Recuerdo que cuando era niña mi madre repetía como un mantra: «estudia porque tu verdadero marido será tu trabajo». En ese momento me debatía en torno a esa dicotomía del “marido verdadero” versus el “marido falso”. Claro que con el tiempo entendí que mi madre me estimulaba a que construyera caminos de autonomía, sin la dependencia financiera de un vínculo conyugal. No obstante, también sospecho que ese mantra envolvía otras lecciones sobre el amor y sus desigualdades. Una de esas lecciones es precisamente que no tiene el menor sentido esperar como Penélope, a ser validada, si los parámetros de validación para entrar a los dominios del amor romántico, de entrada, te descartan. O sea, pese a que desde pequeñas todas seamos bombardeadas con narrativas sobre el casamiento y el amor romántico como posiciones sociales que nos darán una cierta legitimidad, esas narrativas están fundadas en el racismo, heterosexismo, capacitismo, entre otros parámetros normativos.
Aún conservo en la memoria de mi adolescencia, la historia de Penélope y las promesas del amor romántico. Así todos nuestros deseos erótico-afectivos son moldados bajo esas narrativas de la espera para ser elegidas. Pero ¿qué pasa cuando algunas no se ven en ese espejo de Penélope, Cenicienta y tantas otras?
Los efectos de eso pueden ser devastadores sobre todo si se asume eso como una falla personal y no como un efecto del racismo estructural (así como de tantas otras opresiones, pero aquí me quiero centrar en el racismo). Es sobre eso que me interesa reflexionar aquí: no ser elegida, no ocupar las primeras filas dentro del escalafón de las elegibles no tiene nada que ver con una falla personal por no aproximarse al ideal de mujer que sería “adecuada” para adentrar en los dominios del amor romántico. Es ese ideal el que debe ser problematizado por su carácter excluyente de la diversidad de seres humanos.
¿Qué significa que una cosa es estructural? Implica que ella molda, organiza, da forma, base y sustento a un determinado orden social. Cuando decimos que el racismo es estructural eso supone que esta discriminación está en la base (como los cimientos y las columnas de una casa), determinando que las cosas sean del modo en que son. Una de las formas de interpelar las estructuras racistas puede ser preguntándonos: ¿dónde están negras y negros en la estructura social? De estar, ¿de qué modo están, ¿cómo aparecen? ¿en qué posiciones? Son estas preguntas las que quiero llevar para el contexto del amor romántico para reflexionar sobre cómo en esa ideología se reproduce el racismo, por medio del cual mujeres negras son inferiorizadas.
¿Cuántas protagonistas de historias de amor en las telenovelas son personas negras? ¿Cuántos besos de personas negras aparecen en primer plano en telenovelas y filmes románticos? ¿Por qué ese lugar no puede ser corporificado, protagonizado por cuerpos negros? Si el amor es una experiencia humana, ¿no ha de esperarse que todxs lxs humanxs puedan ocupar ese lugar? Muchas veces las personas negras aparecen en medio de las tramas de amor, como un elemento decorativo, un lugar de no protagonista de la historia de amor. Un lugar de espectadora de una historia de amor blanca, con la que ella probablemente ni se atreva a soñar. Ese «no lugar» es el lugar que el racismo atribuye a mujeres y personas negras.
Mujeres negras, en la adolescencia son las que escuchan las historias de amor de las amiguitas blancas (doy fé de ello) y no tienen ninguna historia para contar, hasta porque hombres blancos y negros, ambos, son educados para pensar que conquistar a una mujer blanca es lo mismo que alcanzar un trofeo, por consiguiente, lo que resta para las mujeres negras es ese lugar estructural de soledad.
¿Dónde están las mujeres negras dentro de una estructura afectivo-sexual que es racista? Están en un lugar que las produce (sí es producido, no es natural) como feas mientras mujeres blancas son realzadas todo el tiempo como bonitas y objeto de deseo. Por su parte, mujeres negras suelen ser situadas en el lugar de la fetichización y objetificación sexual (buenas de cama, culos grandes) que las retira del lugar de merecedoras de afecto (negra pa casarse qué va, negros ni los zapatos!)
¿Dónde están las mujeres negras dentro de una estructura afectivo-sexual racista? Están allí, esperando ser vistas como humanas, consideradas como humanas. O forzándose a caber en un patrón que de por sí nos oprime, que no nos contempla, que no nos incluye. Estamos muchas veces intentando enblanquecer porque el referente de humanidad, de amor es blanco y ¿quién no quiere ser amado y aceptado? Entonces una de las maneras de lidiar con el sufrimiento que el racismo genera es vestir máscaras blancas en pieles negras como dijo Franz Fanon en su emblemática obra titulada así mismo.
¿Cómo los medios de comunicación, responsables de difundir imaginarios sociales, se comprometen con la lucha antirracista? Es necesario que se produzcan otras narrativas en las que personas negras ocupen espacios como humanas. La lucha antirracista es de todxs, también de personas blancas.