Derechos de las mujeres

Daysi Flores: «Ser activista es pérdida y ganancia en todos los sentidos»

"Quiero construir un mundo en el que no haya necesidad de salvar infancias, mujeres o el planeta, ni a nadie, porque todo el mundo está trabajando para construir una comunidad en armonía". (Daysi Flores)

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Por Paula Irene del Cid Vargas


Daysi Flores, con 45 años de edad y 30 en el feminismo, ve esta lucha como una búsqueda profunda y significativa. Su vida cambió cuando asistió por primera vez al Encuentro Feminista de República Dominicana, donde pudo experimentar y comprender los feminismos de manera tangible. Para Daysi, la capacidad de las feministas para construir, dialogar y representar es un poder mágico. Con la misma ilusión con la que fue a Dominicana, se prepara para asistir al Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) en El Salvador en noviembre de 2023. 


«Me quedo en el centro de las cosas, en el balance y en un amor profundo por la vida«.


He sido muchas y soy todas ellas. Me identifico como mujer feminista lesbiana que vive en el tercer mundo, este territorio del sur global que han vivido empobrecido por los países extractores-colonizadores del norte global, y acciono desde ahí. En ese andar de lesbiana soy mamá de hijes, que es parte importante de mi identidad. Provengo de una larga línea de mujeres con mucha potencia, sin miedo a enfrentarse al mundo y eso me ha construido muchísimo.

Con el tiempo y en este caminar feminista, me di cuenta de que, en general, la potencia no es una característica de las mujeres, pero al ser heredera de una larga línea de mujeres fuertes, valientes y rebeldes que se atrevieron a cambiar sus realidades, marca mi propia historia y mi propia realidad. Soy una persona muy sensible y me siento fuerte, es una combinación bonita. No me asustan en las matemáticas, ni me asustan tampoco en el amor. Aunque soy lesbiana, nunca me he encontrado como lesbiana en el movimiento feminista, ni en el ecofeminismo, y tampoco en el movimiento LGTBI. En la construcción de mi vida, del amor y la sexualidad que me pasa por el cuerpo, ha sido imposible borrar el hecho de ser lesbiana como identidad política y como práctica.

La identidad que tengo ahora, no es la que tenía hace años, creo que en donde me he encontrado teórica y políticamente ha sido en el feminismo en general, particularmente desde los ecofeminismos. Con el cambio climático, pareciera que los ecofeminismos son una moda, reciente, pero no es así. Es un posicionamiento teórico, político, práctico y un ejercicio de la vida con el cual comulgo mucho y que explica muy bien, desde las bases teóricas, la feminización de la Tierra y de la Vida, y el desbalance de poder que vivimos en este momento como humanidad. En 2008, puse un rótulo que decía: “Daysi Flores, ecofeminista independiente” se rieron de mí porque nadie sabía qué era y me decían “!Hay cinco ecofeministas en el mundo y tenemos la suerte de tener una en Honduras!


Aprendiendo que ese mundo también es para mí


Empecé con 15 años en el feminismo y eso marcó mi vida como feminista, también me dio la oportunidad de crecer en la libertad de pensamiento, en un movimiento protegido en el que podía ejercitar mi opción sexual y lo hice libremente, y me hice lesbiana desde pequeña. Mi accionar siempre ha sido con mujeres jóvenes, desde el feminismo y con mi identidad como lesbiana, aprendiendo y desaprendiendo lo que nos enseñan que no nos merecemos, desde la búsqueda de la coherencia de la vida, de las construcciones políticas y de ahí, la construcción de la comunicación y de la narrativa es muy importante para mí. Escribo desde muy niña, aunque un poco en el closet, es un refugio en el que puedo ser y desde el que me puedo imaginar mundos y construir desde la estética política feminista. Hago cuentos y poesía, pero nunca he publicado, eso es muy íntimo. Lo que publico son temas políticos.


¿Qué buscas con tu accionar?

Busco una realidad en la que quepamos todas y todos. Creo fervientemente que todas necesitamos coexistir en este mundo, incluso las personas que son más depredadoras, que podemos identificar con la oscuridad, busco un mundo en el que puedan encontrar sanación y lo que sea  que les falta, porque en esa incompletud, en esa lógica de siempre tomar y abusar del poder, hay una gran carencia humana.

Nos estamos enfrentando en este momento a un quiebre como humanidad y necesitamos muchísimo más conectarnos con la Tierra, con la Vida, con la fuerza que nos dan las raíces, entender y saber de dónde venimos para poder sanar.


Arto HN

¿Qué les hace falta a estos movimientos para encontrarte en ellos?


Al movimiento ecologista le falta feminismo; al movimiento feminista le falta amplitud, sobre todo humildad para acercarse y dialogar desde en una manera en la que se pueda entender otras realidades, o por lo menos al movimiento feminista al que me he enfrentado en la vida.  El movimiento LGTB+ siento que tiene el reto de elaborar posicionamientos radicales para construir la vida más allá de la identidad, de las identidades sexuales y fuerza, de querer cambiar el mundo, no basta con solo desear cambiarse a sí misma. Siento que en la comunidad LGTBIQ hay mucho de caber, de estar, de acoplarse, de normalizarse y yo soy disidente de la normalidad


¿Cuál es el contexto en el que desarrollas tu activismo?


Estoy en un contexto en el que se ve cómo el capitalismo, el patriarcado y el racismo caminan de la mano para la destrucción de la humanidad y no hay forma de voltear los ojos a otro lado, no hay forma de escapar. Por supuesto hay muchas propuestas para escapar de esto, pero estamos en este sistema. Cuando estás y estamos en este sistema y en la búsqueda de la coherencia, no hay forma de no verlo. Es un contexto sur, y del sur -sur, más sur que nosotras, solo Haití. Eso marca mucho la lógica y el posicionamiento del activismo, para bien y para mal. Vivimos en un contexto muy violento, en el que un narcoestado tomó la vía, la forma de estar y de saquear todo. Previo a eso se ejecutó un golpe de Estado en el que Honduras se levantó con fuerza, y después inició un ciclo de horror, pero eso no significa que la violencia y la pobreza no existieran previo al golpe de Estado.

Crecí en una ciudad en la que todavía se podía caminar y había un centro en la ciudad para estar, transitar, había espacios públicos, eso vino a ser golpeado por el huracán Mitch (1998). Al ser arrebatado por una condición climática extrema, toda la realidad política se hizo un caldo de cultivo para privatizar y entrar a la lógica del individualismo, de crear grandes malles (centros comerciales) y hacer pensar a la gente que esa es la lógica de la convivencia. Como lo que ocurrió con la pandemia, que algunos creyeron que el capitalismo se iba a acabar, pero el capitalismo, lo que hace es desear vacunarte en Estados Unidos.

El contexto es dicotómico, con el diálogo y la construcción colectiva limitados, arrebatando poder a los pueblos y a las mujeres, lo que contribuye al empobrecimiento. Aunque es desgarrador, también es un contexto de gran fortaleza ante la adversidad, de fuerte acción política y propuestas. La reciente elección de Xiomara Castro no es un regalo, es una apuesta. Cualquier avance en este contexto cuesta mucho, y las mujeres y el pueblo no pueden ignorarlo. A pesar de todo, existen herramientas y diálogo político que impulsan el cambio y la construcción de nuevas realidades.


Podrán cortar todas las flores, pero nunca detener la primavera


Me acuerdo, cuando estábamos en la lucha en contra del golpe, nos decían que abandonáramos, porque que había un contexto que fomenta la desesperanza, pero todos los días, con cada acción, con cada vida que existe y coexiste en este país, poder ver la resistencia en un niño malcriado o a una chava que responde ante al acoso sexual o incluso o la terquedad de quedarse, decidirse a vivir aquí en un país que nos ve como una aberración, y peor si crías hijos en este contexto. Es un contexto de mucha fuerza, resistencia y de mucha esperanza. Tal vez un poco come flores, así me dicen muchas veces, por hippy come flores, porque mantengo mucha ilusión, de que otras formas de vida son posibles.

Empecé con la comunicación feminista por casualidad, yo soy ingeniera civil de formación, siempre me gustó la radio y soy activista de la radio, haciendo cosas bonitas, escribiendo y haciendo dibujitos.  Con el golpe de estado, todas hacíamos de todas y yo tenía más herramientas tecnológicas, también la fotografía fue una entrada para dedicarme a la comunicación y la escritura, yo llevaba una bitácora en la que escribía lo que vivíamos las feministas en resistencia, cuando los gases lacrimógenos lo permitían; documentaba a lo que nos estábamos enfrentando en la calle, a la crueldad, como una forma de trasladar lo que pasaba y romper el cerco mediático.

Me fui enamorando de hacer comunicación y me fui enterando de la potencia, de cimbrar las narrativas hegemónicas y también en la búsqueda de la belleza, buscar que la gente tenga cosas hermosas para ver, para abrazar en medio del horror, es revolucionario porque te permite generar sonrisas y ver la fuerza en medio de la oscuridad.


¿Qué ha implicado para ti el activismo?


Ser activista es pérdida y ganancia en todos los sentidos, en términos políticos, económicos, del amor y de la vida. Ser activista no es una cosa bien vista, ni por la familia, ni por la sociedad en general. Piensan que una es revoltosa. Las personas que se agarran de esa narrativa te dicen que eso trae problemas.  El activismo ha implicado muchas ganancias y pérdidas en distintos niveles. Berta ha sido una pérdida y una ganancia en la vida política del país, en el activismo. Una ganancia en mostrar la forma en la que ella se paraba en el mundo, su fuerza y valentía, también su lado humano, de compa, su lado de cimbrarte y también quererte, su lado de decirte «no se agüite compa» o «no hay que agüitarse», para decirte que no nos desanimáramos o desesperanzáramos”


Miriam Miranda y Berta Cáceres durante la Asamblea de la Plataforma de Movimientos Sociales realizada en 2013. Fotografía: Daysi Flores

Vivimos en un país muy peligroso y los riesgos son muy altos, principalmente cuando se desea comunicar fuera del país lo que se vive en Honduras, eso tiene costos. Muchas tenemos la suerte de tener una colectividad que nos cuida y protege, lo que es fundamental para poder llevar a cabo este tipo de activismo desde Honduras, eso ha contribuido a generar protección y cuidado para mí y para otras activistas. Un ejemplo es la formación de la iniciativa Mesoamérica de Defensoras de Derechos Humanos en conjunto con otras organizativas, es una apuesta fuerte, porque para nosotras, el equipo y la comunidad nos enfrentamos a ese contexto, por eso importante generar redes y apostarle a redes de apoyo de todo tipo, redes políticas, familiares cuando se puede, con las amigas y no rendirse.  

Quiero seguirle poniendo abono, que reciba sol, y abonar para que quienes estén alrededor mío también florezcan.



Aunque estamos en un momento diferente al golpe, las estructuras oscuras no se han movido, el modelo extractivista sigue instalado, así como el narcotráfico y el crimen organizado, con un poco menos de maniobra, pero están. Las mujeres y cuerpos feminizados nos enfrentamos al machismo, a la posibilidad de que te golpeen, te choquen el carro, hasta que te asesinen por el hecho de ser mujer. Las estructuras que sostenían la dictadura siguen intactas, este gobierno no ha desmilitarizado la sociedad, con todo el ejercicio de inteligencia y vigilancia que ellos nos hacen estamos en constante control. Sabemos que además de ese poder visible, operan poderes ocultos en la sombra, que nos siguen persiguiendo y nos sigue poniendo en la mira, porque luchar por los derechos de las mujeres, por la libertad y emancipación de los cuerpos, es un hecho terrible para esta lógica fundamentalista patriarcal a la que nos enfrentamos, pero si además luchas por la tierra, el territorio y la autodeterminación de los pueblos, ya es peor, porque ya confrontas al sistema mismo. Tenemos el caso de Miriam Miranda, que acaba de ser objetivo de un atentado, apenas el 19 de septiembre. Miriam, junto a la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH) están construyendo la vida desde cero con el pueblo garífuna y su identidad ancestral en un lugar sumamente alejado de la capital. Quienes planificaron y ejecutaron el atentado, tienen los medios vigilar y los medios para exterminarnos. Esos riesgos están ahí.

Al ser lesbianas, los riesgos a los que nos enfrentamos y dependiendo de las interseccionalidades donde las opresiones se conectan. No es lo mismo ser lesbiana de clase media que ser rural en un pueblo, pueden estar sometidas a violaciones correctivas, el riesgo a que te golpeen o que te quieran “poner en tu lugar”, está latente en todas partes.  


¿Qué haces para cuidarte y protegerte como activista?


Intento meditar para acallar la loca, intento hacer ejercicios cotidianos con el cuerpo, hago yoga, taichi y también para cuidarme, me gusta construir relaciones, que son fuertes, poderosas, basadas en la reciprocidad, son formas de cuidarme. Aunque he tenido muchos fallos en eso, pero no me rindo en la búsqueda de relaciones sanas, bonitas, basadas en la búsqueda de que estemos bien. Como rico y a veces siembro, a veces no me alcanza la vida, pero en cuanto puedo siembro. He estado en muchos procesos de sanación. Y que creo que pensar la resistencia, la pobreza y la fuerza sin buscar caminos para sanar el dolor, es idealización.  Los caminos de la sanación son muy importantes para resignificar la digna rabia y poder usarla, de manera que no lastime ni a la lucha, ni a las personas, ni al planeta.

La perspectiva de Daysi Flores como lesbiana y  ecofeminista buscadora de un mundo en el que todas las personas se sientan conectadas con la Tierra, su trabajo comunicacional con el que ha contribuido a romper el cerco mediático de la represión hondureña y su experiencia de vida en la construcción colectiva de redes de cuidado serán un aporte fundamental en el 15° EFLAC 2023.

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