenta con publicaciones en la revista Cultura 125, del ministerio de Cultura de El Salvador y las antologías El territorio del ciprés (2018), Cuentos del Sábado (2019) y Esto no es cuento (2019).

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