Opinión

14.03 – Planeamos ir al súper a comprar comida duradera, congelada y enlatada

No había papel higiénico y, al llegar a esa sección, varios nos vimos y nos reímos junto con otros clientes. Al menos encontramos causa común para reírnos y no vernos con caras de ansiedad, como en todos los otros momentos.

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Ilustración por Natalia Franco

Colonia, Alemania

Sábado, 14 de marzo de 2020

Hola,

Les hago un recuento de los últimos 3 días (11, 12 y 13 de marzo).

El jueves a la media noche llegó mi pareja de Budapest. En Hungría hay muchos menos casos que en Alemania, sobre todo meno s que en NRW, el estado donde yo vivo. Antes de su venida, estuve pensando que, para cuando llegara, iba a haber pasado por dos aeropuertos, un avión y transporte público en ambas ciudades. No podía sacármelo de la cabeza y, cuando finalmente estaba frente a mi puerta, en lugar de darle un beso y abrazarlo, como de costumbre —y tomando en cuenta que no nos habíamos visto en más de un mes— le pedí que primero que nada se lavara las manos y la cara. Yo, claro, sabía que, si ya tenía el virus, después me lo iba a pasar igual y que era más probable que yo lo tuviera.

Como mucha gente, planeamos ir al súper a comprar comida duradera, congelada, enlatada. Nos dijimos lo extraña que era tener esa conversación.

El viernes en la noche fuimos al súper e inmediatamente me sentí abatida. El lugar de las carretillas —en ese súper grande de la zona donde mucha gente llega en carro— estaba casi vacío.

Pensamos en irnos, pero el otro súper ya estaba por cerrar. El ambiente adentro era tenso, la gente andaba como loca y yo sentía que me iba a dar un ataque de pánico. Me puse de muy mal humor, como entre enojada, agobiada y abrumada. La cantidad de comida que compramos no fue excesiva, pero súper inusual y solo de ver la carretilla me sentía agobiada. No había papel higiénico y, al llegar a esa sección, varios nos vimos y nos reímos junto con otros clientes. Al menos encontramos causa común para reírnos y no vernos con caras de ansiedad, como en todos los otros momentos. Exceptuando a esa ocasión, casi todo el tiempo me pasó algo similar que a vos en el bus, Lya. Durante todo el recorrido y, especialmente, cuando ya estábamos haciendo la cola para pagar, me estresaba que la gente pasará cerca de mí y me daba también malestar el sentirme así. Al salir del súper, mi humor cambió inmediatamente y me sentí mejor y más alegre.

Abrazos desde lejos (físicamente por el coronavirus y digitalmente por la distancia)

Jimena

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