
Es la mañana del 26 de septiembre. Bajo la sombra de un gran árbol de almendro, cuatro niñas están sentadas alrededor de una mesa de plástico. Con las manos entrelazadas, observan con curiosidad mientras esperan instrucciones. Ingrid y Camila, de 6 y 5 años, respectivamente, junto a Alejandra y Jazmín, ambas de 4, son vecinas del caserío Las Conchas, en Concepción Batres, Usulután. En el marco del Día Internacional de la Niña, conmemorado cada 11 de octubre desde 2012, se preparan para dibujar y pintar lo que más les guste.
Para llegar a este caserío, hay que cruzar el río Grande de San Miguel en balsa, partiendo desde el cantón Capitán Lazo. A pesar de la temporada de lluvias y el crecimiento del río, Manuel, el encargado del cruce, está allí para ayudar a la comunidad a cruzar por veinticinco centavos de dólar. Al llegar, se ve un paisaje verde con grandes terrenos, vacas pastando junto a garzas, patos y perros. Las calles son de piedra y barro.
En la comunidad viven unas 65 familias. La mayoría de las personas se dedican a la agricultura, a criar animales y al trabajo del hogar no remunerado. Hay una pequeña escuela llamada Centro Escolar «Caserío Las Conchas». Solo tiene dos aulas y dos docentes que imparten clases desde kínder hasta sexto grado. Las clases se dan en paralelo, lo que significa que varios grados estudian juntos. Una casa comunal es el lugar de reunión de la comunidad, y una o dos veces al mes, un médico del sistema público visita el lugar para brindar atención médica.
Ingrid no puede contener su emoción y pregunta rápidamente: «¿Qué vamos a hacer?». Mira la mochila llena de pinturas, pinceles y colores. Le respondo: «Van a pintar lo que más les guste». Reparto hojas de papel blanco y coloco la pintura sobre hojas caídas del almendro.
Antes de que empiecen a crear, les hablo sobre el Día Internacional de la Niña, que se conmemora el 11 de octubre. Les explico que este día, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, busca visibilizar los derechos de las niñas y los desafíos que enfrentan en todo el mundo, además de promover su empoderamiento y la protección de sus derechos, entre estos, el derecho a recibir educación.
Ingrid es la primera en decidir qué pintar: va a hacer manzanas. Esta es su fruta favorita. Dibuja pequeñas manzanas verdes y una gran manzana roja con precisión. Jazmín, su hermana menor, le pide ayuda para dibujar un ramo de uvas y, luego, pinta un arcoíris.
Alejandra, con mucha seriedad, anuncia: «Voy a pintar mi cama, es bien bonita». Selecciona el color morado como base y agrega detalles en rosa. Tenía muy claro lo que quería hacer. Camila, con voz bajita, le pide ayuda a su mamá, Ana, pero su madre la anima a que lo haga sola, asegurándole que le quedará muy bonito. Estas palabras parecen darle a Camila la confianza para explorar los colores con libertad.
Alexander, un niño de 4 años, vecino de las niñas, llega corriendo. Viste un pijama del personaje Cars. Observa lo que las niñas están haciendo y no duda en buscar una silla para unirse. Toma un color azul y empieza a garabatear.
La alegría es evidente. Las risas de las niñas resuenan mientras se concentran en sus creaciones. La comunidad de Las Conchas, a menudo afectada por inundaciones durante la temporada de lluvias, cobra vida con la energía y creatividad de estas niñas.
Las Conchas es uno de los caseríos que, durante la temporada de lluvias, sufre con frecuencia las inundaciones causadas por el desbordamiento del río Grande de San Miguel. Fotografías: Kellys Portillo.

En este cantón solo hay una escuela, pero durante la temporada de lluvias asistir se vuelve complicado. Las inundaciones bloquean el acceso, impidiendo que la y el docente, que vienen de fuera, lleguen al lugar. Fotografía: Kellys Portillo.

Para Ana Silvia, una de las vecinas, a las niñas y niños del cantón les falta la oportunidad de participar en actividades como esta. En su escuela, no suelen realizar este tipo de experiencias debido a las inundaciones, que dificultan el desarrollo normal de las clases. Fotografía: Kellys Portillo.

Ingrid Berrios, de 6 años, sostiene la pintura de su fruta favorita: la manzana. Fotografía: Kellys Portillo.

Jazmín Rivera, de 4 años, muestra su pintura de un arcoíris. Ella es la hermana menor de Ingrid. Fotografía: Kellys Portillo.

Alejandra Gómez, de 4 años, dibujó y pintó su cama, con entusiasmo. Este es su lugar favorito. Fotografía: Kellys Portillo.

Camila Hernández, de 5 años, se dejó llevar por su inspiración y, aunque no pintó un objeto específico, exploró los colores con alegría. Fotografía: Kellys Portillo.
En un cantón donde las inundaciones amenazan su educación, brota la esperanza de seguir aprendiendo y explorando. En el contexto del Día Internacional de la Niña, la vida de este grupo de niñas simboliza la constante lucha por sus derechos a vivir y estudiar dignamente, así como por acceder a espacios que fomenten su creatividad y expresión artística.
De acuerdo con la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2023, 9 de cada 100 personas en El Salvador son analfabetas, una situación que se agrava en las zonas rurales, donde la cifra asciende a 15 de cada 100. Aunque la mayoría tiene acceso a la educación básica, 25 de cada 100 niños y niñas entre 4 y 6 años no cuenta con acceso a la educación parvularia.