Ciudad de México, México
Viernes, 20 de marzo de 2020
Queridas alharacas:
Yo también me tardé unos días en escribir y las cosas están cambiando por aquí, en el país y en nuestro ánimo y acciones.
Hace dos días, el presidente de El Salvador anunció que se había identificado el primer caso de coronavirus en el país, lo hizo en una conferencia de prensa con tono dramático y de suspenso. Su discurso fue de miedo. Yo sentí mucho miedo, miedo por mi famila y tuve que tomarme unas pastillas naturales que tengo para la ansiedad porque comencé a respirar con rapidez. Me dio coraje porque, por fin, acepté que no sé cuántos meses pasarán antes de que vuelva a ver a mis hermanxs, sobrinxs, mamá y papá. Después de la conferencia, con Ana, Sergio y C. hablamos y concluímos que ese tipo de discursos eran peligrosos para la democracia y caldo de cultivo para el autoritarismo. Pero, por ahora, prefiero pensar que está haciendo lo más posible para evitar un brote incontrolable.
En México, en cambio, todo sigue en camino. Parece que nada pasa y la espera a que por fin explote la epidemia me está volviendo loca. El presidente de México está casi como si nada, pero me tranquiliza escuchar y leer las conferencias de prensa del secretario y subsecretario de salud. Al oírlos, parece que saben qué es lo que están haciendo. Tiene bastante cuadriculado lo de las fases que seguirá la epidemia. Estamos terminando la 1. Mañana comienza la 2, cuando ya aumenten los casos y comiencen los contagios comunitarios. Las escuelas y universidades ya están cerradas y la recomendación es quedarse en casa, pero aún no es obligación. Se espera que a mediados de abril llegue el pico de la epidemia. Y, mientras tanto, las preguntas siguen ¿qué tanto aislarnos ya? ¿vemos aún a alguna gente? ¿juntamos a S. con algún amigo en la casa o fuera? ¿puedo ir aún a algún café? Finalmente, decidimos no irnos de la ciudad ¿se acuerdan de que les dije que estábamos pensando en alquilar una casa en el campo? pues, de repente pensé que era irresponsable irnos. Hablé con una amiga que está en Estados Unidos y me dijo que quizá lo que ahora toca es aceptar la situación y quedarse en casa por el bien de una y por el bien de los demás. ¿Qué tal si nos llevamos el virus al campo? ¿Qué pasa si cierran la ciudad en las semanas que vienen y no podemos regresar a nuestra casa? No, no. Estoy más tranquila aquí.
Además de que parece que el fin del mundo se acerca, desde ayer tenemos a S. 24/7 en casa y eso me pone más ansiosa que la epidemia… jajaja. Me he dado cuenta de que desde que S. comenzó a ir a la guardería con 18 meses, nunca he pasado tanto tiempo con él como lo haré este mes o más que viene. Ayer fue super difícil porque no teníamos nada preparado y C. y yo, con muchas cosas de trabajo. Se la pasó más aburrido que otra cosa, viendo TV y quejándose. Casi todo el día en casa. Al final de la tarde le pedí que me acompañara a un café donde venden un pan delicioso. Fuimos caminando y cuando llegamos estaban algunas personas en el café y S., al verlas, se puso inmediatamente detrás de mí y decía: “Mamá, virus, virus, virus”. Me di cuenta de que estaba ansioso y que, sin querer, quizá estábamos alimentando en casa un ambiente feo para él.
Lo bueno de todo es que después de ver a S. así, decidí calmarme. Me recordé a mí misma que yo soy, con C., la seguridad de S. y que nuestro deber es hacerle sentir que todo estará bien. Hablamos con C., hicimos un horario con actividades, juegos, TV, teléfono, lecturas, audiolibros, juegos de mesa, caminatas. Nos dividimos el día para tener tiempo para trabajar también y hacer nuestras cosas.
Lya, me alegra mucho que compraste flores, un recuerdo que en medio de todo el ambiente distópico siguen existiendo cosas lindas. Jime, qué bueno que estás mejor de salud y anímicamente. Creo que mi amiga tenía razón, toca aceptar lo que estamos viviendo e intentar sacar lo mejor de esto.
Las abrazo,
Laura