El Muelle de La Herradura
Cuando duermo, veo a un cipote
entre las piernas de un hombre cicatrizado:
sus espaldas, peladas por el sol, sudan un sudor
heladísimo. El cipote me mira,
y la paja del techo del muelle se traga a la luna
que está dividida por nubes negras.
Por en veces, los dos están en el mismito techo,
pero tienen pañuelos rojos
y militares los rodean. Confundo a casquillos
por picos de cormoranes que se clavan
y se clavan hasta que el agua se tiñe
un color como el de los atardeceres.
En uno de esos sueños, escucho al hombre—
vivo y todavía en el techo—decir
hoy vienen por mí, mañana por vos.
Hay una aldea donde a los cormoranes
los entrenan para pescar: un lado de la soga
amarrada a la lancha, el otro
al pescuezo, para que no se traguen
a los pescados que van ha atrapar.
Mi papá es uno de ellos. Él es
el hombre traumatizado.
SECUELAS
Condones entre las raíces de los mangles, a veces
casquillos de bala y siempre ese olor a podrido
de lo nidos de pelícano abandonados. Graffitis
y afiches de campañas pasadas pegados
en las ventas del muelle, esas donde los turistas
alguna vez compraron cocteles desde los yates.
Pero eso ya no está
ni aquí ni allá, ahora, en la casa donde vivía el panadero
pasan películas extranjeras en la única televisión,
hay gente viendo desde la puerta
y nadie traduce. Mirá,
muy pocas cosas han cambiado. Rancho quemado,
todavía podés detener la lluvia. Hoyos de bala
en las puertas, podemos ver a través de ustedes.
Muy pocas cosas han cambiado. Los uniformes
ya no son soldados o guerrilleros—
Ahora son pandilleros o policías.
Se han vuelto a ver cigüeñas y pelícanos
en el estero, como antes
de las bombas, y se dice que los cocodrilos
han vuelto; todavía hay gente
que no ha vuelto, que no se ha aparecido,
que nunca va a ser bienvenida. Mirá, muy pocas cosas
han cambiado. Las ollas de barro
se ennegrecen. Sapito
del charco, calláte, por favor,
tu canción es bonita, pero ahora
dejanos dormir un rato más,
en esta pausa en la pelea entre
dos pandillas. Sapito: ella va a venir
si ella quiere, ha escuchado, sapito,
ella te has escuchado.
*Los poemas fueron publicados en Unaccompanied (Copper Canyon Press, 2017). Fueron traducidos por Javier Zamora, con la ayuda de Alexandra Lytton Regalado (El Muelle de La Herradura) y Mario Zetino (Secuelas).
Javier Zamora nació en La Herradura, y emigró a los EEUU para reunirse con sus padres cuando tenía nueve años. En 2018-2019 fue un Radcliffe Institute Fellow en l a Universidad de Harvard y le han otorgado otras becas de parte de Colgate University, The Lannan Foundation, the National Endowment for the Arts, Poetry Foundation, y Stanford University. Sus poemas han sido publicados en varias publicaciones incluyendo: Granta, The Kenyon Review, y The New York Times. Unaccompanied es su primera colección. Vive en Arizona donde está terminando sus memorias. Más información en javierzamora.net