Opinión

Tiempo y sentencia justa para Beatriz

El 28 de septiembre se conmemora el Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible en El Salvador y en todo el mundo. Morena Herrera, activista feminista y presidenta de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto en El Salvador, recuerda en esta fecha el caso de Beatriz. La joven buscó el permiso del Estado salvadoreño para abortar y salvar su vida hace 11 años.

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En pocos días se conmemora el Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible, en el 28 de septiembre. Es una fecha en el que los movimientos feministas acordamos, desde 1990, concentrar movilizaciones e incidencia a favor de la despenalización y el derecho al aborto en América Latina. Ahora, esta se ha convertido en una demanda a nivel global. Este es un buen tiempo para que recordemos a Beatriz, mientras esperamos una sentencia justa para su caso en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).

En el año 2013, Beatriz, una chica de apenas 22 años, estaba viviendo su segundo embarazo en una situación de salud precaria. Tenía el padecimiento de lupus eritematoso sistémico, agravado por nefritis lúpica y artritis reumatoide, una enfermedad auto inmune que se vio agravada por la gestación. Provenía de una familia humilde de una zona rural salvadoreña.

En el mes de marzo de ese año, le diagnosticaron otras complicaciones en el embarazo. Los médicos confirmaron que el feto era anencefálico, es decir que el producto de la gestación carecía de neurocráneo y tejido cerebral, con un pronóstico de inviabilidad fuera del útero. Fue trasladada del Hospital Rosales al Hospital Nacional de Maternidad, que así se llamaba en ese entonces. Los 15 expertos del Comité Médico, jefes de área de especialidades del hospital, recomendaron la interrupción del embarazo por los riesgos para su salud y su vida. 

Beatriz tenía un niño de apenas un año. Había tenido una experiencia traumática en su primer embarazo y preeclampsia en el parto, que además fue prematuro. Su hijo había estado 38 días en cuidados intensivos en el hospital; ella había temido por su vida, pero afortunadamente el niño sobrevivió. Beatriz quería ser madre y vivir para poder cuidar a su niño. Fue así que, ante un embarazo inviable y que ponía en riesgo su vida y su salud, decidió luchar por su vida. Ese mismo mes, ella solicitó que le realizaran un aborto. 

Necesitar un aborto en un país que lo prohíbe

Los mismos especialistas que por razones médicas le recomendaron la interrupción del embarazo, le explicaron que no podían realizarlo debido a que en el país existe una ley que penaliza cualquier tipo de aborto. Que ella podía ir a la cárcel, y ellos también si no conseguían autorización de instancias judiciales del Estado. A pesar de las gestiones realizadas por el representante legal del hospital, no obtuvieron una respuesta favorable. 

En reunión entre Beatriz y la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, acordamos presentar un recurso de amparo ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Buscamos que la Corte, para garantizar los derechos de Beatriz, ordenara a los médicos que  realizaran el procedimiento de aborto.

Fue un proceso dilatado por varias semanas. La Sala de lo Constitucional buscó asesoría en el Instituto de Medicina Legal, presidido en aquel entonces por una persona que había expresado previamente su oposición al aborto. No escuchó las recomendaciones del Comité Médicos del Hospital de Maternidad y montó otro grupo de «expertos y peritos» que, en la práctica, desconocían la situación de salud de Beatriz. Realizaron una audiencia constitucional durante dos días, donde Beatriz, junto a dos abogados que le representaban y a los médicos demandados que también le apoyaban, se enfrentó a un aparato de justicia desproporcionado e intimidante. Pero al final la Sala decidió negar el amparo a Beatriz. 

Ante la falta de respuesta a nivel nacional, Beatriz y las organizaciones que le apoyamos solicitamos medidas cautelares a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta ordenó al Estado a garantizar la vida y la salud de Beatriz; sin embargo, estas medidas no fueron escuchadas. 

La salud de Beatriz cada día era más precaria y el tiempo de espera más angustioso. Por ello, se decidió elevar la petición de Beatriz a la Corte IDH para que otorgara medidas provisionales. El tribunal decidió hacerlo, ordenando al Estado que realizará el procedimiento para garantizar la vida y la salud de Beatriz.

Para ese momento, Beatriz estaba en la semana 26 de su embarazo. Los médicos decidieron realizarle una cesárea, como un parto adelantado. Su criatura murió a las pocas horas de nacida y ella tuvo que someterse a un procedimiento que le causóuna fuerte hemorragia e implicó para ella pasar varios días en cuidados intensivos del hospital.

Un trato cruel e inhumano

Durante 81 días, Beatriz fue sometida a un fuerte sufrimiento y a un trato cruel e inhumano: se le negó su voluntad y su petición, todo para mantener inalterable una legislación que penaliza de forma absoluta y que considera delito cualquier tipo de aborto. 

Cuando salió del hospital, Beatriz hizo una carta a quienes le habíamos apoyado: nos agradeció el tiempo y dedicación para acompañarle. Su salud quedó frágil y, como dice su madre, ella nunca volvió a ser la muchacha alegre que había sido. Pero su voluntad era muy fuerte, y en la conversación que tuvimos nos dijo que no quería que otras mujeres vivieran lo que ella había sufrido. 

Fueron justamente esa voluntad y ese deseo la base para tomar la decisión de presentar su caso ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos el 29 de noviembre de 2013. Beatriz tuvo el respaldo de cuatro organizaciones: IPAS, CEJIL, la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local y la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto. Nos convertimos en colitigantes del caso en representación de Beatriz y su familia. 

Los siguientes años, luchamos por que Beatriz recibiera la atención sanitaria priorizada, pero no siempre lo logramos. En varias ocasiones respondían que no había medicamentos. Su salud era frágil. Un día de octubre de 2017, cuando iba para una consulta médica tuvo un accidente en una moto. El accidente no fue muy grave, pero debido a su situación de salud, la llevaron al hospital de Jiquilisco donde había una inundación. Allí adquirió una neumonía nosocomial; cuando se puso más grave su mamá pidió traslado al hospital de San Miguel, pero fue demasiado tarde y, por su fragilidad, no resistió la enfermedad. Falleció el 8 de octubre.

Con todo el dolor de su pérdida, su madre decidió continuar el proceso de litigio ante la Corte IDH, el máximo tribunal de justicia en nuestro continente. Como su madre ha dicho, «el Estado de El Salvador le falló dos veces a mi hija, y quiero que se haga justicia».

Por Beatriz y por todas

Mantener la petición de Beatriz no ha sido fácil, ni para ella, ni para su familia; tampoco para las organizaciones que le apoyamos. Yo misma fui testiga de unas llamadas que recibió durante las primeras semanas de embarazo. Le decían que le ofrecían trasladarla a un hospital donde iba a estar como en un hotel, donde podría estar con su hijo, que le daban una casa y empleo para su pareja, siempre y cuando desistiera de su petición de interrupción del embarazo. Ella les dijo que no desistía de su petición, porque quería vivir. 

Quienes se oponen al derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo son estructuras con mucho poder económico y político, tanto a nivel nacional como internacional. Ante la causa de Beatriz en la Corte IDH, estas han movilizado enormes recursos, han establecido alianza con el Gobierno salvadoreño, realizado costosas campañas de oposición, campañas de desprestigio a las organizaciones que apoyamos a Beatriz e incluso han pretendido desprestigiar al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Estas redes conservadoras internacionales han asumido la representación legal del Estado salvadoreño en la audiencia de marzo de 2023.

Pese a todos estos inmensos recursos, la voz de Beatriz fue escuchada por segunda vez en la Corte IDH. Su médico tratante demostró que la negación del aborto a Beatriz fue un sufrimiento innecesario que le significo violación de sus derechos a la salud, a su vida y a su integridad personal. Su madre pudo dirigirse al tribunal y pedir justicia para su hija.

En términos generales, la historia de Beatriz no es muy diferente a la de otras mujeres salvadoreñas y latinoamericanas que sufren complicaciones con su embarazo y necesitan interrumpirlo. La diferencia– como dijo su médico tratante– es que ella habló y solicito el aborto como parte de su derecho a la salud y a salvaguardar su vida. 

Ahora estamos esperando la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que puede tener una importante trascendencia para las salvadoreñas y las latinoamericanas.Con su decisión, Beatriz conmovió a la sociedad salvadoreña y al mundo, transformando su experiencia de sufrimiento en una historia de esperanza para todas las mujeres en América Latina.

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