Por Mónica Campos y Odalys García
Vista Hermosa, una comunidad remota de El Salvador, carece de transporte público. El camino rural a la ciudad más cercana, el centro del distrito de Chirilagua en San Miguel Centro, se extiende a tres horas a pie por una calle de piedras y polvo. Este fue el trayecto que Sonia Salgado, de 43 años, recorrió en busca de ayuda cada vez que se enfrentaba a hemorragias vaginales debido a un cáncer de cérvix que no fue detectado a tiempo.
Sin el tratamiento adecuado para enfrentar la enfermedad, Sonia falleció. Tanto a su madre como a su hija les cuesta mucho hablar sobre su pérdida. Cuando fueron entrevistadas para este reportaje, su luto era reciente: habían pasado ocho meses desde el deceso. Apenas comenzaban a relatar lo sucedido, el llanto les impedía continuar. Ante estas pausas, era una enfermera quien retomaba el hilo de la conversación; y, ellas asentían a cada respuesta de Morena Martínez, la enfermera de la Asociación de Ayuda Humanitaria PRO-VIDA, quien acompañó a la familia durante la enfermedad. La pareja de Sonia también se encontraba muy afectada y prefirió no hablar sobre el caso.
Morena concedió tres entrevistas a Alharaca para hablar sobre el caso. Una de ellas fue acompañada de la madre y la hija de Sonia. La implicación de esta enfermera en el caso de Sonia fue tal que guarda una carpeta de fotografías, documentos y referencias como prueba de su difícil paso por el sistema de salud. La historia de Sonia es prueba de lo que sucede a las mujeres y a sus familias cuando no hay un sistema de salud integral accesible para las mujeres que viven en comunidades rurales.
El Sistema de salud público salvadoreño no llega a zonas remotas como Vista Hermosa. El centro de salud más cercano está a tres horas caminando y conseguir un vehículo cuesta 20 dólares, un gasto muy difícil de cubrir para las mujeres de la comunidad que viven en situación de pobreza. Además, las mujeres entrevistadas aseguran que no tienen visitas o campañas de citologías por parte del Ministerio de Salud. Por lo tanto, Sonia no recibió su diagnóstico en una clínica ni en un hospital público, sino en un predio comunitario cerca de su casa, por parte de la Asociación Salvadoreña de Ayuda Comunitaria PRO-VIDA (no asociada a movimientos contra el derecho al aborto), el 27 de mayo de 2022. Esta organización presta servicios de salud gratuitos en siete departamentos que tienen zonas de difícil acceso, entre los que mencionan en su memoria de labores de 2022 a Sonsonate, Ahuachapán, Cuscatlán, Cabañas, San Miguel y Morazán.
Trece días antes de entregar el diagnóstico, el 14 de mayo, la organización llevó a cabo la primera campaña de citologías en el caserío Vista Hermosa, donde atendieron a 22 mujeres. Ese día detectaron el cáncer de Sonia y lesiones precancerosas en otras dos mujeres de la comunidad, estas últimas recibieron el tratamiento para evitar que sus lesiones evolucionaran en cáncer de cérvix.
Una de las principales causas del cáncer de cérvix es el Virus del Papiloma Humano (VPH), que se puede transmitir de una persona a otra mediante el contacto sexual, según detalla la Sociedad Americana del Cáncer. Otros factores de riesgo son el tabaquismo y antecedentes familiares de personas que padecieron la enfermedad. Para detectar lesiones relacionadas al VPH, la prueba de detección más común y económica es la citología. En la red de clínicas Profamilia, una fundación que maneja precios accesibles para diferentes servicios médicos, el examen cuesta 11.10 dólares estadounidenses. Para el sistema de salud público cada prueba costaba 3 dólares, de 2015 a 2018, según un documento del Ministerio de Salud para la Prevención control y tratamiento adecuado del cáncer cérvico uterino en el Hospital Francisco Menéndez de Ahuachapán, disponible en la página web del ministerio, con fecha de junio de 2018. Aunque no es un hospital de la zona en la que Sonia vivía, este monto puede darnos una idea del costo del exámen para el sistema público.
Para este reportaje se solicitó en tres ocasiones el número de citologías realizadas a nivel nacional desde 2017 hasta junio de 2023, entre otros datos relacionados al cáncer de cérvix. La Oficina de Acceso a la Información Pública del Ministerio de Salud (Minsal) no entregó la información requerida en las tres solicitudes. En la primera instancia, la oficina de información respondió que no contaba con el personal necesario para proporcionar la información solicitada y que la información no se generaba dentro de los parámetros descritos en la petición realizada. En la segunda ocasión, la misma oficina denegó la información argumentando que la unidad del ministerio a la que se le pidió, se negó a entregarla. Para la tercera solicitud, las periodistas no recibieron ninguna resolución a pesar de haber transcurrido los 10 días hábiles que da la ley para la entrega de la información. Tras llamar a la oficina de información del Minsal, una empleada contestó pero tampoco dio una respuesta sobre la entrega de la información solicitada.
Para tener una idea de cuántas citologías se han practicado a nivel nacional, se buscó información en el portal de transparencia del Minsal y se encontraron algunas respuestas a solicitudes de información previas. Los documentos muestran cómo las citologías en los principales hospitales públicos de las zonas central, oriental y occidental del país fueron disminuyendo de 2017 a 2018 y de 2018 a 2019.. En 2019, un año antes de la pandemia, el número cayó un 20 % (ver gráfica).
El hospital público más cercano a Sonia, donde podría haber obtenido una citología es el San Juan de Dios, en San Miguel Centro. De este se cuenta con datos de citologías practicadas de enero de 2017 a junio de 2020. En la gráfica se presentan los datos correspondientes al 2017, año en el que se realizaron 1 mil 893 citologías; en 2018, 1 mil 863; mientras que en 2019 la cifra disminuyó a 1 mil 618. Para 2020, solo se cuenta con información del primer semestre: de enero a junio se hicieron 323 de estos exámenes.
En el periodo en el que se registraron estas disminuciones, Salvador Sánchez Cerén, del partido de izquierda FMLN, gobernaba el país. Su mandato inició el 1 de junio de 2014 y finalizó el 31 de mayo de 2019. El 1 de junio de 2019, Nayib Bukele fue juramentado como presidente para el periodo 2019-2024.. Al referirse a la situación de la prevención del cáncer a lo largo de los diferentes periodos presidenciales, el oncólogo Rodman López señaló que “siempre han sido una copia a todos los gobernantes desde hace más de 100 años. No es que estemos hablando mal del gobierno actual, ni del anterior. Los pacientes con cáncer siempre han estado relegados, postergados, invisibilizados”.
Aunque no se pudieron obtener datos oficiales sobre las citologías practicadas durante el período comprendido entre junio de 2020 a junio de 2023, y no existen publicaciones oficiales al respecto, cinco mujeres de Vista Hermosa afirmaron durante las entrevistas que no se llevó a cabo ninguna campaña estatal de citologías en su comunidad durante este periodo.
Tanto las mujeres del Comité de Salud de Vista Hermosa como representantes de la ONG PRO-VIDA señalaron la falta de acceso a citologías en la zona, lo que motivó a las mujeres de la comunidad a establecer vínculos con la organización. PRO-VIDA tiene un historial de proporcionar información y capacitación en salud sexual reproductiva integral en diversas áreas del país. Sin embargo, con la llegada del Gobierno de Bukele, esta y otras organizaciones que no estaban alineadas con la nueva administración fueron etiquetadas como “oenegés fachadas”. Un reportaje de Alharaca reveló que muchas de las organizaciones que estaban recibiendo críticas tenían una larga trayectoria en sus respectivos campos y cumplían con la rendición de cuentas, mientras que aquellas con menos transparencia no estaban siendo cuestionadas. PRO-VIDA fue una de las siete organizaciones allanadas en noviembre de 2021. Hasta 2020, 183 organizaciones recibían fondos estatales para llevar a cabo sus funciones; sin embargo, para 2022, únicamente 23 permanecieron en el presupuesto otorgado por la Asamblea Legislativa para organizaciones de ayuda humanitaria. PRO-VIDA recibió sus últimos fondos estatales en 2021.
En mayo de 2022, Morena Martínez, técnica enfermera de la organización, vio a Sonia sentada en aquel predio del caserío por primera vez. Era callada. Se dedicaba a las labores del hogar no remuneradas y, a veces, acompañaba a su esposo en su trabajo de albañil. Ocho meses después del deceso de su paciente, en noviembre de 2023, Martínez asegura que esa citología de mayo de 2022 era la primera que Sonia se hacía desde hacía 9 años.»
Para ser diagnosticadas a tiempo y poder evitar que las lesiones cervicales se conviertan en cáncer, las personas con útero deben realizarse una prueba de citología. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esta prueba implica la extracción de una muestra de células del útero a través de la vagina. Posteriormente, la muestra se envía a un laboratorio para su análisis. Los resultados pueden revelar la presencia de lesiones precancerosas y, en los casos más graves, cáncer de cérvix. Cuando se detecta en etapas tempranas, este tipo de cáncer es tratable; sin embargo, en etapas avanzadas puede resultar mortal.
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda practicarse la citología a partir de los 25 años de edad. El examen debe realizarse cada 3 años si se tiene entre 25 y 30, y cada 5 años desde los 30 hasta los 65. En pacientes con sistemas inmunitarios debilitados, se recomienda la prueba una vez al año desde los 21 años de edad. En El Salvador, sin embargo, las memorias de labores del Minsal reportan citologías en las edades de entre 15 a 59 años.
Durante el período para el cual se dispone de datos, la cobertura de citologías fue notablemente baja en comparación con la población de entre 15 y 59 años de edad, según lo reportado en las memorias de labores. Para este reportaje, se analizaron las citologías registradas en las memorias de labores del Minsal para los periodos de junio de 2020 a mayo de 2021, de 2021 a 2022 y de 2022 a 2023, de acuerdo con las fechas consignadas en los documentos. Estas cifras fueron contrastadas con los datos poblacionales de mujeres obtenidos de la Encuestas de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM), correspondientes al año de inicio de cada una de la última memoria de labores, es decir 2022.
Es relevante destacar que no todas las mujeres deben someterse a la prueba anualmente, sino cada tres o cinco años, según la recomendación para su grupo de edad. Por esta razón en la siguiente gráfica se muestra una comparación de los datos consolidados de los tres años mencionados anteriormente, de 2020 a 2023. Durante este periodo, un total de 347 mil 62 mujeres se realizaron la citología a nivel nacional, esto representa el 16.06 % en relación con el número total de mujeres en el rango de edad reportado por el Minsal. La OMS, en su estrategia para erradicar el cáncer de cérvix, recomienda que los países realicen pruebas de alta precisión al 70 % de la población en edad de practicarse el examen, es decir, a 70 de cada 100 mujeres. En El Salvador, de 2020 a 2023, las citologías se practicaron solo a 16 de cada 100 mujeres.
La escasa aplicación de pruebas por parte del Estado, la insuficiencia de recursos económicos y la falta de educación sexual contribuyen a que las mujeres de las zonas rurales tengan dificultades para acceder al examen. Según integrantes del Comité de Salud de la comunidad, la mayoría de las mujeres en Vista Hermosa solo completan hasta noveno grado, ya que no hay un centro educativo en el caserío que ofrezca educación secundaria. Las mujeres se dedican al trabajo del hogar y de cuidados no remunerados; mientras que, los hombres, a la agricultura. De acuerdo con el Ministerio de Trabajo, desde agosto de 2021, fecha en que se aprobó el último aumento al salario mínimo, quienes trabajan en el sector agrícola perciben un salario promedio mensual de 243.46 dólares.
PRO-VIDA llegó al caserío Vista Hermosa gracias a las gestiones de un líder comunitario, integrante de la junta directiva de la comunidad. Un año después de esa primera visita, las circunstancias cambiaron. Ahora son las mujeres del Comité de salud quienes organizan las campañas de salud sexual, y buscan persuadir a otras mujeres para que se realicen los exámenes de detección de cáncer de cérvix. Sin embargo, Sonia ya no está. Su muerte evidenció las carencias de un sistema que no pudo brindarle los cuidados necesarios para enfrentar el cáncer.
Martínez señaló una diferencia clave en la atención a mujeres en zonas urbanas y rurales: en la áreas urbanas, las mujeres suelen demandar activamente su derecho a la salud, mientras que en contextos rurales, a menudo se las presiona para que no hablen sobre su salud sexual, lo que puede hacer que sean menos propensas a buscar atención médica.
Durante sus cuatro años de trabajo, la enfermera ha observado que este fenómeno es especialmente preocupante en las zonas rurales. Es precisamente en estos contextos donde adquiere vital importancia la labor de los comités de salud comunitarios. En estas agrupaciones, las mujeres reciben educación sobre salud sexual y se encarga de difundir información entre sus pares, desafiando los tabúes y mitos arraigados en una sociedad conservadora como la salvadoreña. Desde 1992, PRO-VIDA ha respaldado la creación y funcionamiento de estos comités comunitarios.
El cuidado voluntario
En diciembre de 2022, tras la primera campaña de citologías, PRO-VIDA realizó el primer taller de educación sexual en Vista Hermosa. Las mujeres estaban a la expectativa. El caso de Sonia, diagnosticado siete meses antes, las había alarmado y todas estaban decididas a tomar medidas para prevenir nuevos casos en sus familias.
A pesar de los síntomas de su enfermedad, Sonia asistió a este taller. Durante la reunión, las mujeres expresaron la necesidad de formar un colectivo y eligieron a las integrantes del nuevo comité de salud comunitario. Para sorpresa de todas, cuando se preguntó quiénes serían las nuevas integrantes, Sonia levantó la mano.
“Ella no se aisló de su comunidad y eso fue bonito, porque creo que ella hubiera muerto de una forma diferente si no la hubiéramos detectado. Hubiera muerto sola”, comentó Morena Martínez, la enfermera.
En esta comunidad, muchas personas son familiares o conocidas de muchos años. Morena afirmó que esta interconexión facilitó la organización de las mujeres frente al caso de Sonia y el trabajo del comité se expandió gradualmente.