Opinión

Trabajo de cuidados en tiempos de pandemia

El trabajo no remunerado o remunerado que se hace en el hogar está compuesto por tareas necesarias para la vida, la convivencia, para que las empresas produzcan, para que el país esté bien económicamente y sí, también para quedarse en casa.

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Por Elena Beltrán, Claudia Interiano y Maricela Toche
Foto de Unsplash por zhenhappy

En los más de 350 casos de búsqueda de personas desaparecidas y victimas de masacres que la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho apoya en México, Guatemala, Honduras y El Salvador, quienes buscan a sus desaparecidos en el tránsito migratorio hacia Estados Unidos, y las defensoras que apoyamos en la búsqueda, somos mujeres. 

Y no es mera coincidencia. Las mujeres somos en mayoría las que trabajamos en solidaridad, pero a la vez, somos invisibles en todo. Las que nos quedamos sin opciones de estudios, sin opciones de trabajo con salario formal; las que nos quedamos en casa haciendo todos los trabajos del hogar; las que nos quedamos en la comunidad trabajando por la mejor convivencia; las que nos quedamos defendiendo el derecho al agua; las que nos quedamos ajustando el dinero para comprar comida; las que nos quedamos haciendo búsqueda de seres queridos desaparecidos; las que nos quedamos en casa en tiempos de pandemia; las que no tenemos internet en casa y que buscamos beneficios socio económicos que no llegan, porque toda esa labor ardua de cuidados es invisibilizada.   

El Salvador, como todos los países del mundo, enfrenta una pandemia. Por esta razón, el país ha tenido que acatar medidas que obligan a la población a quedarse en sus hogares. Muchas personas, sobre todo las que no laboran en la primera línea de combate a la pandemia, se han visto en la necesidad de buscar alternativas a sus formas de trabajo, que no se encuentran ni llegan a la puerta de la casa. Todo esto está teniendo impacto directamente en la salud física, mental emocional y laboral. 

La Asociación Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos de El Salvador-COFAMIDE, es una organización en la que el 82% de sus integrantes son mujeres adultas mayores con edades que van desde los 45 a 85 años.  Todas con carga  de trabajo de cuidados y del hogar no remunerados. Es el mismo trabajo que, de manera remunerada, está mal denominado por el Código de Trabajo salvadoreño como “doméstico”. Ese trabajo no remunerado o remunerado que se hace en el hogar está compuesto por tareas necesarias para la vida, la convivencia, para que las empresas produzcan, para que el país esté bien económicamente y sí, también para quedarse en casa. 

En el contexto actual, el significado de los cuidados y del “#QuedateEnCasa” representa diversos retos para las mujeres salvadoreñas y tiene impactos en sus derechos a la salud y a la vida; pues, aparte de los desafíos de la pandemia, hay que lidiar con el silencio por el miedo a las violencias diversas en casa, a las violencias fuera de casa cuando vamos por víveres, a las agresiones sexuales dentro y fuera de casa, por particulares y por autoridades. 

Hasta en diversos medios de comunicación se reafirma la violencia contra las mujeres, que se consagra como una naturalización del macho que ordena – pero no porque sea organizado y limpio – sino porque dicta órdenes, y es así hasta aplaudido en redes sociales el que se pinte como cavernícola, que no cocine, ni lave platos, ni cuide de niños y niñas, como pudimos ver en la exhibición de Billy Calderón.  

Sí, quedate en casa, pero con la responsabilidad de colaboración justa de las labores del hogar, no sobrecargando de tareas a una persona. Una persona de la que, por el hecho de ser mujer o niña, se asuma o se determine que tiene la obligación de realizarlas. Ninguna niña nace con detergente y escoba incorporadas, ninguna mujer está obligada a parir niños para encargarse sola de ellos. 

Tengamos en cuenta que, cada día, médicas, enfermeras, policías y militares mujeres también salen a las calles a continuar siendo heroínas. Así, la cadena de cuidados de personas y de la casa, se traslada seguramente y en el mejor de los casos, a una abuela, a una tía, a una hermana. Todo para poder salir a trabajar y dar todo por el todo para cuidar de salvadoreños y salvadoreñas. 

¿Quién reconoce este trabajo en casa? Al no ser reconocido, no se remunera. No se es beneficiaria de ningún bono, ni mucho menos se cuenta en la estadística de la jefatura de casa, porque seguramente no se es dueña de casa. Tampoco aparece el nombre en ningún subsidio de electricidad, de gas propano, o del Seguro Social. ¿Cómo se contabiliza a las mujeres en ésta situación que no tienen una profesión, pero que deben velar por que haya alimentos en casa? 

Muchas mujeres salvadoreñas, en especial personas adultas mayores, no cuentan con un empleo formal y se dedican a las ramas del comercio (44.7%) y servicios domésticos (10.6%). Por eso, se ven en la obligación de salir de sus hogares a trabajar día a día convirtiéndolas en foco de vulnerabilidad, en medio de la crisis. 

La atención de la pandemia y el cuidado de la vida y la salud, obviamente son prioritarias y, por eso mismo, es urgente tomar medidas socioeconómicas para responder a las realidades de las mujeres que sostenemos la vida en casa, en hospitales, en la educación, en la seguridad, en la salud mental, en la búsqueda de personas desaparecidas, en la defensa de los derechos humanos.  

El Primero de Mayo se reivindica con acciones reales frente a un derecho histórico de la humanidad: el trabajo. Debemos priorizar la reivindicación del trabajo de cuidados remunerado y no remunerado; un trabajo que no tiene exclusividad, y que también en el diario vivir es imprescindible para todos y todas, manteniendo la dignidad en garantías fundamentales que protegen a la población salvadoreña, como la salud y la vida. 

#QuedateYCompartamosResponsabilidadEnCasa 


Elena Beltrán: Relaciones Internacionales, cursando actualmente la maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz de la Universidad
de El Salvador. Defensora de Derechos Humanos de las personas migrantes y sus familias, desde el equipo de Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho en oficina de El Salvador.

Claudia Interiano, Abogada y Notaria salvadoreña. 20 años de experiencia representando a nivel penal y constitucional en casos de masacres y desapariciones durante conflicto armado y Masacre de 1932 contra pueblos originarios de El Salvador. Actualmente Coordinadora Regional del Area transnacional de la Fundación para la Justicia representando casos de personas desaparecidas en la ruta migratoria.

Maricela Toche, Ciencias Jurídicas. Ha trabajado en derechos de las mujeres, especialmente en derechos laborales y aplicación de políticas públicas con enfoque de género.  

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