Opinión

Intersticio

La poeta salvadoreña y colaboradora de Alharaca Miroslava Rosales nos trae un nuevo poema: habla de vivir en el intersticio, de sentirse ajena en tierras extrañas. En esta incertidumbre, la autora recuerda de dónde viene y, como tantas personas migrantes salvadoreñas, que puede edificarse y seguir adelante lejos de casa.

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Aquí,
en la ciudad que 
como un bordado de luciérnagas se extiende,
la luz tiene el perfume de las jacarandas en primavera. 
A veces, del orín.

Mi lengua escucha dos latitudes crujir de noche como nudillos.
El torogoz y el águila calva,
en mis sueños,
se funden
como metales en un horno. 

Pero yo 
del siglo XIX soy, 
del vendaval de agujas,
de un grito detenido como un gorrión,
de una oquedad.
Pero soy,
repito como letanía en mi habitación sola,
de otra guerra que se multiplica como termitas,
de un filo igual de oscuro,
de un nubarrón inacabado, 
de copos de fracasos.

Vivo en el intersticio permanente de otras lenguas. Galopo sobre el lomo de la incertidumbre.

Soy girasol pulverizado en esta tierra que no es mía.

Aquí,
en este valle conquistado y plagado de lamentos,
me edifico,
pese al peregrinar de las dudas y a la hondura de su noche.


Ilustración por Beatriz Martínez

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