Así se partió la protesta de las mujeres de Florenzi

Marcela Trejo | 01/05/2021

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El 29 de abril de 2021, las extrabajadoras de la maquila Florenzi, que pelean por su indemnización desde hace un año, anunciaron que desde ese día su protesta estaría oficialmente dividida en dos. El trasfondo de esta ruptura involucra acusaciones de chantaje, autoritarismo, corrupción, y, sobre todo, desacuerdos ideológicos internos sobre la manera de llevar a cabo la lucha: o por la vía del feminismo o por la del sindicalismo, no ambas.

Ilustraciones por Natalia Franco



Nery, Alba, Conchi, Lucy, José, Nuria y otras 204 personas perdieron su trabajo en la maquila Florenzi hace 408 días. Ahí, les pagaban $9.87 diarios por confeccionar 200 gabachas médicas de exportación, de la marca neoyorquina Barco. Su exempleador, Sergio Pineda López, a quien no logran contactar desde el año pasado, les adeuda en salarios atrasados, vacaciones e indemnizaciones casi medio millón de dólares, según las cuentas de las exempleadas.  

Al despedirlas, el abogado de la empresa les ofreció una máquina de coser por empleada, valoradas en $75, para finiquitar la deuda. En respuesta, 113 de ellas decidieron montar un campamento fuera y dentro de la maquila, en la que muchas trabajaron por 25 años, y así resguardarla. Buscaban que el Estado les asignara la fábrica como pago a su deuda. Desde junio 2020, la protesta se ha mantenido con un virus rondando fuera, y ha tenido el apoyo y acompañamiento de diversas instituciones y organizaciones de la sociedad civil, entre ellas grupos feministas y sindicatos.  

Pero luego de 10 meses y una huelga de hambre que duró 64 días, las mujeres alegan que la ayuda de las organizaciones pasó a ser una amenaza de apropiación, disolución y división de su lucha. El movimiento de exempleadas, que inició una protesta granítica cuando se tomó la fábrica, se partió en dos. Ambas facciones señalan a distintas organizaciones como responsables del quiebre. 

El campamento ha sido desalojado. La maquila ahora es custodiada por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), luego que la jueza de Primera Instancia del Juzgado de lo Laboral de Soyapango, Daisy Ábrego, autorizara la inspección e inventariado de las instalaciones como parte de la medida cautelar que pidieron seis extrabajadoras, en sus demandas por despido injustificado. El objetivo es resguardar legalmente todos los bienes de la maquila hasta que se les pague a las mujeres.


Extracto del comunicado de prensa emitido por mujeres disidentes del acompañamiento de la Coordinadora Sindical Salvadoreña. 29 de abril de 2021. 

El punto de partida de la lucha de Florenzi: feminismo y sindicalismo 


“Nosotras decidimos comenzar a acompañar la protesta de las mujeres de Florenzi a finales de julio de 2020”, relató Keyla Cáceres. Ella es activista feminista, miembra de la Colectiva Amorales. A partir de ese mes, Cáceres acompañó a las extrabajadoras de la maquila en varias actividades, como el 10 de agosto de 2020 cuando bloquearon una porción del Bulevar del Ejército, la principal vía de acceso entre la ciudad de San Salvador y el oriente del país. También estuvo ahí la noche del 2 de septiembre del mismo año, cuando supuestos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) intentaron desalojar el campamento sin orden judicial. Tiempo después fue candidata a diputada suplente del partido Nuestro Tiempo en las elecciones de 2021.

Mujeres de la protesta de Florenzi acompañadas por Keyla Cáceres de la Colectiva Amorales luego de reunirse con parte de la Comisión de Trabajo de la Asamblea Legislativa, 16 de septiembre del 2020. 

Cáceres dijo que en su colectiva se enteraron del caso porque Rosa Merino, secretaria del Sindicato Salvadoreño de Industrias Textiles y Similares (SSINT), se contactó con ellas para contarles sobre la protesta. También dijo que su colectiva donó dinero y víveres a las mujeres, y les facilitaron asesoramiento legal. Aparte de eso, impartieron talleres de educación sexual. Según la excandidata, algunas mujeres de la protesta tomaron la decisión de abandonar a sus parejas y compañeros de vida, como resultado de su aprendizaje en los talleres.

La Coordinadora Sindical Salvadoreña (CSS) era una de las organizaciones que ya estaba involucrada en la protesta cuando la Colectiva Amorales llegó por primera vez. Cáceres explicó que, al inicio, el papel de esta organización sindical se limitaba al apoyo con recursos materiales. En este sentido, su colectiva hacía hincapié a las mujeres sobre la importancia del protagonismo en la lucha. “Siempre les insistimos a las mujeres en que tenían que ser ellas las que protagonizaran la protesta”, recalcó. 

Aparte de la Colectiva Amorales, otras organizaciones de mujeres también brindaron apoyo a la protesta. Entre ellas la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), la Colectiva Ni Una Menos, La Colectiva Feminista y la Red Salvadoreña de Defensoras de los Derechos Humanos.  

Por el otro lado, organizaciones de tradición de lucha sindical y de izquierdas, como la CSS, las apoyaron y gestionaron campañas para donaciones. Entre ellas el Bloque Popular Juvenil (BPJ), la Unión Sindical de Trabajadoras/es Isdemu (Usttisdemu), el Sindicato de Empleadas y Empleados Judiciales de El Salvador (SEJES) y el Comité de Reconstrucción Comunista Salvadoreño. 

Nery Ramírez, una de las lideresas de la protesta y con pasado sindicalista, estuvo encargada desde el inicio de administrar las donaciones en efectivo y en especias que recibieron de parte de estas organizaciones, pero también de instituciones y de personas de la sociedad civil que se solidarizaron con ellas. En un principio esto no causó mayores problemas. Las mujeres eran flexibles respecto del liderazgo de Nery.

Cuando no queda claro dónde se va el dinero 


Para Nery, las cosas comenzaron a tornarse más complicadas cuando el financiamiento de instituciones y de la cooperación internacional comenzó a escasear, y cuando la espera por la resolución del juzgado respecto de la medida cautelar se les hizo muy larga, mermando los ánimos, haciendo más difícil mantener a la gente motivada y comprometida en la lucha.  

Las tensiones internas de la protesta se intensificaron a tal punto que Concepción Cruz, Conchi, otra de las protagonistas de la protesta, tuvo que abandonarla temporalmente. 

Capturas de pantalla de un video de una asamblea con miembrxs de la protesta de Florenzi que circuló en noviembre del 2020 en grupos de WhatsApp. A la izquierda, Nery (de pie) da un discurso donde explica que ha tenido conflictos con Concepción Cruz (Conchi), a la derecha (con gorra blanca y mascarilla negra). “Yo he sacado el pecho por ustedes en todos los momentos, yo me voy a reunir a todos lados buscando ayuda, tocando puertas. La compañera [Conchi] va junta conmigo porque yo la hice partícipe desde un inicio”, dice Nery en el video, frente a Conchi y las demás personas presentes. 

“Nery se molestaba conmigo porque yo hablaba con personas que ella había echado de la protesta”, contó Conchi. Por su parte, Nery dijo que Conchi era imprudente al relacionarse con personas «ajenas» a la lucha, impedía la llegada de donaciones. Al inicio, Conchi era un rostro visible de Florenzi, al igual que Nery. Las cosas cambiaron cuando Conchi, junto a otras de sus compañeras, comenzaron a cuestionar la manera en la que Nery lidiaba con conflictos internos. “Yo le dije a Nery que cada quién puede hacer con su vida lo que quiera”, dijo. Ella cree que Nery se involucraba de maneras poco empáticas en los problemas personales de las mujeres. Las personas de esta historia pidieron no hacer públicos algunos detalles al respecto por cuestiones de seguridad.  

La gestión de conflicto no era el único problema. Conchi dijo que, en muchas ocasiones, las donaciones que recibían eran gestionadas solo por Nery. Estas no eran en efectivo, en su mayor parte. Y si recibían efectivo, debían liquidarlo lo más pronto posible, como la parte de los 5 mil dólares que recibieron del Fondo de Acción Urgente que compartieron con el SSINT, el sindicato textil. Conchi agregó que la mayoría de mujeres apenas alcanzaban a percibir algo de lo donado. Nery aseguró que una gran cantidad de dinero se iba en pago de abogados, aunque aceptó haber utilizado dinero de donaciones para gastos personales. Aclaró, no obstante, que siempre les avisó a las demás mujeres cuando lo hizo, y que esos fondos, muchas veces, fueron gestionados para ella exclusivamente. Esta explicación no satisfizo las sospechas de sus compañeras.

El punto de quiebre: la huelga de hambre 


Nery ha aceptado que está sindicalizada desde hace quince años. Al inicio de la protesta lo expresaba con orgullo. Ahora, ella no quiere saber nada de la Coordinadora Sindical Salvadoreña (CSS), una organización a la que ella misma acudió desde un inicio para pedir apoyo. “Cuando a algunos proyectos de organizaciones de mujeres se les terminaron los fondos, yo me quedé sin saber qué hacer. Ahí fue que les pedí ayuda logística y los fui a buscar [a los de la CSS], porque los demás ya no nos hacían caso, nos dejaron solas”, se lamentó Nery. 

Entre diciembre de 2020 y enero de 2021, las mujeres organizadas de Florenzi pasaron a reconocerse como “Colectivo Florenzi”, o simplemente Coflorenzi. La estética de su lucha comenzó también a cambiar: vistieron camisas con un logo de colores que también tiene la CSS, amarillo y rojo. 

Como resultado de esta petición de ayuda, el 8 de enero de 2021, Nery y miembros de la CSS tomaron la decisión de irse a huelga de hambre; y designaron a Nery, Lucía Torres, Nuria Martínez y José Rivas, miembrxs de la protesta, para hacerlo.  

Fue entonces que Keyla Cáceres, de la Colectiva Amorales, decidió dejar de acompañar la protesta. “La huelga de hambre contradice algo que nosotras decimos, que vivas nos queremos. Las feministas no buscamos crear mártires”, aclaró Cáceres. Ormusa fue la única organización feminista que siguió apoyando de manera logística la protesta. Esta organización impartía talleres sobre diversos temas de formación en género a las mujeres en una casa comunal ubicada a una cuadra de la maquila, la cual alquilaban por ocho dólares por día de uso. Ormusa también brindó asesoría en temas legales, por medio de Rina Juárez, abogada de la organización. Esta organización, además de la CSS y el BPJ, aun acompaña la protesta, pero del lado de las mujeres bajo el liderazgo de Nery.

La estrategia de lucha de los sindicatos  


“Para ser honesto, esto de la huelga de hambre a nosotros nos pareció un método pasivo, que expresa desesperación”, expresó Juan De la Cruz, miembro del Comité Ejecutivo del BPJ, una de las organizaciones de izquierda que ha acompañado la protesta, y que ha sido un prominente vocero de la misma en Twitter.  

El BPJ es un colectivo de jóvenes que pertenece a la Corriente Marxista Internacional (CMI). Surgió en El Salvador en 2001 y trabajó bajo directrices del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), hasta que se desligaron de este en 2018. Ahora conforman un bloque autónomo: La mayoría son estudiantes de nivel universitario. Según De la Cruz, el BPJ y la CSS comenzaron a trabajar juntos hasta hoy. Antes no, puesto que la CSS siempre fue muy crítica con los gobiernos del FMLN.  

Cuando la CSS propuso junto a Nery la huelga de hambre, al BPJ le pareció “sorpresivo”. “Nosotros queríamos la expropiación y la nacionalización de la fábrica. De repente apareció la propuesta de la huelga y pensamos que iba a ser algo bastante duro, pero sería algo que llamaría la atención a nivel nacional”, añadió De la Cruz. 

Una vez tomada la decisión, Nery, Lucía, Nuria y José dejaron de consumir alimentos sólidos. La estrategia implicaba ingerir solo alimentos líquidos y agua, y permanecer acostades en colchonetas dentro de la maquila. 

El estallido de la tensión por demandar transparencia 


“La noche del 24 de enero [de 2021] yo veía que los de la Coordinadora con algunas mujeres cuchicheaban cosas y me veían a mí, conspirando”, contó Nery Ramírez. En ese tiempo, miembros de la CSS y algunas mujeres comenzaron a demandar a Nery una rendición de cuentas más clara de las donaciones y los víveres. Al respecto, Nery dijo que para ella era difícil hacerlo, pues las compras las hacía en tiendas y mercados que no emiten comprobantes, ni facturas. Conchi dijo que lo que le molestaba a ella y a algunas de sus compañeras era la forma en cómo Nery decidía repartir víveres, o dónde almacenarlos, sin consultarle a todas las mujeres. 

Fotografía que circuló en grupos de WhatsApp de la protesta de Florenzi, acompañada de mensajes donde se acusaba a Nery de apropiarse de estos víveres sin consultar previamente. Según Nery, ella decidió transportar estos víveres a la casa cercana de una de las miembras de la protesta para evitar que se lo comieran las hormigas y las ratas.  Ella dijo que “reconoce” haber cometido el error de no haberlo consultado de manera colectiva. 

La tensión terminó de estallar en la madrugada del 25 de enero. Según Nery, el día anterior, personas integrantes de la unión sindical Uttsisdemu llegaron a hacer donaciones de víveres a la protesta, y dejaron unas pancartas de la institución colgadas. Al día siguiente, las pancartas ya no estaban. Alba García, una de las integrantes de la protesta que acompaña a Nery, contó que las encontraron donde dormían los de la CSS, enrolladas como colchas. Hubo discusión e intercambio de insultos por las mantas. La discusión, según Alba, subió de tono hasta el punto de que miembros de la CSS amenazaron con armas blancas a las mujeres dentro de la maquila. Esto no ha podido ser corroborado con las personas de la CSS involucradas, puesto que no respondieron a la solicitud de entrevista que Alharaca les hizo en reiteradas ocasiones. 

El cenit de la tensión acumulada ocurrió la mañana de ese 25 de enero. Nery dijo que recibió la llamada de una periodista preguntándole por qué ella, Nery, no estaba en una conferencia de prensa sobre la huelga en la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad), celebrada ese día. Entonces, añadió, se dio cuenta de que la habían organizado sin ella. Por eso, ese mismo día, decidió abandonar la huelga. Comenzó a empacar sus cosas, a quitar las mantas de la protesta y los canopis, y a repartir los víveres que quedaban.

El rompimiento de la huelga 


“El 25 de enero nos dijeron que había una amenaza de desalojo”, contó Juan De la Cruz. “Nos comenzamos a mover, pero nos enteramos de que existía un conflicto entre Nery y los demás de la huelga”. De la Cruz se refería a las quejas que existían hacia Nery. “Ese desalojo consistía en que todos los hombres que estaban en el campamento tenían que salirse de ahí, porque Nery dijo que era una lucha eminentemente de mujeres”, añadió De la Cruz. 

Una mujer perteneciente a una de las organizaciones feministas, que pidió no ser identificada, había cuestionado lo que parecía una toma de control de la protesta por parte de la CSS, y que ya no eran las mujeres sus protagonistas, según Nery. Luego, Alba agregó que la práctica de grabar vídeos y tomar fotografías con los teléfonos celulares como medida de intimidación se había hecho más frecuente desde que la CSS había tomado un rol más protagónico. 

Existía la molestia de que la CSS —y las demás personas a las que esta organización sindical permitió entrar en el campamento— estaban obteniendo beneficios que no les correspondían. “El día 5 de febrero [de 2021] Rolando Castro visitó la fábrica y llevó víveres con una lista que le dimos entre los dos grupos de mujeres. Los primeros nombres en aparecer en esa lista eran las personas de la CSS”, cuestionó Nery. Este medio no pudo obtener las listas porque el ministro de Trabajo, Rolando Castro, no contestó a la petición de entrevista. Además, Nery añadió que los trabajos de cuido del campamento, como la preparación de alimentos en la cocina, estaban recargados sobre las mujeres, y los miembros de la CSS no colaboraban en esta tarea equitativamente.  

Por este problema, se designó a Alba como cocinera asalariada. Sin embargo, quienes cuestionaban a Nery vieron esto como manipulación. Hubo un tiempo en que Nery, con ayuda de Alba, comenzaron a vender platos de comida en la maquila. Algunas mujeres interpretaron esto como chantaje por la forma en que lo ofrecían. “Yo les ayudo y ustedes me ayudan”, decía un mensaje de Nery en una conversación grupal de WhatsApp donde anunciaba su negocio. Nery siempre alegó que ella pasaba por conflictos financieros y personales muy graves desde el inicio de la protesta.

Captura de pantalla del sitio web del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, respecto de la visita de Nery Ramírez, Alba García y otras mujeres de la protesta a dicha institución. “Trabajamos para construir opciones de apoyo a las verdaderas trabajadoras de Industria Florenzi, de forma articulada tal como lo instruye nuestro presidente Nayib Bukele”, pronunció el ministro de Trabajo, Rolando Castro, en el encuentro. Fuente: https://www.mtps.gob.sv/noticias/isdemu-conamype-mtps-se-unen-apoyar-las-trabajadoras-afectadas-cierre-industrias-florenzi/  

Al enterarse del desalojo de los hombres, De la Cruz y la comisión del BPJ que acompañaban la protesta, pensaron que no querían “dejar solas a las mujeres”, y por lo tanto se opusieron a abandonar. “La mujer burguesa con la mujer trabajadora no tiene muchos intereses en común. Tienen más en común con los hombres trabajadores y por lo tanto son sus principales compañeros de lucha. Las organizaciones feministas tienen una visión separatista», opinó De la Cruz. 

Según él, para el BPJ, la erradicación del machismo “es una consecuencia de la lucha contra el capitalismo”. Aclaró que esto no quiere decir que se toleren actitudes machistas dentro de su organización. Dijo que cuando las ha habido, no han sido «graves», pero sí se han cuestionado y se han emitido sanciones, aunque no ahondó al respecto.



Después del incidente del 25 de enero, el grupo de Nery siguió resistiendo desde otra trinchera. Actualmente, las acompaña Ormusa. Siguen buscando estrategias para financiar y mover su lucha; entre ellas, una mesa de diálogo con el Ministerio de Trabajo. Coflorenzi, por su parte, ha conformado un bloque con una identidad de lucha tradicional de izquierdas: conservan las mantas con mensajes de protesta, realizan actividades grupales en el campamento (que recuerdan a las que realizaba la guerrila en las montañas), y mantienen un discurso confrontativo. Ambos grupos interactúan solamente cuando se trata de algún trámite relacionado al proceso judicial de la medida cautelar. Esta interacción usualmente es conflictiva: hay amenazas, intimidaciones con grabaciones de cámaras de celulares y comentarios sarcásticos.

Ninguno de los grupos de mujeres está más ahí físicamente, pero siguen compartiendo la misma lucha, la misma esperanza, como al inicio.

Corrección 4/5/2021: una versión anterior de este artículo no aclaraba que la candidatura de Keyla Cáceres como diputada suplente del partido Nuestro Tiempo fue anunciada meses después del inicio del trabajo de Cáceres con las mujeres de la protesta.

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