Opinión

La búsqueda de William tiene cuatro años 

William Antonio Aguilar desapareció hace cuatro años en Cojutepeque, el 20 de septiembre de 2018. Desde esa fecha, su familia no ha dejado de buscarlo. En su intento desesperado por encontrarlo, han recorrido casi todo el país. Han tocado puertas de organizaciones de derechos humanos, oficinas del Estado y, hace más de un año, llegaron a gritarle al fiscal general impuesto para exigirle que el caso de William sea investigado. 

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El lunes 19 de septiembre, Jorge Aguilar estaba nuevamente molesto. Solo faltaba un día para que se cumplieran cuatro años desde la desaparición de su hijo, William Antonio. Su tono de voz era el mismo de hace un año, cuando su caso se hizo viral: de indignación.  

Su molestia surge porque las autoridades encargadas de buscar a su hijo ya no le contestan las llamadas ni lo reciben para información. La última vez que habló con el fiscal asignado al caso fue hace un mes, aseguró. La respuesta a su escrutinio fue la misma de siempre: no hay nada nuevo.  

A William Antonio le encantaba jugar fútbol. Era un joven que ahorraba para tener su casa propia y sus cosas. Ya se había planteado la posibilidad de dejar el cultivo de hortalizas –la actividad de subsistencia de su familia– para iniciar sus estudios superiores. Soñaba con ser electricista o estudiar computación. Pero hace cuatro años, el 20 de septiembre de 2018, William Antonio desapareció cerca del río Sisimico, en el municipio de Cojutepeque, Cuscatlán, cuando tenía 23 años.  

Desde ese día, sus familiares no han dejado de buscarlo. Han rastreado pistas, encontrado nombres de potenciales responsables de la desaparición y se los han dado a la Policía y a la Fiscalía. William sigue sin aparecer.  

El 29 de junio de 2021, los padres de William viajaron a la zona donde fueron encontrados los restos de Flor García, la joven que fue desaparecida, asesinada y enterrada en un basurero por su esposo, en Cojutepeque. Al llegar, vieron al fiscal general impuesto, Rodolfo Delgado. Corrieron para intentar hablar con él, pero no lo lograron. En un último intento por tratar de exponer públicamente el caso de su hijo, Jorge Aguilar gritó ante las cámaras de varios medios de comunicación: «¡Señor fiscal! ¡Señor fiscal!».  



El vídeo del grito de Jorge, seguido por el fiscal general dándole la espalda, pronto se viralizó en redes sociales. Presionados por las críticas ciudadanas, fiscales llegaron a la casa de los padres de William dos meses después del hallazgo de Flor García, para decirles que empezarían de nuevo las investigaciones sobre la desaparición de su hijo. 

Nelson Aguilar, uno de los hermanos de William, contó que se reunieron varias veces con el fiscal asignado durante los últimos cinco meses de 2021. En cada encuentro les hacían repetir lo que sabían sobre la desaparición de su hermano. Lamentó que no veían seriedad en las investigaciones, que a su papá le llegaron a decir que ya aburría. No recuerda cuándo fue la última vez que tuvieron contacto presencial con las autoridades, ya que este año fueron pocas las veces que fueron citados. 

Jorge, el padre de William, recuerda que hace más de un mes fue citado junto a su esposa por el fiscal del caso, pero por otro proceso que llevan. Allí preguntó si había avances en la búsqueda de su hijo. La respuesta fue que no tenían pruebas ni testigos, que ya habían hecho diligencias de búsqueda en la zona donde desapareció pero que no encontraron nada.  

Las autoridades fiscales cuentan desde 2019 con el Protocolo de Acción Urgente y Estrategia de Búsqueda de Personas Desaparecidas (PAU). Este mecanismo señala en su apartado cinco, que «cualquier persona natural o jurídica, sin exigencia de formalidad alguna, puede solicitar la activación del Protocolo». Jorge asegura que cada vez que tiene nuevos datos sobre su hijo, se los hace saber a la Fiscalía para que la búsqueda se active.  

Por ejemplo, en 2020, en el marco de la cuarentena por COVID-19, cerca del río Sisimico encontraron la toalla que llevaba William el día que desapareció; esa vez las autoridades tampoco acudieron a su llamado bajo el argumento de que estaban en cuarentena. Afirma que no le han dado ninguna copia del expediente de su hijo para saber si el caso está activo o fue archivado. 

A principios de septiembre logró volver a hablar con el fiscal del caso, por teléfono. El funcionario le dijo que estaba enfermo y que no podía atenderlo, que le iba a devolver la llamada, pero hasta el miércoles 21 de septiembre, cuando se cerró esta nota, Jorge seguía esperando. 

Alharaca conversó en julio de 2021 con Jorge y Nelson Aguilar, padre y hermano de William. Ambos siguen buscando. En medio del dolor y la incertidumbre, también deben enfrentar la indiferencia de un Estado que niega a atender los casos de las personas desaparecidas.


¿Qué pasó ese día que le gritó al fiscal? 


Jorge Aguilar, padre de William Antonio: 

Todavía sí, yo me pasé la cinta, según era mi desesperación, yo me pasé de la cinta amarilla. Vino corriendo un fiscal que andaba acompañando al fiscal mayor, y me dijo: «¿Usted qué está haciendo aquí?». «Quiero platicar con el fiscal», le dije yo, «tengo un hijo perdido, tengo un hijo desaparecido, necesito platicar con él». «Pero aquí no puede pasar. Allí se lo voy a pasar yo», me dijo. «Está bueno», le dije yo, me regresé, pero qué, no me lo pasó, ni le habló siquiera. 


¿Nadie más se le acercó?  

Estaba un sargento de la Policía que nos entrevistó ese día, de ahí los demás, nadie. Yo llamé al fiscal como cuatro veces, ni caso me hizo. 


¿Qué esperaba? 

Que me tomen ahí, que vean que sí. Sí yo no les voy a tener miedo. Yo le voy a dar la cara a cualquiera. Yo lo que quiero es hallar a mi hijo, yo lo que quiero es hallar a mi hijo, dónde está. Con esa entrevista que nos hicieron todos los medios de comunicación, para el Gobierno ya hubiera mandado algo para la Fiscalía o el ministro de Seguridad, ya hubiesen dicho: «Pues miren, vayan a visitar a esta familia, vayan a ver qué quieren, cómo les podemos ayudar, ya hubieran venido, pues, pero nada». 


¿Tenía esperanza de que luego de hacer público su caso las autoridades retomaran la búsqueda? 

Tengo esperanza, un poco. No la he perdido, para que le voy a decir, tengo una mera esperanza. 


Tengo entendido que las mismas autoridades les han dicho que ya no busquen a su hijo, que se están arriesgando y que corren peligro.  

Sí porque mire, yo le voy a decir una cosa, licenciada: yo no le tengo miedo. Si me pasa algo, ya sé quiénes son. Y aquí la culpa la van a tener las autoridades, porque ellos son los que no quieren hacer nada con todas estas familias que hemos perdido todos los hijos, ellos no quieren hacer nada. Yo creo que nos sentimos afligidos, nos sentimos decepcionados con las autoridades, con el Gobierno, porque uno les dice y les dice y ellos nada, nada quieren hacer. 


Jorge aseguró que desde la desaparición de su hijo ha presentado más de 15 solicitudes a las autoridades de Cojutepeque para que se les brinde seguridad en la zona donde se le vio por última vez, ya que ahí tienen sus cosechas de hortalizas y temen volver a ser víctimas de la delincuencia o que otro de sus hijos corra la suerte de William Antonio. Hasta la fecha, no han tenido respuesta.  

Y es que a William las autoridades dejaron de buscarlo.

William Antonio desapareció el 20 de septiembre de 2018 cerca del río Sisimico, en el municipio de Cojutepeque, Cuscatlán, cuando tenía 23 años. Desde ese día, sus familiares no han dejado de buscarlo. Han seguido pistas, encontrado nombres de potenciales responsables de la desaparición y se los han dado a la Policía y Fiscalía y, en cuatro años, no lo han encontrado. 


¿Cómo ha sido el proceso de búsqueda de William Antonio? 

Nelson García, hermano: 

Desde el primer momento nosotros lo que decidimos, lo más lógico, irlo a buscar a todo el río, porque nos imaginábamos, tal vez se debe haber parado mal en una piedra. Y como aquel era algo buzo, o sea, no se dejaba ir así con cualquier cosa, dijimos nosotros, tal vez por el río se haya resbalado. Nos fuimos por todo el río Sisimico, caminamos como dos kilómetros, más de dos kilómetros, no encontramos ni siquiera una yina, porque como las yinas sapo flotan y al flotar salen a la orilla, y en la orilla se quedan atrapadas en algo, no encontramos nada. Más abajo, como a dos o a un kilómetro hay unos cercos que atraviesan el río. «Tal vez hay ahí ropa trabada o algo», dijimos nosotros. Nada. Ya no supimos nada de él todo el día, fue una gran desesperación. Lo hemos ido a buscar arriba, por unas milpas, todo eso, con la policía hemos andado por unas lomas, por allá. 


¿La Policía los acompañó en esa búsqueda del primer día? 

Nos acompañó quizás hasta tres días consecutivos, porque ese día de la búsqueda, fue hasta el tercer día que fuimos con la Policía arriba, porque ellos dijeron que iban a venir, que íbamos a patrullar. Cuando íbamos por el río, en ese momento cuando íbamos para el río, ese primo, supuestamente primo de nosotros, ese mismo que lo vino a sacar a él, dijo: «¿Andan buscando al William?». «Sí», le dijimos, «N’ombre, ese por allá ha de estar enterrado».


¿Qué hizo la Policía en ese momento? 

La autoridad sabe todo eso, la autoridad sabe todo eso. Sabe que ese chamaco de todas esas colonias, de esos lugares, se corre para ahí. Ese es el escondedero de ellos, es como el refugio de ellos, digamos. Porque ahí, mire, usted se mete a una montaña hay unas pendientes, de esas pendientes hay unos planes, de esas vueltas hay otra pendiente, hay bastante donde esconderse; o sea, ellos han hallado un escondite perfecto ahí. 


¿En qué otros lugares lo han ido a buscar? 

Fíjese que, por la situación, como nosotros no estamos armados, ¿y qué hacemos con un corvito? O sea, lo fuimos a buscar donde nosotros pensábamos que tal vez no nos podían agarrar a balazos, porque esos lugares son peligrosos. Por cierto, ha habido cosas, dicen que se han encontrado duis (documentos de identificación) de personas por aquí, prendas de ropa de otras personas, que hasta en la güisquilera mía andaba un DUI que ni sé de dónde lo habían sacado. 

Y la mayor preocupación es que ya tres años* y no sabemos nada de él, pues, ni siquiera… Solo cosas feas nos han contado: que mi hermano está enterrado allá (hace señas hacia el río Sisimico), que está enterrado aquí, que lo llevaban así, le hicieron esto; o sea solo cosas así, pues, cosas que lo destrozan a uno. Cosas que a veces, se despierta uno a medianoche, se levanta y dice: «Puya, qué pesar, ¿cómo estará aquel? ¿Qué le habrán hecho?» 


Me ha dicho que, ante la falta de respuesta del Estado, usted también se ha planteado la posibilidad de dirigir su petición al propio presidente de la República. ¿Por qué? 


Por ejemplo, yo he tenido la idea ya de mucho tiempo, de ir hasta donde el presidente a ver si le escucha a uno, digo yo, le ayuda, así como a esa muchacha (Flor García) que hasta él dio la orden, no sé cómo, por los noticieros se enteró él que buscaban a esa muchacha aquí en Cojute. Vi yo que le metieron mano, porque imagínese, encontrarla en tan poco tiempo, y nosotros tanto tiempo y nada.  

Poniéndole el caso en sí, porque sinceramente él, no creo que haya tomado una decisión de irse del país o de tener otra pareja. Él se sentía bien con su familia, estaba bien. Y sinceramente, o sea, yo siento que él fue desaparecido, si no por la misma familia, fue desaparecido por las pandillas. Exponiéndole el caso que necesitamos ayuda, que lo más lamentable, digo yo, uno no desea que algo malo le haya pasado, pero de todos modos, si algo malo le ha pasado y sabemos que se va a hacer justicia, entonces digo yo, aunque le duela a uno saber que solo le van a entregar los huesos de su hermano.  


*Esta entrevista se realizó en 2021, cuando la búsqueda de William Antonio llevaba tres años. Un año más tarde, la familia sigue buscando.

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