Opinión

La menopausia es un proceso natural

Para muchas personas, la menopausia representa una situación problemática o que implica muchos riesgos de salud. La sexóloga feminista Violeta Belhouchat no está de acuerdo, y considera que el problema es, más bien, que se asuma como algo vergonzoso. En su columna, nos plantea cuatro ideas para explicar de dónde viene el estigma de este proceso natural.

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La menopausia es descrita muchas veces como un problema de salud, una situación problemática o que implica muchos riesgos de salud. Por otra parte, los calores súbitos, sofocos o bochornos son presentados como un síntoma que hay que intentar esconder y combatir en secreto. Pero, ¿de dónde viene este estigma de la menopausia? Se me ocurrieron cuatro ideas.


La menopausia y su relación con la regla


La menopausia se relaciona con menstruaciones irregulares, es decir con “la regla.” Hoy en muchos países la menstruación sigue siendo presentada como algo que debe ser un “secreto entre mujeres.” Un ejemplo de esto es escándalo que hubo en Francia en octubre del 2019 con la publicidad de toallas higiénicas NANA. Había vulvas en crochet, en origami, un disfraz en forma de vulva, otros objetos metafóricos y un par de cucharaditas de color rojo sangre en una toalla de la nueva gama “bio sensitive.” El tabú de la menstruación salió a la luz con 1000 quejas al Consejo Superior del Audiovisual. Este tabú es incluso más cruel en otros países donde jovencitas y mujeres son aisladas y tratadas de impuras: no pueden ir al colegio o no pueden dormir o comer o compartir con otras personas de su familia.

Hablar de menopausia, después de (en promedio) 40 años de menstruaciones secretas, significa hablar de menstruaciones que cambian de regularidad, de flujo, de intensidad, de duración. Por esto, el estigma de la menopausia es sobre todo la continuación del tabú de la menstruación.


La menopausia como el fin del rol de la mujer como procreadora


Muchas mujeres son valoradas en su familia o en su relación de pareja como “promesa de futuro”, como humanas que pueden traer hijos al mundo. En este 2020, todos los países y culturas, en distintas maneras, valoran a las mujeres como madres. Las valoran incluso más como madres que como personas sensibles o como profesionales talentosas. La idea que una mujer que no ha sido madre “no es una mujer completa” o “no es una mujer realizada” o “no es una mujer plenamente desarrollada” está muy enraizada en América Central y el Caribe, pero también en América del Sur, Europa, América del Norte, Australia, Asia, África… Y la menopausia indica el término de la posibilidad de ejercer este rol, un cambio de estatuto. Esto es problemático porque toda la línea de vida de una niña – jovencita – mujer se organiza en torno al “destino de ser madre.” Cuando esto ya no es posible, ¿qué puede ser una mujer? Ése es el problema. En nuestros estereotipos, “ser suegra” significa ser una mujer malintencionada y envidiosa que se opone a la joven madre y que trata de robarle la maternidad a su nuera o que quiere imponer su maternidad sobre su hijo por sobre el derecho de dominación de la esposa. La otra posibilidad para una mujer que vive la menopausia es “ser abuelita” y asumir una segunda etapa de maternidad a través de los nietos. Sin estos roles estereotipados la mujer vive la menopausia vive una etapa sin rol en la familia y sin identidad.


La menopausia y la vejez


La tercera idea con la que yo me explico la estigmatización de la menopausia es comprender que este proceso hormonal natural se asocia al de la vejez. Y ya sabemos todas y todos, porque la televisión, el cine, las revistas y la publicidad nos lo repite cada cinco minutos: llegar a la vejez es más o menos como llegar al infierno. Una zona de sufrimientos en que vas a pagar todo lo que hiciste y todo lo que no hiciste. 

Vas a pagar el “abandono” de tus hijos si acaso tuviste que salir a trabajar. Vas a pagar tu pensión miserable si acaso no fuiste a trabajar para quedarte en casa cuidando de tu familia. Vas a pagar tu divorcio o tu separación si no soportaste más tu matrimonio o vas a pagar por haberte quedado con él (si acaso no te atreviste a separarte y divorciarte). 

En pocas palabras, usando la menopausia y la vejez como excusa, “palos porque bogan, palos porque no bogan.”  Lo que viene a ser una continuación del rol de la mujer: sufrir obligaciones contradictorias. Por ejemplo: hay que vestirse a la moda y ocuparse mucho por la propia belleza y presentación personal, pero no ser “provocadora.” 

Vejez es la época presentada como un continuo arrepentimiento: por haber vivido excesos o por no haber aprovechado tu juventud, por no haber suficiente ejercicio o por haber hecho demasiado deporte. “Vejez” es una palabra que nos conduce a prejuicios negativos, lejos de la sabiduría y experiencia adjudicadas a los hombres.


La menopausia y el estigma del «fin de la vida sexual»


Y así llego a la cuarta idea, que es tan falsa como todas las anteriores: la menopausia significaría el fin de la vida sexual, de los orgasmos, de la excitación sexual, del deseo y del amor erótico. Sé que parece más indecente hablar de la vida sexual activa de las mujeres de más de 50 años que mostrar la publicidad pornográfica en el kiosco de la esquina.

El “problema médico” que vemos en la menopausia en este 2020, permíteme decirte, se parece mucho al “problema médico” que causó el orgasmo femenino en Europa a principios del siglo XX.

Es cierto que tu cuerpo a partir de la premenopausia va a producir menos estrógenos y que la proporción de estrógenos y progesterona va a cambiar. Es cierto que en consecuencia pueden producirse alteraciones emocionales como la irritabilidad. Es cierto que la piel va a ponerse un poco flácida y que podría producirse una cierta sequedad vaginal. Pero esos cambios y todo lo que se llaman “otros síntomas”, como el aumento de peso, los cabellos blancos no son tanto un “problema médico”, sino un problema de mentalidades.

Estar sana y estar sana sexualmente, sentirte bien en tu cuerpo, quererte tal como eres, aceptar la singularidad de tu cuerpo y tus deseos sexuales, asumir tu sensualidad y construir momentos placenteros, todo eso, no tiene nada que ver ni con tu edad ni con tu nivel de estrógeno, ni con la proporción de estrógeno y progesterona, ni con el hecho que tengas menstruaciones una vez al mes. 

Si yo tuviera que mencionar un problema real ligado a la menopausia es el hecho de que tanta gente escriba y diga que es un problema. Es un proceso natural. Nada más. Un proceso donde se refleja nuestra capacidad para comprender que la vida humana es un proceso corporal con varios cambios. Es una experiencia que nos recuerda que hay un tiempo para todo. Y es un momento, como muchos otros, en el que se nos atribuye a las niñas, jovencitas, mujeres o ancianas un problema supuestamente vergonzoso ligado a la sexualidad. 

La vida es corta. Ya basta de decirle a las mujeres chicas, grandes, viejas y jóvenes, con hijos o sin hijos, que no tienen derecho a gozar la vida y sus cuerpos, tal como son: naturales y únicos. 

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