Derechos de las mujeres

Cuando también estoy bordando

Con una jornada de más de 10 horas, y el pago de una pieza a $1.80, las bordadoras a domicilio también realizan las tareas del hogar: lavar, cocinar y limpiar. Así es el día de la mayoría de mujeres que se dedican a este trabajo que no cuenta con prestaciones de ley, seguro social ni vacaciones. Mientras una tienda de ropa estadounidense comercializa un vestido a $57.90, una bordadora a domicilio en El Salvador recibe alrededor de $1.80 por elaborar a mano la parte más atractiva de la prenda: el bordado. Esta es la rutina diaria de María, una joven de 26 años de edad que se dedica al bordado desde hace más de 10 años.

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Las bordadoras a domicilio trabajan para el sector textil. Su trabajo es coser con puntadas las figuras de prendas como vestidos o trajes infantiles. En su mayoría, son contratadas verbalmente, y sus jornadas de trabajo superan las 10 horas al día. El salario semanal no excede los $50.

De acuerdo con Mujeres Transformando, una organización en pro de los derechos de las mujeres trabajadoras de maquilas, existen más de 400 bordadoras a domicilio, sobre todo provenientes de zonas rurales. Sus edades rondan entre 25 a 60 años, pero entre ellas también se encuentran niñas y adolescentes que colaboran con sus madres para terminar la producción de la semana.

Pese a que el artículo 71 del Código de Trabajo establece que el patrono debe estipular un contrato por escrito, este no es el caso de las bordadoras. El Sindicato de Trabajadoras de Bordadoras a Domicilio (SITRABORDO) se ha organizado con alrededor de 110 mujeres bordadoras para denunciar la explotación laboral y las carencias en este rubro.

La secretaria general del sindicato, Icela Beltrán, explica que, desde marzo de 2016, su principal lucha ha sido la ratificación del Convenio 177 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), el cual especifica que las empleadas y los empleados domiciliarios de maquilas rdeben recibir los mismos derechos laborales que establece el Código de Trabajo. Hasta el momento, no han recibido respuesta de las autoridades. Icela agrega que el Ministerio de Trabajo no mantiene un registro oficial sobre la cantidad de bordadoras activas, y que esto también invisibiliza las carencias y la explotación que sufren.


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