Derechos de las mujeres

“Hoy supe que voy a morir”

Tessa Bartók le escribió un poema a la muerte. Ocho meses después, el 16 de mayo de 2020, la muerte la alcanzó en medio de la pandemia por COVID-19, en un país en cuarentena estricta, que evitó a sus amistades cuidarla como hubieran querido. Fue una artista que El Salvador no conoció como quizás debería haberlo hecho, y que falleció en soledad. Con este video, parte de un proyecto sobre su vida y su muerte, la recordamos en su aniversario.

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Tessa Bartók murió el 16 de mayo de 2020. Ya estaba viviendo un infierno, pidiendo auxilio en el camino a la muerte, cuando un virus se tomó el mundo y paralizó la vida. 

Ella era una artista. Tenía dos pasiones en la música: el violín y la flauta. Trabajó en la Orquesta Sinfónica de El Salvador durante 23 años —como una de las pocas mujeres que tocan en la institución—, pero solo durante el último año y 9 meses trabajó con una plaza fija que le daba 800 dólares mensuales. Había empezado a escribir poesía. 

La pandemia por COVID-19 agudizó lo que ya estaba siendo una situación insportable para la artista. Vivió sus últimos días muy hostilizados, con una casera que le hizo la vida imposible. Ninguna de sus amistades pudo acudir a su auxilio porque se vieron amenazadas por el virus y porque, justo cuando ella más les necesitaba, entre marzo y mayo de 2020, el gobierno implementó una de las cuarentenas más estrictas, dejando a las personas con pocas posibilidades de movilizarse fuera de sus municipios o colonias. La cuarentena fue un golpe que llevó a la artista a morir en la oscuridad, en la precariedad y en la soledad. 

Esas, quizás, fueron sus últimas compañías. 

Meses antes, en septiembre, ella ya había empezado a confrontar su muerte. A pesar de eso, y de las precariedades con las que vivía, veía el mundo bonito y soñaba con oler el tiempo y la eternidad. Tanto así, que el día que le dijeron que tenía los riñones bien dañados y que si no se cuidaba iba a morir pronto, escribió un poema a su muerte. 

Tessa Bartók era Ana Ingrid Contreras Bolaños, una artista cuyo nombre pocas personas fuera del mundo artístico reconocerían. Quienes lo hacen, saben que fue talentosa, rigurosa y que tenía un carácter volcánico. Casi ocho meses después de escribir y recitar este poema —en un audio que compartió con su amiga Tania Pleitez y que Alharaca ha animado—, la artista murió sola en un hospital en San Salvador. El verdadero asesino estaba detrás de la muerta y ella no lo sabía.


Créditos

Narración y poema 

Tessa Bartók – Ingrid Bolaños

Dirección Creativa 

Jimena Aguilar 

Ilustraciones y animaciones 

Natalia Franco 

Producción y edición 

Natalia Franco 

Edición de sonido 

Marcela Benítez 

Textos

Vilma Laínez

Edición

Ricardo Vaquerano y Jimena Aguilar

Audio cortesía de 

Tania Pleitez 


CC-BY-NC-ND

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