Derechos de las mujeres

Estado salvadoreño invirtió 113 millones en maternidades adolescentes en 2022

En El Salvador, el embarazo a temprana edad afecta el futuro de niñas y adolescentes. Entre 2015 y 2022, 133,853 niñas y adolescentes entre 10 y 19 años inscribieron su embarazo en la red de salud pública. En 2015, el Estado invirtió 27.6 millones de dólares en niñas embarazadas que abandonaron su proyecto educativo. Para 2022, el impacto económico del embarazo adolescente y la maternidad temprana ascendió a 113 millones de dólares, representando el 0.35 % del PIB.

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Luz, de 19 años, sueña con ser doctora, ya que considera que cuidar la salud de otras personas es una labor profundamente humana. Vive en la zona rural de Armenia, Sonsonate, junto a su pareja Juan, de 39 años, y su hija Ana, de 3 años. 

No sabe leer ni escribir, pero ha aprendido a sumar y restar de manera empírica gracias a los trabajos que ha realizado. Su padre no la dejó ir a la escuela, considerándolo una pérdida de tiempo. Decidió que ella debía aprender las tareas del hogar junto a su madre. A los 14 años, también determinó que debía comenzar a trabajar. Luz se dedicó a vender las frutas cultivadas por su familia, cuidar niños y niñas a cambio de un pago, realizar labores remuneradas en otras casas, como limpiar, cocinar o lavar ropa, y vender pupusas y tortillas. 

La educación es un derecho universal que el Estado debe garantizar y proteger, según lo establece la Constitución de la República. Esta también obliga a padres y madres a brindar «protección, asistencia, educación y seguridad» a sus hijos e hijas. Asimismo, recibir educación parvularia y básica es un deber, conforme al artículo 56 de la Constitución. La Ley Crecer Juntos refuerza esta obligación al señalar que quienes ejercen la responsabilidad parental deben asegurar el cumplimiento del derecho a la educación. 

Datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2023 indican que el 9.3 % de la ciudadanía no sabe leer ni escribir. Es decir, 503,101 personas. En la zona rural, 15 de cada 100 personas son analfabetas.  

Luz y Juan se conocieron cuando ella tenía 16 años. Ambos frecuentaban la misma tienda de la comunidad. Aunque él intentaba conversar y le hacía comentarios sobre su apariencia, Luz no respondía. «Me pasó como en las novelas, Juan me caía mal y por eso no le hablaba», recuerda. Con el tiempo, empezaron a hablar, aunque ella nunca imaginó tener una relación con él, ya que nunca había tenido novio. 

Un día, mientras Luz caminaba hacia la iglesia, se encontró con Juan, quien iba en bicicleta. Él se detuvo, bajó y comenzó a caminar a su lado. En un momento, la besó sin su consentimiento. «No quería ese beso, incluso me dio asco», recuerda. Después, iniciaron una relación. Luz temía que su papá y su mamá se enteraran y la castigaran, pero aun así decidió seguir con Juan. 

“Hijas panzonas no quiero en la casa” 

Habían pasado cinco meses desde que Luz comenzó su relación con Juan cuando una clienta de la tortillería le preguntó cuántos meses de embarazo tenía. Sorprendida, Luz lo negó, pues no sabía que estaba embarazada. La clienta insistió, asegurándole que tenía «pancita de embarazo» y le recomendó hacerse un chequeo en la unidad de salud de Armenia. Luz desconocía cómo se producía un embarazo, ya que nunca había hablado del tema con nadie. 

Al día siguiente, la clienta le regaló una prueba de embarazo, que Luz se hizo allí mismo, en la tortillería. El resultado fue positivo. Las mujeres presentes se emocionaron por ella, pero Luz solo sentía tristeza y miedo. «No sabía cómo iba a reaccionar mi papá», recuerda. Ese mismo día, habló con su papá y su mamá. Él la regañó. «¡Hijas panzonas no quiero en la casa!», le gritó cuando la echó. La adolescente recogió sus cosas y se fue a vivir con Juan. Acababa de cumplir 17 años y estaba embarazada de un hombre 20 años mayor que ella. Era noviembre de 2020. 

En 2020, la tasa de embarazo en adolescentes de 15 a 17 años fue de 31.0 por cada mil, equivalente a 5,409 casos, según las inscripciones prenatales en la red de establecimientos del Ministerio de Salud. Estos datos provienen de una publicación de UNFPA El Salvador sobre embarazos en niñas y adolescentes, que presenta cifras de 2015 a 2022. 

De acuerdo con este mismo documento, el mapa de embarazos en niñas y adolescentes, 110 adolescentes de entre 13 y 19 años, de Armenia, se inscribieron al control prenatal en establecimientos del Minsal en 2020. A nivel nacional, 12 mil 966 niñas y adolescentes de 11 a 19 años registraron sus embarazos ese año. 

En el informe, se explica que el embarazo a temprana edad es una barrera multidimensional para el desarrollo integral de niñas y adolescentes, generando efectos sociales duraderos. Estos incluyen riesgos para la salud, dificultades en la educación, problemas para acceder a empleos decentes, mayor exposición a violencia y discriminación, y secuelas psicoemocionales como estrés, ansiedad y depresión. Además, puede limitar el desarrollo de los hijos y las hijas, reducir oportunidades de ingreso en la adultez, aumentar la dependencia de apoyos estatales y familiares, y afectar negativamente a la sociedad en términos de capital humano y costos fiscales.  

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El UNFPA ha calculado, a partir de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples, en dos ocasiones el costo económico del embarazo en niñas y adolescentes. En 2015, el Estado salvadoreño invirtió aproximadamente 27.6 millones de dólares en niñas y adolescentes embarazadas que abandonaron su proyecto educativo. Para 2022, el impacto económico del embarazo adolescente y la maternidad temprana en El Salvador, incluyendo el costo de oportunidad y los gastos en salud y fiscales, ascendió a 113 millones de dólares, lo que representó el 0.35 % del PIB de ese año. 

Luz fue obligada por sus padres a irse a vivir con Juan, a pesar de que el artículo 199 del Código Penal sanciona con prisión a quienes, debiendo cuidar a un menor de 18 años, lo abandonen, poniendo en peligro su vida o integridad. 

En 2016, el artículo 38 de la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia, derogada en 2022, establecía que el Estado debía prevenir y erradicar el maltrato infantil. Esta definición, ahora retomada por la Ley Crecer Juntos (art. 64), incluye cualquier acción u omisión que cause daño físico, psicológico o moral. 

Uniones libres con menores de edad en un país que las prohíbe 

Juan se dedica a vender los conocidos “panes mata niños”, de lunes a sábado. Aunque no es su propio negocio, trabaja para otra persona. Recorre los distritos cercanos de Armenia para ofrecerlos. En un buen día de ventas, puede ganar hasta 25 dólares. En un mal día, logra vender aproximadamente 12 dólares. Tanto Luz como Juan se levantan todos los días a las 4:30 a.m. para empezar su jornada laboral. Ella se encarga de preparar el desayuno y realizar las tareas de cuidado no remunerado desde esa hora. 

El salario mínimo en el sector comercios y servicios es de 365 dólares mensuales, desde el 1 de agosto de 2021, última fecha en que se realizó un ajuste salarial. Para agosto de 2021, el costo de la canasta básica alimentaria rural era de 148.09 dólares mensuales para una familia integrada por 4 personas. Para agosto de 2024, el costo ascendió a 177. 31 dólares. 

Luz, Juan y Ana viven en una casa de láminas y piso de cemento que no les pertenece. El dueño les ha permitido quedarse a cambio de que vigilen la propiedad durante la noche. Aunque Luz reconoce que sus condiciones de vida no son las mejores, asegura que con Juan no ha sufrido. “Hasta el momento con él nunca he pasado una necesidad grande”.  

Tres años antes de que Luz y Juan se fueran a vivir juntos, el 17 de agosto de 2017, la Asamblea Legislativa aprobó, con 76 votos a favor, la eliminación del inciso segundo del artículo 14 del Código de Familia, prohibiendo el matrimonio infantil y las uniones libres con personas menores de edad, estableciendo los 18 años como la edad mínima para casarse o vivir en unión libre.  

Mayra Bolaños, coordinadora del programa de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos de Ormusa, afirma que los embarazos en menores de edad constituyen una grave vulneración de los derechos humanos, ya que «limitan el desarrollo progresivo de niñas y adolescentes e impiden la realización de su proyecto de vida». Esta situación es una forma de violencia sexual normalizada en las comunidades salvadoreñas, donde se permite que niñas sean acompañadas por hombres adultos, lo que perpetúa prácticas culturales patriarcales desde las propias políticas del Estado, señala. Además, critica que las políticas públicas actuales reflejan una postura religiosa que se basa en mitos y prejuicios. 

Destaca que el embarazo en menores expulsa a las niñas y adolescentes del sistema social, ya que las convierte en responsables de garantizar derechos a un ser que aún no ha nacido. «No hay una transición gradual, sino una expulsión, ya que se les trata como mujeres adultas. Sus derechos, especialmente los sexuales y reproductivos, se relegan. Además, deben enfrentarse al estigma y la discriminación, lo que provoca que muchas abandonen la escuela, afectadas por docentes, compañeros, la comunidad e incluso, en algunos casos, por sus propias familias», explica. 

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El informe Costo Económico y Social del Embarazo Adolescente en El Salvador 2024, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), revela que las mujeres que fueron madres durante la adolescencia suelen abandonar su trayectoria educativa de forma temprana. Según el informe, el 73.1 % de estas mujeres solo completaron el primer ciclo de educación básica. En cambio, entre las mujeres que fueron madres en la edad adulta, el 39.4 % concluyó el bachillerato y el 9.3 % alcanzó la educación superior. 

La información sobre el nivel educativo alcanzado por las mujeres que fueron madres en la adolescencia y en la adultez muestra una clara diferencia en las oportunidades educativas. Según los datos, el 73.1 % de las mujeres que experimentaron la maternidad durante la adolescencia solo completaron el primer ciclo de educación básica, mientras que el 8.2 % de las mujeres que fueron madres en la edad adulta alcanzaron estudios universitarios, frente al 1.6 % de quienes fueron madres adolescentes. Esta brecha educativa refleja el impacto significativo del embarazo adolescente en las oportunidades de escolarización y desarrollo profesional. 

Maternidades forzadas 

Luz, al principio, estaba decidida a abortar porque no se sentía segura ni preparada para ser madre. Aunque desconocía dónde hacerlo, sabía por las novelas que era posible. Sin embargo, su madre insistió en que debía tener al bebé y le ofreció ayudarla con los cuidados. Convencida por su madre y Juan, Luz empezó sus controles médicos en la única unidad de salud de Armenia. 

En El Salvador, el aborto está penalizado en todas sus formas desde 1998, cuando entraron en vigor los nuevos Código Penal y Procesal Penal. En 1997, las reformas al Código Penal de 1974 revocaron todas las excepciones para el aborto. Impulsadas por sectores conservadores y religiosos, estas reformas entraron en vigor en 1998. Ese mismo año, también se modificó el artículo 1 de la Constitución de la República para reconocer la vida humana desde el momento de la concepción. Antes de estas reformas, el Código Penal de 1974 permitía el aborto en casos de violación o estupro. El artículo 163 del Código Penal vigente define el estupro como el acceso carnal, mediante engaño, a una persona mayor de quince y menor de dieciocho años, con una pena de cuatro a diez años de prisión. 

Mayra Bolaños, coordinadora del programa de Derechos Sexuales y Reproductivos de Ormusa, señala que El Salvador no cuenta con políticas públicas que garanticen la salud sexual y reproductiva, ni que permitan la interrupción del embarazo. Para ella, obligar a una niña o adolescente a ser madre no dignifica la vida, ni protege su integridad personal o su libertad, ya que las normas culturales la fuerzan a asumir un rol de madre. «No hay ninguna opción para que ella decida sobre su cuerpo”, reclama.  

Maternidad adolescente: La imagen está borrosa del movimiento y muestra a una mujer jugando con su hija pequeña
Luz y Ana mientras juegan. Fotografía: Kellys Portillo. 

Nutrientes en desigualdad 

Durante su embarazo, Luz enfrentó complicaciones. Perdió peso debido a las náuseas y al poco apetito, ya que la mayoría de los alimentos le provocaban asco. Su madre le insistía en que tomara sopa de mora y refrescos de avena para no perder más peso y evitar poner en riesgo al bebé. Juan, antes de irse a vender, le dejaba la comida preparada para que no tuviera que esforzarse. A lo largo del embarazo, Luz prefería descansar en casa, ya que se sentía mareada. En la unidad de salud, solo le dieron suplementos de hierro. 

Hilda Amaya, especialista en nutrición, explica que, durante el embarazo, las adolescentes enfrentan mayores requerimientos nutricionales, ya que deben velar por su propia alimentación y la del bebé. Si una adolescente presenta desnutrición, tanto su vida como la del bebé están en riesgo. Amaya advierte que, en el primer trimestre, muchas mujeres pierden el apetito debido a las náuseas, lo que impide que cubran sus necesidades nutricionales diarias. En estos casos, es importante suplementar con productos como el proteinol, aunque su costo es elevado. Por ejemplo, Alharaca encontró que una lata de 454 gramos de Proteinol Prenatal cuesta entre $14.50 y $15.34 en farmacias locales. 

Amaya también señala que, si una adolescente deja de comer, es más propensa a desarrollar anemia, lo que pone en riesgo su salud y la del bebé. Al ser aún adolescentes, sus cuerpos requieren más nutrientes, ya que siguen en proceso de crecimiento. El embarazo acelera su desarrollo hormonal, lo que puede impedir que crezcan de manera adecuada, dado que sus cuerpos no están completamente preparados para un embarazo. “Si la madre no está comiendo, es importante que se busquen estrategias que se adapten a sus gustos y se adecuen al estatus económico de la persona”. 

La ginecóloga Andrea Noubleau sostiene que una niña o adolescente no está física ni biológicamente preparada para ser madre, incluso si ya ha tenido su primera menstruación. Además, destaca la importancia de alcanzar un nivel de madurez mental antes de enfrentar un embarazo. Según Noubleau, un embarazo temprano puede causar anemia en las madres, lo que conlleva riesgos de aborto, nacimientos prematuros o problemas cognitivos en los bebés. Durante el parto, las madres con anemia enfrentan un mayor riesgo de infecciones debido a la falta de defensas.  

Noubleau también advierte que un embarazo puede agravar la anemia preexistente, convirtiéndola en crónica. Explica que, si una mujer embarazada tiene una hemoglobina de 10, los cambios hemodinámicos pueden hacer que baje a 8 o 7, lo que provoca cansancio extremo, palidez e hinchazón en pies y manos. En casos graves, con hemoglobina por debajo de 7, la paciente corre riesgo de muerte y puede requerir una transfusión, especialmente durante el parto, donde puede perder entre 300 ml y 1000 ml de sangre, dependiendo de si el parto es vaginal o por cesárea. 

Durante el embarazo, las pacientes deben tomar calcio para prevenir la presión alta y vitaminas prenatales para cubrir los requerimientos nutricionales. También enfatiza la importancia de tomar hierro a partir de las 16 semanas de embarazo para controlar la anemia fisiológica que puede surgir en este periodo. 

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Según el informe Desnutridas y Olvidadas de UNICEF, las adolescentes y mujeres de regiones pobres enfrentan mayores dificultades para acceder a dietas nutritivas, lo que las hace más vulnerables a la desnutrición y la anemia. Estas condiciones afectan tanto a la madre como al bebé, y perpetúan un ciclo de mala nutrición que se transmite de generación en generación. De hecho, aproximadamente la mitad de los niños menores de dos años con retraso en el crecimiento sufren esta condición debido a la desnutrición durante el embarazo y los primeros seis meses de vida. 

Actualmente, la dieta de Luz y su familia se basa en frijoles, huevos, crema, queso duro, espaguetis, pipianes, papas y tortillas. Durante el embarazo, su dieta no varió mucho, aunque destaca que consumía sopa de mora, refrescos de avena y que «amaba comer mango verde con chile». 

Para Amaya, durante el embarazo es fundamental una alimentación variada que incluya todos los grupos alimenticios, ya que cada uno cumple una función importante en la gestación. Sin embargo, reconoce que no todas las madres tienen los recursos para seguir una dieta específica, por ello destaca alternativas económicas como la incaparina.. 

Amaya también señala que muchas unidades de salud en El Salvador no cuentan con especialistas en nutrición, lo que genera riesgos alimentarios para las madres que reciben atención en estos centros. Alharaca solicitó información al Ministerio de Salud sobre la cantidad de unidades con servicios de nutrición, pero no obtuvo respuesta al cierre de esta nota. 

Riesgos del embarazo adolescente 

Debido a los problemas de salud durante el embarazo, Luz renunció a su trabajo, aunque esto afectó su situación económica. Ganaba 7 dólares al día, trabajando de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. 

Luz tenía menos de 18 años cuando Ana nació. Los días previos al parto fueron especialmente dolorosos. Una madrugada, comenzó a orinar sangre y, aunque fue a consulta, no le ofrecieron medicamentos y la enviaron de vuelta a casa. Pasó todo ese lunes en cama, sufriendo contracciones. El dolor se volvió insoportable a las 11 de la mañana, pero no pudo recibir ayuda hasta la madrugada del día siguiente. 

Maternidad adolescente: Una mujer sostiene un ramo de flores color lila que tapa su rostro y el de la niña que abraza.
Luz con Ana, su hija de 3 años de edad. Fotografía: Kellys Portillo.

Noubleau explica que una de las complicaciones más graves en adolescentes embarazadas es la preeclampsia, que puede derivar en derrames cerebrales, convulsiones, problemas de coagulación, desprendimiento de placenta o incluso muerte cerebral. Aunque el nacimiento del bebé suele aliviar la preeclampsia, la madre puede seguir padeciendo hipertensión crónica. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el 75 % de las muertes maternas se deben a complicaciones como hemorragias graves, infecciones, preeclampsia, complicaciones en el parto y abortos peligrosos. 

La madrugada del martes, el dolor de Luz se volvió insoportable. Juan encontró a un hombre de la comunidad que hace viajes. Él los llevó a la unidad de salud, ubicada a 4 km de su casa. Desde allí, la trasladaron al Hospital Nacional de Sonsonate que se ubica a 25 km de Armenia. El personal médico no preguntó por la edad de Luz, ni por la diferencia de edad entre ella y Juan. Después del parto, Luz tuvo un reposo de 40 días, durante los cuales mantuvo una dieta a base de sopas, especialmente de mora, y refrescos de avena. 

Amaya explica que la alimentación postparto debe satisfacer la demanda de nutrientes y apoyar la producción de leche materna. Es importante incluir alimentos ricos en hierro para prevenir la anemia, y ricos en vitamina C para mejorar la absorción del hierro. También destaca la importancia de consumir líquidos, especialmente agua, para favorecer la producción de leche y la recuperación de la madre. 

Noubleau recomienda que las madres que presentaron anemia durante el embarazo mantengan sus suplementos alimenticios después del parto para mejorar su calidad de alimentación. Subraya que es fundamental que los familiares vigilen a la madre, ya que puede desmayarse debido a la baja hemoglobina. El periodo de recuperación ideal tras el parto es de seis meses.  

También advierte que las madres jóvenes son susceptibles a la depresión postparto, que en algunos casos puede incluir el rechazo al bebé y, en situaciones extremas, llevar a la muerte súbita de la madre. Lamenta que el sistema de salud no cuente con una red de apoyo para atender estos casos. 

Un estudio publicado en The Lancet Global Health y citado por la OMS revela que muchas mujeres sufren afecciones posnatales que pueden persistir durante meses o incluso años después del parto. Entre las más comunes se encuentran el dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia), que afecta al 35 % de las mujeres en el puerperio, dolor lumbar (32 %), incontinencia anal (19 %), incontinencia urinaria (entre el 8 % y el 31 %), ansiedad (del 9 % al 24 %), depresión (del 11 % al 17 %), dolor perineal (11 %), miedo al parto (tocofobia) (del 6 % al 15 %) e infertilidad secundaria (11 %). 

Bolaños afirma que enfrentar un embarazo adolescente en 2024 es comparable a una tortura, ya que la joven no solo debe preocuparse por su propia supervivencia, sino también por la del bebé, lo que genera una crisis emocional significativa. Además, el aumento del costo de la canasta básica agrava la situación, pues las adolescentes no suelen tener empleo y dependen económicamente de sus familias o parejas adultas, lo que impide que el embarazo se desarrolle en condiciones dignas. 

Después del embarazo y los meses de lactancia, Luz no ha recibido chequeos nutricionales, ni ha seguido una dieta específica o tomado vitaminas. No tiene planes de tener más hijos debido a las difíciles condiciones económicas y a que no se siente preparada para criar a otro niño. Su deseo actual es aprender a leer y escribir para poder apoyar a Ana cuando comience la escuela, ya que ni ella ni Juan tuvieron acceso a la educación cuando eran niños. 

Para Noubleau, la prevención del embarazo adolescente podría lograrse mediante la educación en salud sexual en las comunidades, familias y escuelas. Es fundamental facilitar el acceso a métodos anticonceptivos, pero también explicar la importancia de su uso, no solo para prevenir embarazos, sino para proteger contra enfermedades de transmisión sexual. 

Bolaños critica la postura del gobierno respecto a los derechos sexuales y reproductivos, señalando actos de censura como la eliminación de temas de género de la currícula educativa y la censura de programas televisivos que abordan la diversidad sexual. Asegura que, aunque El Salvador se define como un Estado laico, en la práctica, la religión influye en las políticas públicas, vulnerando derechos y limitando el desarrollo individual y comunitario. 

Explica que la Ley Crecer con Cariño nació de una estrategia previa conocida como Parto Humanizado, que fue creada en 2009 con la reforma de salud y abordaba barreras culturales y socioeconómicas que causaban violencia obstétrica. Sin embargo, con la nueva ley, esta estrategia ha perdido su enfoque y ahora fortalece el estereotipo de género del «binomio madre-hijo», sin ofrecer soluciones a las niñas y adolescentes que no reciben una respuesta del Estado para garantizar sus derechos y un desarrollo integral. 

En enero de 2024, el Consejo Nacional de la Primera Infancia, Niñez y Adolescencia (Conapina) reportó 295 embarazos en niñas y adolescentes entre los 12 y 17 años. De acuerdo con el informe “Costo Económico y Social del Embarazo Adolescente en El Salvador 2024” el embarazo durante la adolescencia y la maternidad temprana están asociados con brechas socioeconómicas en el ámbito laboral, educativo y en el acceso a servicios de salud para las mujeres, con un impacto mayor en las zonas rurales del país. 


Visualización de datos por Andrea Burgos.

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