Ciudad de México, México
Sábado, 14 de marzo de 2020
Queridas,
El coronavirus no se siente todavía como en Europa. El primer caso se confirmó el 28 de febrero, pero pareció que no se estaba propagando. Así que en estas dos últimas semanas, esta enorme ciudad siguió como si nada pasara. Las autoridades tampoco dieron señal de alamar. Es más, el 4 marzo el presidente Andrés López Obrador dijo que “nos abrazáramos todos” :/. Pero la situación está cambiando. El miércoles pasado la Universidad Autónoma de México publicó un artículo científico que, con base en un modelo matemático, explicaba que la expansión del virus en México es cuestión de tiempo, y no mucho. La expectativa es que para el 20 de marzo los casos comiencen a subir exponencialmente. Así que ya comenzaron a cancelarse eventos, foros, cursos en universidades. Lo que hay es esa calma aparente, pero terrorífica, que se instala justo antes de que caiga una gran tormenta.
Este fin de semana (14 y 15 de marzo) está programado el festival de música más grande en México, el Vive Latino. El gobierno de la ciudad decidió no suspenderlo porque, explicó la gobernadora, que o la expansión del virus aún está en fase 1, entonces no ven la necesidad de suspenderlo para evitar las pérdidas económicas. ¡Imaginénse! . A ese festival llegan cada año como 200 mil personas. Un amigo nuestro es productor del festival y nos invitó al concierto de uno de los grupos favoritos de Santiago, Los Heavysaurios. Decidimos no llevarlo. Tampoco iremos al primer partido de futbol del equipo femenino de Los Pumas. Nos suspendieron además una fiesta de cumpleaños de otro amigo de Santi. Así que no sabemos qué vamos a hacer con él estos dos días ¿Y si cierran las escuelas por dos o tres semanas? Ni siquiera he intentado buscar una respuesta. Algo haremos.
Hace dos días, además, decidí no seguir yendo al Café Negro, el cafecito en el que siempre trabajo durante las mañanas. Llegan muchos turistas y se pone bastante lleno. Me di cuenta de que me daba miedo sentarme y poner las manos en las mesas o estar demasiado cerca de cualquiera que parecía turista.
Desde que anunciaron el primer caso de coronavirus compré un frasco grande de gel antibacterial. Sabía que se agotarían con rapidez y así fue. Chris me dijo que era exagerada, ahora agradece que lo haya comprado porque es imposible encontrar en cualquier lado. También compré toallitas antibacteriales. Desde que la llegada del virus parece inminente, me limpio las manos lo más seguido que puedo, se las limpio a Santi también. Limpio el manubrio de mi carro, el timón y la parte de adentro de la puerta. Eso sí, lo hago de escondidas porque aún me da pena que me vean los vecinos y digan que estoy paranoica.
En las noches sobre todo he tenido la sensación de que voy a entrar en pánico porque me vuelvo más consciente de la precariedad del sistema de salud en México. En las noticias comienza a sonar el caos que hay en los hospitales solo para hacer las pruebas y la falta de transparencia en los datos e información sobre infectados. El jueves había 12 infectados, el viernes hubo 26 y ayer sábado reportaron 41. Las previsiones epidemiológicas se están cumpliendo, cada día se duplican los casos, y el gobierno aquí no parece tan preocupado. Me preocupa que nos enfermemos Chris y yo, y Santi está sin familia cerca en esta ciudad.
También estoy pensando con más conciencia en las implicaciones económicas para tanta gente en nuestros países, lo que implica las cuarentenas, lo que significa en la vida diaria para una persona no poder salir a trabajar, no vender, no dar clases, que suspendan eventos en los que habría gente que vende comida, que imparte cursos, que canta, etc.
Pero eso es en las noches. De día me cambia la perspectiva y me doy cuenta de que no me puedo angustiar tanto porque tengo un niño de cinco años al que entretener.
Las abrazo desde la distancia,
Laura