Por Reiny Ponce, La Brújula
Edición: Metzi Rosales Martel, Alharaca
Colombia fue la sede del primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) realizado en abril de 1981, donde 280 mujeres se cuestionaron el significado del feminismo en América Latina.
Mientras estos cuestionamientos ocurrían en el Sur, en El Salvador se vivía una guerra, que inició el 10 de enero de 1981 y finalizó en enero de 1992 con la firma de los Acuerdos de Paz. Casi un tercio de combatientes fueron mujeres.
Durante la década de los 80, surgieron las primeras organizaciones de mujeres, según el libro «Encuentros feministas para reconstrucción con rostros de mujeres» de la Concertación Feminista Prudencia Ayala.
Tras años de vivir en la clandestinidad y en medio de un conflicto armado, las mujeres salvadoreñas comenzaron a vislumbrar una nueva posibilidad de lucha por sus derechos desde un ángulo diferente. Así, las participantes del VI EFLAC recuerdan haberse reunido, reflexionado, debatido y finalmente, conocido sus necesidades.
Trazando el camino feminista en Latinoamérica y el Caribe
Para las feministas salvadoreñas, los EFLAC se han convertido en espacios de encuentro, articulación y creación de redes donde nuevas agendas emergen y donde el movimiento feminista avanza.
«Se presentan otras agendas, cada país lleva sus propuestas, se van escuchando, analizando, discutiendo, aprendiendo de diferentes temas. Es un intercambio», explica Gilda Parducci, integrante del Comité Organizador del EFLAC de 1993.
El V EFLAC, en San Bernardo, Argentina, marcó un hito para el movimiento feminista en Centroamérica. Esta región fue seleccionada como la sede del VI EFLAC. Aunque el feminismo iba surgiendo y los países pasaban por guerras y procesos de paz, sobre todo Guatemala y El Salvador, asumieron el reto.
En abril de 1991, se eligió un Comité Regional Organizador del VI EFLAC. Casi un año después, en marzo de 1992, se realizó el I Encuentro de Mujeres centroamericanas «Historia de Género, una nueva mujer, un nuevo poder», en Montelimar, Nicaragua. Éste reunió a 500 mujeres y allanó el camino para el reconocimiento de las feministas centroamericanas, la unidad de la delegación salvadoreña y la articulación de una agenda regional.
En ese espacio se eligió a El Salvador como sede del encuentro, como forma simbólica de celebrar su proceso de paz. «Fue un boom para las mujeres que habíamos participado en la guerra […] el VI encuentro se da en el marco de esas grandes alianzas que estábamos construyendo para la participación política en las elecciones del 94», comenta Deysi Cheyne, participante del EFLAC de 1993.
Cheyne señala que en el conjunto de derechos estipulados en los Acuerdos de Paz no se incluyeron los derechos de las mujeres. Por esta razón, la agenda de las mujeres se convirtió en una de las decisiones más importantes. Era el momento en que debían emerger, exigir sus derechos y construir la sociedad que soñaban.
Durante el VI EFLAC, surgieron la Concertación de Mujeres por la Paz y la Dignidad y la Plataforma de MUJERES 94. Gilda Parducci, tras definirse las líneas de trabajo de la comisión de metodología, contribuyó a crear esta plataforma para aprovechar espacios políticos y promover reivindicaciones de derechos.
El VI EFLAC, bajo el lema «Sueños, deseos y locuras», representó la aspiración feminista de un mundo sin patriarcado. «Somos un movimiento de diversos feminismos. En El Salvador se visibilizó más el feminismo, se fue creando comunidad, articulando y posibilitó que nos conociéramos», manifiesta Isabel Ascencio, integrante del Comité Organizador del EFLAC de 1993.
El acuerpamiento ante los obstáculos para realizar el VI EFLAC
Las feministas salvadoreñas recuerdan que, desde el 17 de septiembre de 1993, sectores conservadores iniciaron una campaña de odio en los medios de comunicación salvadoreños. Desinformaron al afirmar que el VI EFLAC era un encuentro de homosexuales y lesbianas organizado por el FMLN.
El respaldo de las feministas, organizaciones y colectivas se manifestó a través de cartas de solidaridad, lo que logró detener la campaña de odio. Algunos medios nacionales ofrecieron espacio para explicar el verdadero significado del encuentro.
El Comité Organizador aclaró en un comunicado y en conferencia de prensa que el objetivo era debatir temas feministas de todo el continente, incluyendo la libertad sexual y el derecho a elegir. En el artículo “Soñar profundo” se afirma que «el EFLAC de 1993 obligó al feminismo salvadoreño a reconocer a las lesbianas como nada lo había hecho antes».
No obstante, los obstáculos para impedir el VI EFLAC persistieron al detener a las feministas en el aeropuerto. Por esta razón, el 29 de octubre, se llevó a cabo una inauguración simbólica en el aeropuerto. Después de nueve horas, las mujeres finalmente pudieron entrar al país y dirigirse al Hotel Tesoro Beach, donde se celebraría la reunión de brujas.
La llegada del primer aquelarre
El aquelarre inició con el Festival de los sentidos: un ritual de reflexión y memoria de sus anhelos en el movimiento feminista, acompañado de cantos, danza y teatro. Más de mil mujeres participaron en la VI edición del EFLAC, en la Costa del Sol, que se desarrolló del 30 de octubre al 5 de noviembre de 1993.
Para garantizar que el encuentro transcurriera con normalidad, las veteranas de guerra asumieron la logística de seguridad. «Hacíamos postas (guardias) de hotel a hotel», dice Ascencio.
En ese encuentro se destacaron avances importantes: la construcción de identidades, utopías y desafíos, la comprensión de la fragmentación del feminismo, que surge de las dificultades para articular estrategias frente a las diversas opresiones, la institucionalización del movimiento y la relación entre el movimiento feminista y el movimiento de mujeres.
Mientras esto ocurría, en vísperas de las elecciones democráticas de 1994 en El Salvador, tras 12 años de guerra civil, el encuentro generó debates sobre la participación política de las mujeres, las alianzas con partidos, la falta de apoyo de las feministas a mujeres políticas, la teoría de género en partidos, y nuevas formas de hacer política.
También se habló sobre la necesidad de debatir sobre los feminismos, la autonomía para construir un mundo mejor, y la lucha por derrocar al patriarcado. Temas como los derechos sexuales y reproductivos, la importancia de los anticonceptivos y la maternidad también fueron discutidos.
«Solo conocer nuestra vulva era como entrar al país de las maravillas, conocer tus derechos. Hubo talleres de sexualidad, violencia, tratos inhumanos a la hora de parir, hablar de traumas como liberarnos de todo dolor de que eres sobreviviente de la guerra», recuerda Ascencio.
El aborto fue uno de los temas centrales de las reflexiones. En ese año, en El Salvador, todavía se mantenía el derecho a un aborto terapeútico y en casos de violación. Sin embargo, como menciona Parducci, los conservadores, bajo el lema de «Sí a la vida», lograron revocar estas disposiciones, argumentando que el feto posee estatus de persona humana.
El lesbofeminismo era un tema considerado tabú, a pesar de haber estado presente desde el primer EFLAC. En ese momento discutieron estrategias para lograr una mayor visibilidad en el futuro.
En este espacio, las mujeres solicitaron un lugar íntimo para expresar su amor. «Todo está muy bonito, pero necesitamos espacios para hacer el amor, para ejercer nuestra sexualidad», expresaron las participantes. El «cuarto del amor» fue un lugar de placer, amor, orgasmos y, para algunas, de sus primeros encuentros eróticos-afectivos.
Además, se destacaron iniciativas feministas como Radio Internacional Feminista y la Red Internacional de Mujeres, que apoyaba a productoras de radios comunitarias. Durante las discusiones, se planteó la importancia de expandir estos espacios.
El EFLAC «fortaleció a las feministas salvadoreñas en los procesos que ya veníamos analizando. Hemos elaborado leyes, hecho propuestas como la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres (LIE) y Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV). Ambas surgen desde nuestro movimiento, y eso no se logró de la noche a la mañana. En El Salvador, hemos ganado», explica Parducci.
Las feministas cerraron la VI edición del EFLAC evocando a las ancestras y con el compromiso de reencontrarse. «Estos encuentros hacen posible que nuestros sueños, deseos y locuras se manifiesten en toda su intensidad», manifestaron las participantes.
Después de 30 años, regresa el Aquelarre
El Salvador vuelve a ser sede de este aquelarre, en el cual 1500 mujeres de Latinoamérica se reúnen para intercambiar y analizar los retrocesos democráticos, conversar sobre el cuerpo, la tierra, el territorio, generando debates que fomentan la auto construcción y la transformación.
“Unidas, unides resistiendo y avanzando” es el lema del 15 Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe a desarrollarse del 22 al 25 de noviembre en Acajutla.
Para las feministas jóvenes, retomar este EFLAC significa “la posibilidad de un encuentro intergeneracional entre diversos momentos históricos del movimiento feminista en América Latina y el Caribe. El reto es tomar esos espacios y reconocer la historia que nos antecede”, comenta Edith Elizondo, integrante de la comisión de arte y cultura.
Este encuentro se realizará en un contexto previo a un proceso electoral, como en 1993. En 2024, el país enfrentará una elección en la que el actual presidente busca reelegirse de manera inconstitucional, lo que representa un retroceso en la democracia salvadoreña.
A pesar del desafiante contexto que enfrentan las feministas en Centroamérica, marcado por la oposición de grupos fundamentalistas y la emergencia de nuevos pactos patriarcales, que están relacionados con la situación de la democracia en América Latina, el evento promete ser un espacio de intercambio y debates. Aquí, las feministas hacen un llamado a la inclusividad, como destaca Ascencio al afirmar: «Cuando decimos inclusión, no solo se trata de nombrar, sino de hacer visibles a todas, a las lesbianas, mujeres con discapacidad, mujeres rurales y futbolistas».
Parducci destaca la importancia de posicionar temas como las mujeres en la vejez, las pensiones y otras necesidades que les atraviesan. También se reconoce la inclusión del transfeminismo en la discusión, ya que en el encuentro de 1993 este tema no fue abordado.
Este EFLAC se destaca, también, como un espacio para el arte político. “Este eje es nuevo e importante porque el arte ha formado parte de las luchas para derrocar al patriarcado. Es necesario hablar de arte feminista y cómo está impactando las transformaciones sociales y culturales», señala Elizondo.