Opinión

Mi primera vez en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC)

La última edición del Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) tuvo lugar en El Salvador en 2023. La escritora y periodista Lauri García Dueñas tuvo la oportunidad de participar por primera vez y cuenta sobre su experiencia en un encuentro lleno de alegría, rabia, inspiración y ternura radical.

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La primera vez que escuché hablar del Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) fue cuando la poeta guatemalteca Maya Cú me lo mencionó. Para contrarrestar mi ignorancia, busqué en Internet y me enteré de que El Salvador, por segunda vez, abrazaría este encuentro feminista. Del 22 al 25 de noviembre de 2023, alrededor de 1600 feministas nos reunimos en Sonsonate para la edición número quince.  

Soy una feminista tardía. Ingresé al movimiento feminista a los 36 años, después de enfrentar la violencia de género conyugal y estructural al convertirme en madre. La relevancia de los EFLAC se hizo trascendente para mí luego de que asistiera y compartiera esta experiencia. 

A 42 años de que se realizara el primer EFLAC, esta fue la primera vez que mujeres que viven con alguna discapacidad formaron parte del cónclave. Las gestoras estuvieron atentas a sus necesidades. Durante la inauguración, hubo lenguaje de señas para las personas sordas que siguieron la transmisión.  

En el parque de la colonia Centroamérica, en San Salvador, antes de salir rumbo a Sonsonate, me encontré a Catalina Ruiz Navarro, editora de Volcánicas, quien ha sido una figura clave en mi acercamiento al periodismo feminista. También conocí a la escritora y videoasta Ita María. Ambas, vibrantes y activas, nos regalaron pañoletas moradas y entablamos una charla que duró todo el encuentro, abordando el tema de por qué la mayoría de los hombres no asumen responsabilidades en la crianza. 

Al llegar al hotel de playa en Sonsonate, nos esperaba una larguísima fila, debido a la enorme cantidad de participantes. Con mi compañera de cuarto, Ivana, de Espacio Encuentro de Mujeres Panamá, compartimos reflexiones sobre el derecho al aborto libre, legal y seguro y nuestras posturas sobre la maternidad.   


I


En la primera asamblea, las organizadoras cedieron la conducción  del encuentro a las participantes y entonaron emotivamente el cántico: “¡Qué momento, qué momento! ¡A pesar de todo, les hicimos el encuentro!”, tres años después de la fecha inicialmente planificada y que coincidió con una pandemia mundial. La feminista histórica Morena Herrera expresó su emoción, al borde de las lágrimas, al relatar el proceso de organización. Destacó cómo el hotel de  playa se convirtió en la cuarta opción después de descartar la Universidad de El Salvador, el antiguo Centro Internacional de Ferias y Convenciones (Cifco) -ahora Hospital El Salvador- y la sala de conciertos Salamanca, debido a que no cumplían con las condiciones para albergar a tantas participantes.  

Tras las palabras de bienvenida, donde quedó patente que el encuentro era transincluyente y diverso, el grupo “Las reinas chulas” presentó un hilarante performance. En este acto, se caracterizaron como Santa Rita, la patrona de las feministas desenfadadas y ocurrentes, junto a su monaguillo.  

La cena marcó el inicio de las horas destinadas a entretejer tanto las alianzas feministas históricas, como las nuevas y continuó con un animada fiesta en el karaoke y la discoteca, alcanzando un  frenesí tal que una mujer con discapacidad soltó sus muletas para entregarse al baile del  “twerk”. 


II


La mañana del 23 de noviembre testificó 12 asambleas que abordaron los temas más relevantes en el ámbito de los feminismos contemporáneos. Estos incluyeron cuestiones como los retrocesos democráticos y fundamentalismos; modelos económicos; protección integral; aborto libre y legal; géneros y sexualidades; cuerpo-tierra-territorio; violencia de género; ciudades; feminismos decoloniales, antirracismos e interseccionalidad; así como la diversidad, disonancias y debates que caracterizan al movimiento. En este contexto, se exploraron también conceptos clave como la potencia y autonomía, consolidando así un espacio de reflexión profunda y enriquecedora. 

Me incorporé a la asamblea 12, la de arte y comunicación, que se realizaba por primera vez en un EFLAC. La coordinación estaba a cargo de Paola Lorenzana, artista salvadoreña; Mariana Moisa, antropóloga: Edith Elizondo, actriz y productora audiovisal; y, Soledad Pérez, teatrera y psicóloga argentina. 

Más de 100 artistas y comunicadoras concluimos después de dos días que «nos reconocemos en la diversidad de lenguajes y expresiones que nos habitan como artistas, comunicadoras-es y periodistas, así como reconocemos la necesidad urgente de posicionar el arte, la cultura y la comunicación feministas como eje transformador que acompaña, incide y es parte de las luchas feministas, aportando desde su posición de incomodar al sistema patriarcal y renombra el mundo desde los diferentes espacios creadores que gestionamos y los cuales creemos deben ser reconocidos y dignificados».  

En esta última parte, se insistió: el arte y la comunicación deberían ser un trabajo digno, no un voluntariado permanente. “Vivir del arte y no morir en el intento”, subrayó Maya Cú.  

Esa tarde, participé en el cineforo de la película “Antes la lluvia”, dirigida por la salvadoreña Brenda Vanegas. La cinta fue comentada por Haydeé Laínez, de la organización salvadoreña de trabajadoras sexuales Las Guerreras, Victoria Chávez, defensora ambiental del Cerrito de Quezaltepeque, y Marcela Marín, joven ecofeminista, invitadas por la Coordinadora Social por la Economía del Cuidado (Cosec) y la fundación Ebert.  

     Laínez insistió en la importancia de reconocer el trabajo sexual y evitar la reproducción de clichés que lo retratan como la elección última por falta  de alternativas. “Las trabajadoras sexuales también podemos ser profesionales, yo soy licenciada en Trabajo Social y con lo que gané en el trabajo sexual me he comprado una casa”. 

Chávez pidió orientar los activismos feministas hacia la defensa de la naturaleza, la tierra, los bienes comunes y naturales, además de volver a la medicina natural.  

“Antes la lluvia” es una película que devela las cadenas internacionales del cuidado, en medio de una historia muy profunda y poéticamente contada. Fue la última cinta donde trabajó la primera actriz salvadoreña Isabel Dada (Q.E.P.D.) 

Llegó la segunda noche y pudimos conocer a la joven cantautora nicaragüense Ceshia Ubau, quien resultó ser una revelación para quienes no la conocíamos. A través de su voz virtuosa,  transmitió poesía y denuncia social de manera profunda. Las Musas Desconectadas, talentosas músicas salvadoreñas, se encargaron de representar la canción feminista local en el escenario.  Ellas cedieron el escenario, dejando espacio para la apasionada y enérgica Sara Cucurruch. Con su intensa interpretación  en cachiquel y español, logró conmover a la audiencia hasta las lágrimas con su emotiva versión de «Canción sin miedo» de la mexicana Vivir Quintana. 



III


En el tercer día, las asambleas y actividades autoconvocadas siguieron su curso. Por la tarde, nos congregamos en el festival Zarelia: periodismo, medios digitales, géneros y  feminismos. En este espacio, se pusieron de manifiesto los problemas y preocupaciones fundamentales en este ámbito, entre ellos la persecución política, la falta de financiamiento, la escasa valoración social del gremio debido al machismo, la desconfianza de algunas organizaciones para permitir la  libertad estética de las periodistas y evitar la repetición de discursos tipo “chicle mascado”, según lo expresado por Catalina Ruiz Navarro. Además, se subrayó la necesidad de reflexionar sobre el envejecimiento en el periodismo  y la urgencia de exigir derechos laborales.  

El XV EFLAC cerró con  la asamblea final. En esta, se denunciaron diversas problemáticas, como el bombardeo en Palestina, la dictadura y persecución en Nicaragua, la invasión de la minería en Panamá y el asedio autoritario en Guatemala. El tema de los derechos humanos en El Salvador se pospuso para ser abordado durante   la marcha del 25N.  

La declaración final confirmó que el EFLAC es un espacio transincluyente, antirracista y decolonial. La siguiente sede será en Haití, a pesar de sus condiciones políticas adversas.  

A pesar de los desafíos, el EFLAC fue enriquecedor. Mi primera experiencia me dejó con la convicción de que, a pesar de las tensiones y defectos, los feminismos son un movimiento donde se puede disentir sin ser expulsado. Invito a cultivar el respeto y la ternura radical entre todas y todes. 

El EFLAC me conflictuó, nutrió, unió con antiguas y nuevas amigas, compañeras, compañeres. Tenemos que dejar de luchar por la microfísica del poder, soltar el encono, el rencor, las pugnas intestinas, los valores necrocapitalistas que nos permean, la misoginia interiorizada de nuestra educación y dar paso al sueño de la solidaridad antimachista, antiracista y anticolonialista.  

Para mí, participar en este encuentro es tener la convicción de que no debe parar la deconstrucción, la autocrítica. Que debemos seguir escribiendo y armando talleres con y para las mujeres y personas no binarias. Tejiendo redes, alianzas.  

Desde Sonsonate a Haití, nos veremos en tres años para volver a sentipensar, perrear y cantar; pues la fiesta y la alegría son, sin duda, parte de la lucha social.  

En mi cabeza, a pocos días de tan telúrico encuentro, todavía escucho la alerta gritada a todo pulmón: “¡Que tiemblen los machistas, América Latina será toda feminista!”. 

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