Un nombre que es igual a mi nombre vive en posts, tuits y hashtags.
Se multiplica en twitter, Facebook e Instagram.
Pero ese nombre no es mi nombre, y ese nombre que no es mi nombre
le pertenece a alguien que ya no tiene presente ni futuro.
Jimena ya no juega fútbol.
Jimena no ríe con sus amigas.
Jimena no puede seguir estudiando.
Jimena ya no vive.
Alguien creyó que tenía derecho sobre su cuerpo, la desapareció, la violentó, la mató.
El nombre que sí es mi nombre
me lo llevé de El Salvador.
El de Jimena está en posts y no con ella
porque ella tuvo la temeridad de caminar
en las calles de El Salvador.
Pero el nombre de Jimena vive
porque todas las demás lo recordamos;
porque nos rehusamos a otorgarle su nombre y su memoria
a esos que creyeron que tenían derecho sobre su cuerpo;
porque si vivimos en El Salvador, sabemos que el próximo podría ser nuestro nombre;
porque si vivimos fuera, sabemos que
por eso no es el nuestro.
Jimena, guardaremos tu nombre.
Jueves, 25 de noviembre de 2021
