Un día para ilustrar

Lauri García Dueñas | 15/10/2021

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¿Cómo es un día cotidiano en la vida de una madre que debe cuidar de sus hijos sola? ¿Con qué debe lidiar? ¿Qué implica decidir criar sola por el bien propio y de los niños? En su columna de octubre, la escritora Lauri García Dueñas nos revela la cotidianidad para reflexionar lo que implica decidir criar sola y nos invita a acuerpar y apoyar a las mamás que nos rodean.


6:30 a.m. El bebé me despierta. No me baño ni me arreglo, me vale. Doy una mamila. Frío salchichas para el hijo mayor, arreglo su mochila, hago limonada, sumo cereal al táper, caliento agua para bañar al grande, no le gusta el agua fría, casi me da un ataque de nervios, descubro que se orinó en la noche, lo baño, lo visto sin el pantalón adecuado porque no sirve nuestra lavadora, el pantalón no se secó y no podré lavar las colchas orinadas, mascullo maldiciones para mis adentros y maldigo por un momento mi destino de madre soltera, convenzo a mi hijo mayor de que se ponga bien los zapatos porque se los puso al revés, cambio un pañal horrible del más chico, pongo al bebé en el coche, salimos chipusteados, me encuentro a la niñera, le doy las llaves de la casa, caminamos tres cuadras, llegamos justo a las 7:40 a.m. a la escuela.  

Le explico a las maestras lo del pantalón. Compro pan, olvidé el dinero para los huevos pero la señora de la tienda me fía, regreso a la casa, Dani empieza el desayuno, se arruinaron los frijoles molidos, regreso a la tienda con el bebé, pago los huevos, compro frijoles y plátanos hechos, regresamos a casa, atiendo al bebé en lo que Dani termina el desayuno, comemos, a las 9 a.m. entrego un paquete a un repartidor, trabajo una hora en la computadora, a las 10 a.m. me baño y arreglo, a las 11 a.m. recojo a pie al hijo mayor en el kinder, voy en bus al correo a dejar un paquete, voy al súper, pago un taxi. 

1 p.m. Llega mi novio, nuestro chef, comemos. 

2 p.m. Vamos a la psicóloga del hijo mayor. Trabajo 45 minutos en la computadora mientras espero. Le entrego a mi novio dos libros para que me ayude a repartir. 

3 p.m. Tomo café, trabajo en el teléfono. 

4 p.m. Llego a una junta de Zoom, no llega nadie más. Supongo que porque no mandé los recordatorios. 

Trabajo en la computadora y preparo la entrega de cuatro libros. 

6 p.m. La niñera se va. 

Coso una de mis prendas, arreglo los juguetes, lavo algunos platos, destiendo ropa pero no la doblo, odio doblar ropa, atiendo a los dos hijos, caliento comida, como de pie y luego le doy de comer al bebé, hiervo las mamilas, preparo una pañalera para mañana. 

9 p.m. Intento por una hora dormir al bebé, me pega y me araña la cara. Tengo un arañón en la cara. El bebé se duerme. 

10 p.m. El hijo mayor quiere una ensalada, se la hago. 

10: 30 p.m. Saco la basura ya exhausta. 

11 p.m. Se duerme mi hijo mayor no sin antes darle besos, platicar un poco y echarle la colcha. 

11: 21 p.m. Escribo esto. Doy testimonio de que la mayoría de madres cuidamos más a los hijos que los padres, muchas veces a costa de nuestro cuerpo y mente. Me separé del padre de mis hijos porque me insultaba y por otras cosas que son muy dolorosas de contar. No tengo ayuda de personas cercanas con las que comparto el ADN y es mejor así. Algún día contaré el por qué. Más vale sola que mal acompañada, reza el refrán. Espero no morir un día de estos de combustión espontánea. Estoy muy cansada. Si tienen una mamá cerca, sobre todo de hijos menores de siete años, tírenle paro. También te hablo a ti, Estado Nación. 

Etiquetas:Maternidad

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