San Salvador, El Salvador
Lunes, 6 de abril de 2020
Ni siquiera sé qué pasa. Nadie sabe qué pasa. Estoy segura. Eso es lo que pienso que me cuesta entender, que todes y nadie es responsable de esto.
Ese “quédate en casa” me parece cada vez más un lujo y al mismo tiempo un sacrificio. Ay, qué gran sacrificio. Ve, déjenme. Lo raro de quedarse en casa es saber que de ninguna manera hay opción de salir
- porque está prohibido;
- porque podés contagiar o contagiarte de Covid;
- porque THIS IS SPARTA y antes del Covid no es que anduvieras cruising por Sivar, veá;
- porque temés que la fuerza militar o policial abuse de su poder.
Desde que anunciaron la cuarentena temí por muchos amigos. Le dije a varios que anduvieran en la calle con cuidado. Desde mi tío que fue detenido y torturado en la guerra hasta mi hermano siendo detenido y cateado por su mera apariencia, hay pequeños tiranos que se emborrachan de su poder.
En mi cuenta de Instagram a veces intentaba animar a la mara o hacerla reír, pero mi cosa principal eran los shows en vivo. Ahora, estoy explorando otras formas de hacer reír remotamente. Nada se asemeja a recibir la energía que te da el público, la risa, sus aplausos, sus silencios, pero cada mensajito en el que alguien me pone en el Instagram que le hice el día y que la hago olvidarse de la pandemia, alegran mi corazón. A algunas les confieso que esas fotos y videos entretenidos son para mí también, son para subirme el ánimo a mí.
Hay gente que dice bromeando que abril está cancelado. Creo que todo depende. Barrer no se puede cancelar, lavar platos no se puede cancelar, el baño o ducha diaria tampoco debe dejarse de lado, mucho menos seguir adelante si, de todas formas, cuándo hemos tenido algo asegurado.
Estoy tan feliz de haberlas visto en diciembre. Eso es lo más chivo. Tenernos.
Gabi